Avancso *
Adital –
Por Danilo Rivera
El tema de la juventud sigue estando diluido en esas lógicas de poder tradicionales que van configurando qué es y quién es la juventud en Guatemala. El esfuerzo y lucha de distintas organizaciones sociales, han posibilitado la apertura de espacios, procesos, proyectos e inclusive, legislación a favor de la niñez y juventud, han permitido que el tema se desarrolle de una manera distinta, sin embargo existen diversas iniciativas en las que se promueve un discurso que plantea que la juventud no sabe, es ingenua, no tiene experiencia para actuar hoy, y que se les debe de enseñar, ya que son el mañana. A mi criterio esta perspectiva conservadora, con la que muchas personas estarán de acuerdo, tiene implícito el no reconocimiento del sujeto social (la juventud) en el presente.
Desde mi punto de vista, esas perspectivas planteadas por los sectores tradicionales de poder, han permitido que se configure una juventud que reproduce los discursos y anhelos de los adultos y no los propios, ¿será acaso que la certeza de la frase “la juventud es el futuro….” se refiere más bien a que cuando llegue ese futuro, los jóvenes de hoy serán esos adultos ya preparados?
Como ejemplo de lo antes dicho quiero referirme a los acontecimientos sucedidos el año pasado en la ciudad capital, luego del asesinato del abogado Rodrigo Rosemberg, en donde se pudo observar la conflictividad social, de clase, étnica, existente en el país. Fue, además, un momento y un espacio en el que también confluyó la juventud guatemalteca.
De esta cuenta, se pudo visualizar dos grandes bandos: los blancos y los verdes. El primero, integrado por personas, sobre todo jóvenes, de clase media, media alta, ejecutiva y empresarial; mientras que en el segundo se encontraban personas en su mayoría bastante jóvenes, pertenecientes a los sectores más excluidos de la sociedad, muchos de los cuales son beneficiarios de los programas del gobierno o simpatizantes de éste. Por último, también se registraron expresiones críticas que no se identificaron con ninguno de esos dos grupos.
Algo que me interesa destacar es que a partir de esa coyuntura se han venido promoviendo y difundiendo, sobre todo en los medios de comunicación visual y escritos, una serie de ideas cerradas sobre quienes pertenecen o no a la juventud guatemalteca. Se trata de una serie de estereotipos que, respondiendo a una visión “Light”, elitista, establecen diferencias entre jóvenes “bien” y todos aquellos que terminan siendo calificados como mareros, choleros, mucos, delincuentes o inconformes, estigmatizando y englobando en esos calificativos a una diversidad de sectores de jóvenes que por no ser “bien” ni “modernos”, no merecen ser reconocidos como parte de la juventud.
De toda esta discusión es importante advertir que el concepto de juventud no se está desarrollando -como lo pretenden esos movimientos “bien” o los medios de comunicación- en un campo aislado, puro, neutral, intocable. Considero, más bien, que estamos frente a un espacio en el que se están disputando posiciones, proyectos y perspectivas que bien pueden -o no- apostar a la transformación del modelo de sociedad dominante.
Por último, quiero plantear algunas reflexiones sobre esa “juventud que se está construyendo”. En concreto, me refiero a los grupos de jóvenes “blancos” como “Un joven más”, Los Jóvenes de Pro Reforma, el movimiento “GuateÁmala”, Alejandro Sinibaldi, entre otros, quienes cuentan con suficientes recursos económicos y discursivos para armar una aparente propuesta de cambio, cargada de supuestas ideas “nuevas”, pero que no están haciendo otra cosa que reproducir los aprendizajes más conservadores y tradicionales que han impedido que Guatemala logre avanzar hacia una verdadera modernización y un desarrollo incluyente. Difiero completamente de sus planteamientos y considero que todos y todas debemos aplicar nuestra capacidad crítica para construir otras propuestas y contraargumentar esos “cantos de sirena”.
El propósito de esta reflexión es invitar a la juventud a que, tanto individual como colectivamente, asumamos, exijamos y ejercitemos el rol que nos corresponde jugar en el presente de nuestro país. Parte de ese ejercicio es aplicar nuestras capacidades para poner en práctica, críticamente, todos aquellos aprendizajes que hemos venido acumulando, pero desde nuestro lugar, nuestra posición, nuestra perspectiva sobre la realidad social. No podemos, ni debemos, conformarnos con ser simples voceros de lo que algunos sectores de poder quieren que pensemos, digamos o hagamos.
* Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala
Fuente: Adital