Globovisión, televisora dedicada 24 horas diarias a la información y principal referencia comunicacional de la oposición en Venezuela, será vendida por su propietario Guillermo Zuloaga a un grupo encabezado por el empresario de seguros Juan Domingo Cordero.
El traspaso, que se concretará inmediatamente después de la elección presidencial del próximo 14 de Abril, implicaría cambios en la línea editorial sostenida por la estación, muy crítica del presidente Hugo Chávez (1999-2013), fallecido el pasado 5 de Marzo.
Usuarios de twitter y otras redes sociales ventilaron la presunción de que el músculo financiero que adquiere Globovisión y la sostendrá en el futuro debe estar respaldado por personeros vinculados al gobierno de Nicolás Maduro, heredero político de Chávez.
De confirmarse esa hipótesis, finalizaría la larga lucha de la estación televisora con el gobierno y su proyecto de “socialismo bolivariano”, y la cual durante años le acarreó severas críticas; ataques y agresiones a sus periodistas, instalaciones y equipos; vedas a los intentos de expandir su señal abierta; merma de anunciantes; prohibición de acceso a las fuentes oficiales; y multas y otras dos docenas de procedimientos sancionatorios diversos.
El canal se hizo ícono de la oposición política y cuenta con un público fiel en el espectro de la población que adversó a Chávez y su gobierno, pero a la vez fue blanco de todo género de críticas y reconvenciones por parte del fallecido mandatario y la pirámide de sus colaboradores y activistas en el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela.
Quedará vendido, no cerrado.
En los últimos años el canal acusaba problemas de desinversión en tecnología y personal. “Gastamos más en abogados que en ingenieros”, dijo una vez a RNW su directora María Fernanda Flores. El permiso para operar, por otra parte, caduca en 2015.
De acuerdo con la legislación venezolana, la compra debe ser conocida y no vetada por la estatal Comisión Nacional de Telecomunicaciones, que en el pasado castigó duramente a Globovisión. La hipótesis de soporte gubernamental a los compradores descansa allí, pues para ellos carecería de sentido adquirir activos sobre una concesión que, en un negocio de lenta maduración como la TV, no pudiera renovar su licencia dentro de dos años.
Zuloaga envió una carta a los más de 400 empleados de Globovisión en la que reconoce que sostuvo el canal a expensas de los accionistas con la esperanza de que el opositor Henrique Capriles venciese a Chávez en la elección presidencial del pasado 7 de Octubre. Como eso no ocurrió, la televisora quedó sumida en la inviabilidad.
“Somos inviables económicamente, porque nuestros ingresos ya no cubren nuestras necesidades de caja. Ni siquiera podemos subir los sueldos lo suficiente para compensar la inflación y mucho menos para compensar la devaluación. Somos inviables políticamente, porque estamos en un país totalmente polarizado y del lado contrario de un gobierno todopoderoso que quiere vernos fracasar. Somos inviables jurídicamente porque tenemos una concesión que termina y no hay actitud de renovárnosla”, escribió el empresario desde su autoexilio en Estados Unidos.
Zuloaga y uno de sus hijos debieron marcharse del país hace dos años para no ser encarcelados, al procesárseles por un supuesto acaparamiento de autos en una empresa distribuidora de vehículos que la familia posee desde hace décadas.
El empresario sostuvo que, ante la perspectiva de que el canal se extinga y queden sin empleo casi 500 personas, decidió aceptar la oferta que Cordero le presentó hace tres semanas. Una venta forzada, según ejecutivos del canal.
Luego, a raíz de la muerte de Chávez, el poder electoral venezolano decidió el Sábado 9 convocar a elecciones para elegir nuevo presidente el 14 de Abril.
“Arriesgando que la operación se cayera, tomé la decisión de poner como condición firme e irrevocable, que se realizara (la compra-venta) después de las elecciones. Para mi satisfacción y sorpresa, recibí una llamada con la que me informaron que aceptaban mi condición. Que entendían perfectamente mi posición y que su intención era convertir a Globovisión en un gran medio para nuestro público actual pero lo querían hacer crecer para que sea la fuente de información de todos los venezolanos”, narró en su escrito.
“Yo la verdad, me sentí complacido por su actitud. Habrá un proceso de transición, en el cual nos comprometimos a colaborar. Esto le da a Globovisión y a ustedes la posibilidad de permanecer y crecer en el tiempo”, escribió Zuloaga a sus trabajadores..
En Globovisión, Zuloaga representa 80 % de acciones, incluidas las de dos socios menores. Otro 20% está en manos del Estado, pues pertenecían a un banco privado que fue intervenido y cuyo propietario, Nelson Mezerhane, también se autoexilió.
Periodistas y otros trabajadores de Globovisión preparan asambleas que lleven a fijar su posición sobre la transición, que se anuncia inevitable. ¿Permanecerá Globovisión como un canal de noticias? ¿Sostendrá una línea editorial independiente del gobierno? Apenas dos de las muchas preguntas abiertas con su venta forzada y que sólo se responderán con el tiempo. No pasará mucho antes de que las respuestas lleguen.
Fuente: radio Nederland