Redacción

BBC Mundo

El presidente portugués se opone a una legislación que terminó ratificando.

El presidente de Portugal, el conservador Aníbal Cavaco Silva, aprobó en la noche del lunes la ley de matrimonio homosexual, a pesar de no estar de acuerdo con ella.

Pocos días después de la visita del Papa Benedicto XVI, y en una sociedad de fuerte tradición católica, Cavaco Silva enfrentó un dilema a la hora de ratificar una ley que ya había sido aprobada por el Parlamento en enero.

Aunque ha manifestado su oposición al nuevo marco legal, el jefe del Estado portugués dijo que decidió promulgarla porque si la vetaba ésta habría vuelto al Parlamento, que en el plazo de ocho días la habría aprobado nuevamente, con carácter definitivo.

Católico practicante, el presidente portugués demoró varias semanas la decisión, que tenía como plazo final este martes.

El matrimonio entre homosexuales ya está legalizado en otros cinco países de Europa: Bélgica, España, Holanda, Suecia y Noruega.

Cavaco Silva defendió la necesidad del consenso ante la crisis económica que vive su país y dijo que no quiere “alargar inútilmente este debate” ni “desviar la atención de los portugueses de los problemas que afectan gravemente la vida de las personas”.

Aunque, el mandatario citó los casos de Francia, Alemania, Reino Unido y Dinamarca, quienes reconocen la unión civil de los homosexuales, pero que no le llaman “matrimonio”.

La legislación excluye el derecho de las parejas homosexuales a adoptar hijos.

Portugal, hasta 1982, consideraba la homosexualidad como un delito.

El portavoz del Partido Socialista de Portugal, Vitalino Canas, celebró la decisión presidencial y dijo que “es un momento memorable” y “un gran paso hacia adelante, políticamente y como sociedad”.

Antonio Serzedelo, presidente del grupo defensor de los homosexuales Opus Gay, felicitó al mandatario por priorizar “la responsabilidad ética por sobre sus opiniones personales”.

La legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo supone un giro significativo en un país como Portugal, que hasta 1982 consideraba la homosexualidad como un delito y cuya población es 90% católica.

La Iglesia Católica es uno de los principales opositores a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Portugal ya había desafiado al Vaticano en 2001 al despenalizar el uso y la tenencia de drogas ilegales, y en 2007, al legalizar el aborto.

Fuente: BBC Mundo

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