Isaad Mohammadani (28) es una mujer joven de Darfur. A mediados del 2009 llegó a Holanda, se casó con el amor de su vida y tienen una hija de tres años. Isaad ha sido víctima de la ablación y considera hacerse una operación para restaurar el clítoris. En el Día Internacional contra la Ablación, la sudanesa cuenta su historia.
Karima Idrissi y Willemien Groot
La ablación que se le ha practicado a Isaad es la faraónica. Es una variante muy drástica, denominada infibulación. A la joven no solamente se le elimina el clítoris, sino también los labios mayores y menores de la vulva. Isaad explica que en Sudán es imprescindible practicar la ablación a las hijas: “de lo contrario una chica es molestada en el colegio y sus padres son excluidos de la sociedad”.
En Sudán casi no se habla de este ritual, a pesar de los riesgos para la salud y la prohibición oficial de la infibulación que rige desde 1946. Según la Organización Mundial para la Salud, OMS, un 90 por ciento de las mujeres en ese país ha sufrido la práctica de la ablación. Después de la intervención se deja una apertura mínima, y en consecuencia la chica sigue teniendo molestias al orinar y cuando menstrúa. Isaad perdió a su primer hijo, porque en el parto no recibió la asistencia necesaria en partos de mujeres que han sido mutiladas de esta manera.
Reparación
En una operación de reparación, el cirujano investiga ante todo si hay suficiente tejido bajo las cicatrices. Para la reconstrucción del clítoris se saca la parte que está dentro del cuerpo al exterior, y se cubre con mucosa del interior de la vagina. Las heridas de los labios de la vulva se cubren con la piel de las nalgas.
Completa
Isaad habla con franqueza sobre las mutilaciones que sufrió y las consecuencias de las mismas para su vida sexual. “Frecuentemente no siento nada. A veces logro alcanzad el clímax, sólo gracias a la ayuda de mi esposo. Dedicamos mucha atención al preludio amoroso”.
Pero Isaad no se contenta con un orgasmo de vez en cuando. “Quisiera sentirme completa, tanto física como psíquicamente. Quiero superar mi compeljo de inferioridad”. Por eso considera hacerse una operación de reparación.
Nueva tecnología
Desde finales del 2010, el hospital amsterdamés Onze Lieve Vrouwe Gasthuis, OLVG, dispone de un equipo médico especializado en operaciones de reparación para mujeres víctimas de la ablación. Estas operaciones son relativamente nuevas dentro de la especialidad de la cirugía plástica. El equipo colabora estrechamente con el centro de experticia Pharos (http://www.pharos.nl/supernavigatie/english) y la Asociación de Ginecólogos (NVOG).
Refaat Karim, el médico que tomó la iniciativa para formar el equipo, es el primer especialista en Holanda en efectuar dos operaciones de reparación. Karim tiene experiencia en operaciones de cambio de sexo. El cirujano Pierre Foldes en París ya practicó cientos de este tipo de intervenciones. A pesar de ello, existe poca literatura médica y se desconocen las consecuencias para la paciente a largo plazo.
Se supone que mejora la calidad de vida, pero eso dependerá de la mujer. La operación no se puede practicar en todas las mujeres. Puede que la intervención no sea aceptable desde un punto de vista psicológico o físico. Pharos acompaña a aquellas que han sido operadas y reúne los datos. Sólo gracias a esa colaboración, se puede ofrecer buena calidad.
Decisión difícil
A Isaad le parece una decisión difícil, a pesar de los problemas que le causa la mutilación. Apenas conoce a otras mujeres que se atrevan a operarse y el tema sigue siendo un tabú, incluso entre mujeres inteligentes de Darfur. No puede pedir consejo de su familia en Sudán. “Lo rechazarían. No se los cuento”.
Una amiga fue operada en el OLVG y la intervención resultó exitosa. Su vida mejoró. Se siente bien y puede gozar de su vida sexual. Ella intenta convencer a Isaad para que se opere, pero Isaad duda. “Tengo miedo a perder lo que alcancé con tanta dificultad. Sobre todo en mi vida sexual. Hay un médico en Bélgica que practica estas operaciones, pero no todas resultan exitosas. Las posibilidades de éxito son de un 50 %. ¿Y qué pasa si fracasa o si ya no siento nada más?”
Fuente: Radio Nederland