Tara McKelvey
BBC
Tres mujeres jóvenes desaparecieron en Cleveland, Estados Unidos, hace unos 10 años. La forma como los medios de comunicación cubrieron esta historia es un claro ejemplo que ilustra los estereotipos sobre las razas.
Charles Ramsey escuchó a alguien gritando en una casa cercana y se acercó a ayudarla. Era Amanda Berry.
Gracias a los esfuerzos de Ramsey, tanto Amanda como Gina DeJesus y Michelle Knight escaparon de la casa donde habían estado secuestradas.
“Supe que algo estaba mal cuando una joven blanca menuda y bonita corrió hacia los brazos de un hombre negro” indicó más tarde Ramsey (que es negro).
“Algo estaba totalmente mal. Con ese hecho se delató de inmediato”.
Tal como resultaron las cosas, este análisis de Ramsey es una interpretación diferente de lo que entre los críticos de los medios de comunicación se conoce como el Síndrome de la Mujer Blanca Desaparecida.
Charlton McIlwain, profesor de la Universidad de Nueva York y autor de Race Appeal: How Candidates Invoke Race in Us Political Campaigns (La atracción de la raza: Cómo los candidatos invocan a la raza en las campañas políticas estadounidenses) define así el síndrome: “las mujeres blancas ocupan un lugar privilegiado como víctimas de crímenes violentos en los informes de los medios de noticias”.
En otras palabras, la víctima es blanca y de clase media. Idealmente será salvada. Mejor aún si el salvador es blanco.
“Nuestras víctimas tienen un código de colores” dice McIlwain. Una víctima apropiada es aquella que parece una periodista, agrega.
“Las investigaciones muestran que en términos de víctimas de crimen, éstas son personas que percibimos que son como nosotros, como los que informan sobre los eventos o leen sobre ellos”.
“Nuestro ideal nacional de quién es vulnerable -y quien debe mantener un estatus de víctima- es el de una mujer que es blanca”.
La víctima “ideal”
Esa percepción es en parte una creación de los medios de comunicación.
En realidad, la mitad de los individuos que desaparecen en Estados Unidos no son blancos. Pero de esto no nos enteramos en los informes de noticias.
Berry fue secuestrada en abril de 2003 y DeJesus, que es hispana, un año después. Entonces eran niñas que desaparecieron y sus familias estaban buscándolas desesperadamente.
“Supe que algo estaba mal cuando una joven blanca menuda y bonita corrió hacia los brazos de un hombre negro. Algo estaba totalmente mal. Con ese hecho se delató de inmediato”
Charles Ramsey
Sin embargo, la cobertura de sus secuestros fue drásticamente diferente.
En Cleveland, las noticias en los periódicos se referían principalmente a la niña blanca.
Los reporteros del diario Plain Dealer de Cleveland habían estado informando sobre los secuestros durante años.
En los 10 años desde que Berry desapareció, el periódico publicó 36 artículos de periódico sobre ella, según muestra una búsqueda en el arvhico electrónico de noticias Lexis-Nexis.
Durante los nueve años en que DeJesus estuvo perdida el periódico publicó 19 articulos sobre su caso.
La cobertura de estos dos casos refleja una tendencia general en los medios.
Según un estudio académico en 2010, casi 80% de los informes de noticias sobre niños desaparecidos están dedicados a víctimas que no son negras. Sólo 20% de los informes son sobre niños negros.
El análisis de la cobertura de los medios no refleja la realidad. “Tenemos una especie de jerarquía racial” afirma McIlwain.
La cobertura sobre crímenes violentos y sobre personas que han desaparecido es sesgada y perjudicial, expresa Natalie Wilson, cofundadora de Black and Missing Foundation (Fundación Negro y Desaparecido), que combate los estereotipos raciales en los medios.
Las tres jóvenes liberadas: Michelle Knight, Gina DeJesus y Amanda Berry.
Wilson se dio cuenta de los esterotipos en los informes de crímenes cuando escuchó sobre una mujer negra de 24 años, Tamika Huston, que desapareció en Saprtanburg, Carolina del Sur, en 2004.
Los periodistas parecían mostrarse indiferentes a la noticia.
“La familia realmente tuvo que luchar para atraer algun tipo de cobertura” dice.
Pero se dio cuenta de que no podía cambiar el resultado de estos casos. Muchos terminaban en tragedia. Más de un año después de la desaparición de Huston, un exnovio se declaró culpable de su asesinato.
Pero al menos la noticia había aparecido en los medios. Y su familia conoció lo que había ocurrido con ella.
En algunos casos, toma años conocer la verdad.
Algunas familias que han perdido a un ser querido sólo logran obtener ayuda de alguna organización como la Fundación Negro y Desaparecido o de un activista prominente.
“Negro y bueno”
Stephen Lawrence, de 19 años, fue apuñalado en Londres en 1993 por una pandilla de rufianes blancos que utilizaron insultos raciales. Entonces su asesinato causó poca perturbación en los medios.
Unas dos semanas después, la familia de Stephen ofreció una conferencia de prensa para reclamar que la policía no ha había hecho lo suficiente para atrapar a sus asesinos. Después, Nelson Mandela se involucró en el caso.
El año pasado los asesinos, Gary Dobson y David Norris, fueron sentenciados a cadena perpetua por el crimen.
Los expertos afirman que a menudo cuando los crímenes son cometidos contra gente que no es blanca los casos permanecen sin resolverse.
“Nuestras víctimas tienen un código de colores.(…) Nuestro ideal nacional de quién es vulnerable -y quien debe mantener un estatus de víctima- es el de una mujer que es blanca”
Charlton McIlwain
Y a nadie, además de sus familias, parece importarle.
El caso en Cleveland centró la atención en los casos de los niños desaparecidos.
Los expertos esperan que ahora se ponga más atención a quienes se pierden, sin importar el color de su piel.
Los investigadores registraron la casa en Cleveland donde las mujeres fueron retenidas.
De hecho, la noticia podría servir para recordar a los periodistas, y a su público, que el crimen no respeta las diferencias raciales. Quizás también podría tener otro aspecto positivo.
Charles Ramsey ayudó a salvar a Berry, DeJesus y Knight de su prisión. Y al hacerlo se mostró directo.
“Ramsey llamó las cosas por su nombre” dice Farai Chideya, autor de The Color of Our Future: Race in the 21st Century (El color de nuestro futuro: la raza en el siglo 21).
“La gente dice: ‘¡uy!, está representando a nuestra raza, está haciendo algo realmente formidable pero ¿por qué no se arregló el cabello?'”.
“Yo creo que es sano extender la noción de lo que es un hombre negro bueno. No tienes que tener una dentadura completa para ser un héroe”, señala Farai Chideya.
Fuente: BBC