Nicola Di Bari, conocido como ‘El Último Romántico’, llega a Lima para cantarle al amor este sábado 13 de febrero en el María Angola (Entradas: Teleticket). Con más de cuatro décadas de carrera, el hombre siente que aún está vigente en el corazón de sus numerosos fans.
Autor: Gonzalo Pajares C.
“Un solo artista marcó mi carrera. Nació en Estados Unidos y se hacía llamar Frank Sinatra. Aprendí mucho de él, y no por algo es el máximo representante del canto popular en el mundo entero. La época de Frank Sinatra fue un momento musical muy importante en mi carrera, aprendí y aprendí… y, simplemente, aprendí”. Nicola Di Bari, el cantautor italiano que este fin de semana se presentará en Lima, e intérprete de himnos como La primera cosa bella, Vagabundo y El último romántico, nos habla de su máximo ídolo musical.
Usted hace música popular, pero Italia es la cuna de la música lírica. ¿Existe algún italiano a quien no le guste esta música?
No, porque está en nuestra sangre. No creo que exista algún italiano al que no le apasione la lírica.
Mi madre adora el registro de su voz. Sin embargo, me he enterado de que algunos la critican. ¿Qué valores le encuentra usted?
Mi voz es ronca y llena de arena. No estoy muy al tanto de las alabanzas o de las críticas hacia ella. He de decirle que yo simplemente canto porque la gente me lo pide.
¿Se siente más compositor que cantante?
Yo me siento alguien que cuenta su vida, sus experiencias. Si plasmar mi vida en un papel es ser un cantautor, pues, lo soy, y si expresarla mediante el canto es ser cantante, pues, también lo soy. Y también me siento el hombre más bello del mundo (risas).
Hablando de eso. Cada vez más, en el mundo de la música popular, se impone la ‘belleza’ al talento, las caras bonitas a las buenas canciones. ¿El talento es incapaz de imponerse sobre lo prefabricado?
El talento se tiene o no se tiene, es un privilegio de la vida. Mi expresión sobre la belleza es solo una broma. Yo no tengo problemas con ningún compañero que sea o no bello; lo que yo hago lo hago porque lo siento, y no le puedo decir si alguien es bello o no, o si tiene talento o no, porque siempre habrá alguien que guste de ellos.
¿Qué significan para usted y su carrera el Festival de San Remo?
San Remo… es San Remo. Es una parte importante de mi vida y de mi carrera pues gané algunas de sus ediciones. Sin embargo, se ha convertido más en un espectáculo televisivo simpático, pero, para mí y para muchos otros artistas, seguirá siendo una institución. Lamento que no sea como antes.
¿Dónde lo quieren más: en Italia o en Latinoamérica?
Eso es algo que no se puede comparar… pero creo que me quieren un poco más en Latinoamérica, sobre todo en el Perú (risas).
¿Qué canciones suyas lo emocionan cada vez que sale al escenario?
Para un artista, las canciones son como los hijos: todos son bellos. Sin embargo, una canción que siempre me emociona, y que le podría describir como la ‘más importante’ de mi carrera, es La primera cosa bella, que compuse cuando nació mi hija.
¿Cómo evitar que un artista se convierta en un cantante de covers de sus propias canciones?
Toda canción es distinta. Por eso, cuando canto, vivo esos minutos como si fueran un momento nuevo. Gracias a Dios, a las personas les siguen gustando y me siguen pidiendo los temas que les llegan al corazón.
¿Ha conquistado a muchas mujeres con su voz?
Bueno, sí. A las mujeres les gusta mi voz ronca y llena de arena (risas). A veces me siento culpable, pero es una dulce culpa.
¿Por qué canta?
No lo sé, solo vivo. Eso no se puede explicar en palabras, pues cuando lo hago me encuentro con todas mis emociones. El público se lleva mis emociones en cada concierto, y canto porque él me lo pide.
¿Por qué compone?
Para que la gente conozca mi situación emocional y me conozca a través de mis canciones, ya que allí están mis experiencias de vida. Lo que yo canto son emociones del planeta entero, situaciones que las pasa todo el mundo. Yo no me considero artista, solo canto y cuento mi vida, y si para ustedes eso es ser artista, pues, lo soy, pero yo me considero Nicola Di Bari y punto.
Fuente: Perú21