Las personas que recibieron palizas o azotes en la infancia tienen mayores probabilidades de sufrir enfermedades mentales de adultos, como trastornos del estado de ánimo y ansiedad, señalaron investigadores canadienses.
El estudio contó con más de 35.000 adultos de EE.UU. analizando su pasado y observando su presente, detectaron una mayor presencia de trastornos mentales entre aquellos que de niños habían recibido azotes.
Los chicos que recibieron cachetadas o azotes presentaron entre 2% y 7% más probabilidades de padecer problemas mentales más tarde, indicó el trabajo publicado en la revista estadounidense Pediatrics.
Los investigadores, dirigidos por Tracie Afifi, de la Universidad de Manitoba (Canadá), desaconsejan cualquier tipo de castigo físico y en cualquier edad del niño y apuestan por otras opciones. En concreto, proponen a los padres no caer en la tentación de los azotes y en su lugar disciplinar al niño usando técnicas de refuerzo positivo (premiar las buenas acciones).
La actual investigación no tiene en cuenta diferentes tipos de abuso. En cambio, se centra en “el castigo físico fuerte” a niños, definido como empujar, agarrar del brazo, cachetear o golpear a un menor por parte de un adulto.
Si bien 32 países en todo el mundo ya prohibieron el castigo corporal de los niños, Estados Unidos y Canadá no están entre ellos.
La Academia Estadounidense de Pediatría se opone a que los niños sean golpeados por ninguna causa y la Sociedad Pediátrica Canadiense recomienda a los médicos desaconsejar los castigos físicos.
El castigo físico incumple tres de los cuatro pilares de la legislación de la Convención sobre los Derechos del Niño, de 1989: el interés superior del niño, su derecho a la supervivencia y al desarrollo, y el derecho a que sea respetado su punto de vista.
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Fuente: http://hispantv.com/detail.aspx?id=186964