Por: Juan Infante
La vida para los ciudadanos y no para los mercados: No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”, vociferarán hoy multitudes en muchas plazas de Europa y otras varias partes del mundo. El 15 de octubre marcará un nuevo hito en el malestar global contra el derrotero seguido por el sistema capitalista.
Muchos han perdido la confianza en el sistema ¿Cuántos? Todavía no lo sabemos y, por tanto, no podemos medir qué podría pasar ¿Podrán los indignados hacer zozobrar al sistema capitalista tal y como hoy lo conocemos?
La pérdida de credibilidad lleva a los regímenes al desplome. Y, hoy por hoy, ya no se cree en la honestidad de quienes han liderado el proceso de globalización. No se cree en los políticos ni en su capacidad de resolver los problemas económicos y mucho menos los sociales. No se cree en los banqueros ni en todo el aparato que montaron para conducir, controlar, supervisar el buen manejo de la economía global.
Ya no se cree en las corporaciones, ni en su publicidad ni en sus buenas intenciones con el planeta. Así como ya no se cree en los bancos tampoco se cree en las farmacéuticas, en las clínicas ni en los sistemas de seguros.
Tampoco se salvan de la pérdida de credibilidad las grandes corporaciones que concentran el negocio alimentario, ni en las que se dedican a comerciar el agua y el líquido que consume el planeta. Menos, por supuesto, se cree en las que se encargan del petróleo, el gas y demás fuentes de energía.
¿Se romperá la comunidad europea? ¿Tirarán la toalla sus estados-nación? ¿Soportarán alemanes, franceses, que se les cargue el peso de los irresponsables Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia? ¿Se hundirán con ellos? ¿Se hundirán?
¿Qué pasará en los Estados Unidos donde las bases en las que se soportaba su modelo hegemónico están en severa cuestión? ¿Podrán aplacar el malestar de su población? ¿Lograrán sus indignados superar su invasivo sistema de control social?
A estas alturas, para un norteamericano, ¿será posible seguir creyendo en sus economistas? ¿En sus escuelas de negocio? ¿En sus universidades? ¿En sus profesionales? ¿En sus medios de comunicación? ¿En la perfección de su sistema político? ¿En sus guerras? ¿Podrá su gente permitirse cuestionar todo el modelo? Motivos pueden haber y de sobra, pero, ¿se atreverán? Y, sobre todo, ¿podrán?
Con la globalización, las corporaciones tomaron el control de los Estados e inclinaron la balanza demasiado a su favor. Suele pasar, así ha sido siempre en la historia de la humanidad. Primero la economía y después la gente. Pareciera que está llegando el momento de la gente.
La pérdida de credibilidad generalizada en un sistema de gobierno, cuando ocurre, puede llevar a su desplome casi inmediato. La gente pierde el miedo y ya no hay sistema de control coercitivo y menos represivo que pueda hacer un control eficiente de las masas.
No hubo disparos cuando cayó la Unión Soviética ni el muro de Berlín. Tampoco hubo mucha gente que se anticipó a estos hechos ni los del mundo árabe. Pasó nomás. Ahora parece que le toca a Occidente. Algo va a tener que cambiar.
Fuente: dirario16