jueves 28 de enero de 2010
l acto sexual para los antiguos peruanos de las culturas precolombinas e incaica era un ritual mágico y religioso, a través del cual se daba paso a la fecundación de la Tierra (“Pachamama”) por obra del Dios del Agua, que representa la fuerza masculina.
Así lo sostuvo el arqueólogo Federico Kauffmann-Doig, quien ha investigado el tema desde la década de 1980 y cuyas conclusiones están plasmadas en dos libros, de los cuales el más reciente es “Sexo y magia sexual en el antiguo Perú”.
El antiguo peruano era agricultor y entendía que la tierra no podia dar ningún fruto si no era fecundada por el agua, lo cual lo llevó a polarizar dos fuerzas, la femenina y la masculina, que a la vez transfirió a la esfera divina y tributó adoración mediante el acto sexual, indicó.
Kauffmann-Doig explicó que sus referencias a la antigua cultura peruana o andina comprenden aquella que comenzó hace 3.000 o 4.000 años en el territorio que ahora es el Perú, que siguió un largo proceso de evolución y que tuvo varias ramificaciones en diferentes culturas.
Los antiguos peruanos, contra lo que generalmente se cree, no tenían ni creían en un solo dios hacedor de todo lo existente, sino en dos dioses que representaban a las dos fuerzas creadoras del universo, la femenina (la tierra) y la masculina (el agua), señaló.
Las antiguas civilizaciones elevaron la cópula, la relación sexual, a la esfera de la magia, de los ritos, de los dioses.
Las investigaciones de Kauffmann-Doig tuvieron como base fundamental las representaciones que sobre el acto sexual fueron plasmadas en las guacas (sepulcros) de las diferentes culturas precolombinas, fundamentalmente de las culturas vicús y mochica, así como las crónicas de la conquista de Perú.
Tanto la cultura vicús como la mochica, anteriores a los incas, se desarrollaron en la costa norte de Perú, frente al océano Pacífico, en un territorio caracterizado por sus extensos desiertos de arena e intenso sol.
Las investigaciones sobre la cultura mochica realizadas por Rafael Larco-Hoyle en la década de 1930, descubrieron una gran cantidad de guacas que ilustran ampliamente la actividad sexual de su población.
Esas representaciones de su vida sexual, dijo Kauffmann-Doig, indican que practicaban las ocho o nueve posiciones fundamentales de la cópula, tal como se practican en la actualidad, pero entre ellos tenían un carácter mágico-religioso.
El hecho que otras culturas diferentes a la vicús y la mochica no hayan dejado testimonios tan explícitos sobre su vida sexual, indica que entre ellas habían fuertes restricciones y férreos controles en esa materia.
Los incas, por ejemplo, castigaban cruelmente el adulterio y la homosexualidad, aunque ésta solo era permitida “en relación a ciertos conceptos religiosos muy arcaicos” en algunas provincias.
El investigador explicó que en la civilización inca sólo al monarca, por su alta jerarquía, se le permitía tener varias mujeres, por lo que para él se crearon los “acllahuasis” (casas de las escogidas).
Las “acllas” eran mujeres escogidas especialmente para el inca, a quien acompañaban durante sus largos viajes, incluso eran entregadas a algún general o soldado como premio por alguna hazaña.
En cambio, según ilustran los textos y gráficos del cronista indio Huamán Poma de Ayala, el adulterio entre las personas comunes en la cultura inca era castigado con crueles torturas, como la lapidación pública o colgando de la cabellera a los autores de esa falta.
Kauffmann-Doig señaló que el tema de la virginidad de la mujer inca era entendido como una afrenta, algo muy diferente a como la entiende occidente y el mundo actual.
“La mujer que llegaba virgen al matrimonio o al ‘servinacuy’ (convivencia pre matrimonial) era mal querida y señalada como fea, sin gracia, una señal de que nunca había gustado a los hombres”, explicó.
En cambio, el matrimonio se entendía como algo sagrado, un ritual a los dioses creadores, de ahí también que se castigara cruelmente el adulterio.
De acuerdo con algunos testimonios, las parejas incas practicaban el coito anal, especialmente en la etapa que seguía al alumbramiento de la mujer, con el fin de no embarazarla otra vez de inmediato, señaló Kauffmann-Doig.
“Se pensaba que un embarazo inmediato al alumbramiento disminuía la producción de leche en la mujer, afectando a la criatura recién nacida, por lo que la práctica sexual en esa etapa se orientaba al lado anal”, explicó.
El estado inca se consolidó en el siglo XV durante el reinado de Pachacutec, con sede en el Cusco, y sus sucesores extendieron los dominios de su reinado en gran parte de América del Sur.
La cultura inca sorprende por su gran organización social y militar, su planificación económica, su arquitectura y su agricultura, pese a que se desarrolló en una de las geografías más accidentadas del planeta.
El historiador inglés Arnol Toynbee clasificó el periodo inca entre las culturas superiores del mundo antiguo.
Fuente: Argenpress