La anécdota del conjunto de lencería con que se inicia el libro es cierta. En sus viajes a Colombia y otros países de Centroamérica se sorprendió con el hecho de que las mujeres se preocuparan de usar ropa interior del mismo color y de bellos modelos.
Y este singular hecho la hizo reflexionar sobre lo incómoda que se sentía frente al concepto ‘seducción’ que flota en el ambiente, muy vinculado a la belleza corporal y al dinero y por lo tanto, restrictivo porque deja a casi el 90% de la población fuera del tema.
Pilar Sordo se convenció entonces de que la seducción se había reducido a lo burdo, al caño, como dice, y se había alejado de lo misterioso. Y de ahí a escribir “Lecciones de seducción” de editorial Norma un paso, su cuarto libro que ya se empina en la lista de los best sellers.
La obra comprende 12 lecciones de seducción concretas para poner en práctica durante cada mes del año, pero claramente, el proceso se puede apurar. Y cada capítulo tiene tareas específicas que nos llevan a reflexionar o accionar en un sentido.
Para Pilar Sordo el tema es vital porque no deja de ser paradójico que una persona se siente segura para seducir cuando está bronceada por el sol del verano, en vez de hacerlo, los 365 días del mes usando el encanto o el humor.
“Quería rescatarlo (la seducción) para todos”, sentencia.
Para la psicóloga el punto de inicio de todo es no sentir que el seducir tiene que ver con otros, sino que con uno y por eso vincula estrechamente el término seducción con el de autocuidado, autoseducción y autocariño.
“La seducción de otros es una consecuencia y esto tiene que ver más con el hecho de que las seducción genera cierto magnetismo, termina vinculado al liderazgo”, afirma.
Y aquí hay un tema que las mujeres deben tomar en cuenta. La carga social las ha hecho asimilar en forma consciente o inconsciente que la mujer que seduce es una mujer mala y la otra, la conservadora, una mujer buena. No en vano es común escuchar y ver que los jóvenes piensan en la mujer con la que se casarán y será la madre de sus hijos como la buena y las para entretenerse, como la mala.
“El concepto de las dos mujeres en los hombres lo instala una mujer, su madre”, agrega.
Pilar Sordo asegura que las mujeres tienden a sacar a una u otra según el momento y lo importante es integrarlas permanentemente. “Hay que ir a buscar a la que se dejó botada y eso puede ser facilitado por el hombre que se tiene al lado”, aclara.
La especialista señala que efectivamente hay un tema social detrás de esta división, pero esto es más bien un arquetipo que se repite en muchos países y tiene su origen casi bíblico, es como cuando se contrapone la imagen de María con la de María Magdalena.
“Las mujeres no tienen claro cuáles son los costos que pagan por tener disociada a estas dos mujeres, porque a la larga, en algún momento de su vida va a tener que ir a buscar a la que dejó botada”.
En el libro asegura que hoy, un grupo de mujeres, sienten más libertad para vivir a estas dos mujeres, pero son marginales, porque, al contrario, la gran mayoría de las mujeres llevan muchos años en pareja y el hombre se inseguriza frente a la aparición de la mala, comienza a temer que sus actuaciones seductoras puedan derivar en una infidelidad.
Otro tema que se vuelve relevante, apunta en el texto, es que las mujeres no seducen –considerando temas tan básicos como el conjunto de lencería- porque perciben que los hombres leen siempre ello como una señal para ‘tener sexo’.
“Esto pesa mucho. Hay un montón de mujeres que no van a jugar al autocuidado por miedo a cómo serán evaluadas. Para no mandarle un mensaje al hombre que lea ‘quiero sexo’, prefieren no ponerse el calzón bonito… Hay que sacarle el peso sexual a la ropa interior”, sentencia.
EMOL
María José Errázuriz L.