27.05.10 –
Noticias Aliadas *
Adital –
Por Hernán Scandizzo desde Buenos Aires
La trata de mujeres y niñas para la prostitución es un flagelo en crecimiento en Argentina. Las zonas con mayor movimiento económico, principalmente sojeras y petroleras, son las elegidas por los traficantes para la explotación sexual.
Según Mercedes Assorati, coordinadora del Programa Esclavitud Cero de la Fundación El Otro, dedicada a promover la participación ciudadana en asuntos públicos, “el sur del país [que concentra las principales cuencas hidrocarburíferas de Argentina] es un enorme prostíbulo. Esto tiene una raíz histórica, tiene que ver con el desarrollo de la industria petrolera y con la presencia de hombres solos que estaban largos periodos de tiempo en lugares donde no había mujeres. Ahora esto cambió un poco, pero es como una impronta cultural”.
Diversos estudios han coincidido en que la principal forma de reclutamiento es la captación mediante el engaño de mujeres y niñas, principalmente de sectores pobres. No obstante, el secuestro es también una práctica común, y se extiende hacia mujeres de diversos sectores sociales.
“El dinero es lo que produce la demanda y la demanda es lo que hace que de la otra parte esté la oferta”, resume Adriana Domínguez, titular de la delegación Córdoba del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, dependiente del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos. “¿Cómo es la oferta? Secuestrando niñas para la trata o engañándolas para ir a trabajar a esos lugares [ofreciéndoles otros empleos]”, sostiene.
La ruta de la soja
En la misma línea están “la ruta de la soja, la ruta del turismo sexual y la ruta de eventos deportivos internacionales o nacionales”, afirma Fabiana Tuñez, coordinadora ejecutiva de la asociación civil La Casa del Encuentro.
Afirma que con el despegue económico del cultivo de la oleaginosa “cambió, quizás, el cliente o ‘mejoró’ la oferta que se hace para ese tipo de cliente. No se incrementan los negocios [locales]; se incrementa la cantidad de niñas que traen para esos negocios, cada vez más jóvenes”.
La agrupación feminista Sin Cautivas en un boletín publicado en marzo -al conmemorar cinco años de la desaparición de la joven estudiante Florencia Pennacchi, que fue secuestrada- aseguró que no se conoce el número exacto de prostíbulos que funcionan en Rincón de los Sauces, ciudad petrolera de Neuquén.
“Es posible que no haya inventario alguno, aunque seguramente todo habitante del lugar pueda señalar el recorrido preciso hacia cada uno de ellos. En el mes de febrero supimos por la prensa de un ‘mega’ operativo que allanó decenas; diversas fuentes dan cuenta de la reiteración de complicidades. Como que una semana antes del operativo ya se había filtrado la información entre dueños/as de prostíbulos”.
En la misma publicación recuerdan las declaraciones del intendente de la localidad, Hugo Wernli, al diario Río Negro en el sentido de que la prostitución “no escapa a la realidad de todas las comunidades petroleras o mineras del país y del mundo, porque ésta es la realidad, o sea esto hace a nuestra identidad también”.
Según Tuñez, más de 600 mujeres y niñas desaparecieron desde finales del 2008.
“La trata siempre existió en Argentina, lo que pasa que estaba más relacionada con redes locales”, apunta.
Assorati, por su parte, asegura que “lo que hizo el crimen organizado no fue venir a la Argentina y encarar una guerra para quedarse con todos los prostíbulos; muy por el contrario, negocia las mujeres en el sistema prostibulario existente. Las mujeres están siendo gerenciadas por la mafia japonesa y la mafia rusa”.
Un informe de Fundación El Otro, publicado en el 2007, señala que los tratantes utilizan un “sistema de plazas”: alquilan las mujeres a los burdeles por cortos periodos y luego las rotan.
Al respecto, Tuñez explica que “cuando hay mayor movimiento de dinero [en una región] es cuando se traslada a las mujeres, para poder aprovechar al máximo su rendimiento”.
A partir de una investigación realizada en el 2009 por la Unidad Fiscal de Asistencia en Secuestros Extorsivos y Trata de Personas (UFASE) de la Procuración General de la Nación, pudo reconstruirse un circuito de trata de mujeres para la prostitución que va desde Santa Rosa, capital de la céntrica provincia de La Pampa, a la ciudad de 25 de Mayo, en el suroeste de esa provincia, y desde allí a comarcas petroleras de Río Negro y Neuquén, al sur.
Fachada de la prostitución
Si bien en el país la explotación sexual para beneficio ajeno está prohibida desde 1913 y las llamadas “casas de tolerancia” desde 1937, el negocio de la prostitución continúa. Actualmente los prostíbulos funcionan bajo la fachada de casas de masajes, whiskerías, cabarets o clubes nocturnos, y se los promociona tanto en medios de comunicación como en la vía pública.
En mayo del 2009, el municipio de Santa Rosa prohibió estos locales y al poco tiempo la medida fue adoptada por otras localidades pampeanas. Además, iniciativas similares son impulsadas en municipios de Río Negro y Neuquén.
Argentina ratificó el 2002 el Protocolo de las Naciones Unidas para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas especialmente mujeres y niños (Protocolo de Palermo) y en el 2008 el Parlamento promulgó la ley 26.364 de Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus Víctimas.
Sin embargo, en la declaración final del I Congreso Nacional del Interior contra la Trata y el Tráfico de Personas, realizado en mayo en la ciudad de Villa María, en la céntrica provincia de Córdoba, las organizaciones participantes denunciaron “el fracaso de las políticas de Estado para enfrentar el problema de la trata de personas en Argentina, basándose en la comprobación de la ineficacia e inadecuación de la ley 26.364; la corrupción institucional generalizada que involucra tanto a altos jefes de las fuerzas de seguridad, como a funcionarios del poder político y judicial”.
* Servicio Informativo sobre América Latina y el Caribe producido por Comunicaciones Aliadas
Fuente: Adital