Por Myrtille van Bommel (Foto: ANP)
“Desperté con una luz enceguecedora en mis ojos”, recuerda Mahmoud. Agentes de policía sacaron de su cama al niño palestino de 14 años y se lo llevaron con los ojos vendados. En el camino recibió golpes: “Me pegaron fuerte y yo tenía mucho miedo”.
El testimonio de Mahmoud es un ejemplo de la manera como el ejército israelí actúa en los territorios ocupados palestinos contra niños de entre 12 y 17 años, dice Gerard Horton. El jurista del departamento palestino de Defensa para Niños quiere llamar la atención de Holanda acerca de la situación de más de 200 niños palestinos que todos los años son encarcelados.
Los jóvenes son acusados de haber lanzado piedras contra militares y civiles israelíes. Horton describe cómo los niños fueron transportados después de su detención, sin haberle informado a sus padres a dónde los llevaban. Los procedimientos son duros:
“En el cuarto de interrogatorios, al niño le quitan la venda de los ojos pero sus manos continúan esposadas. Algunos niños dicen haber sido empujados y de haber caído de la silla, y que después el interrogador les puso su bota en la cabeza. Esto ocurre mientras el interrogador le grita al niño que debe confesar.”
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“Confesar” las culpas
A veces, los interrogadores cometen intimidaciones sexuales o aplican descargas eléctricas, según el jurista Horton. No hay ningún abogado presente y, finalmente, la mayoría de los niños terminan “confesando”. Por arrojar piedras generalmente se aplican penas de entre dos semanas y tres meses de prisión.
En la celda no pueden tener contacto con sus familias, con la excepción de una sola llamada telefónica.
La mayoría de los niños abandona la prisión con un trauma. Sus prestaciones escolares se deterioran, duermen mal y se orinan en la cama, según se desprende de la investigación.
Estigma
La situación en la Palestina ocupada es idéntica a la que sufren los niños detenidos en países en desarrollo, dice Ton Liefaard, especialista en Leyes de Menores:
“Aquí se trata de violación de sus derechos de niño. Es decir, no hay claridad acerca de las razones exactas para la detención de los niños; sus padres generalmente no son informados del hecho de que el niño ha sido detenido; a menudo llegan a centros de detención que no son en absoluto aptos para acoger a menores, y que están enormemente sobrepoblados.”
En países en desarrollo esto se ve, según Liefaard, en general con niños de la calle, “niños que hace tiempo que no van a la escuela, o niños de padres que no los controlan. Estos cometen delitos menores y consumen drogas, pero son castigados como adultos”. Este no es el caso de los niños palestinos. Su “delito” no es otro que el pertenecer a un grupo de población estigmatizado.
Invisible
En todo el mundo, alrededor de ocho millones de niños sufren ese u otro tipo de arresto. El experto en Derecho Liefaard:
“Ese también es el gran problema de ese grupo de población: que simplemente los hacen desaparecer. Desde el momento en que entran prisión ya no los ves. El hecho de que además sean niños hace que todavía tengan una prioridad menor.”
En Holanda y en la mayoría de los países occidentales, la Ley de Menores impone condiciones especiales para la detención de niños. Los menores arrestados tienen el derecho de hablar con sus padres y con un abogado y reciben clases en prisión. Pero especialmente se busca una manera de castigar los delitos cometidos por los niños evitando que tengan que ir a prisión.
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