Ojalà en otros aspectos de la vida avanzara la igualdad entre hombres y mujeres.

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Vie, 29/01/2010 – 21:25

Las mujeres reivindican su derecho a comprar placer. Las tendencias igualitarias entre hombres y mujeres han provocado que ellas también salgan a la calle a buscar sexo pagado, aunque la oferta todavía es muy escasa.

Durante siglos los hombres pagaron por sexo, pero esa forma de transacción carnal estuvo vetada para las mujeres, hasta que ellas asumieron que, ya que pagaban las cuentas de igual a igual, podían permitirse por fin ese lujo.

Entonces, aparecieron los prostitutos varones (no confundir con aquellos orientados al público gay) y tuvieron que ir aprendiendo las reglas de un oficio que, pese a ser el más antiguo del mundo, asumía un rostro absolutamente nuevo.

En el rancho Shady Lady, en Nevada, a unos 240 kilómetros de Las Vegas, trabaja Markus, el único prostituto varón del local, que se publicita como el primer burdel legal de prostitución masculina en el mundo.

En el perfil, junto a la foto en la que luce su cuerpo trabajado y aire latino, reza clarito: Only for ladies (sólo para damas). Y la lady que quiera disfrutar de las caricias de Markus durante 40 minutos sólo debe contar con 200 dólares (180 si el trato se hace por Internet en http://www.shadyladyranch.com/guys.html) o, si la idea es pasar la noche completa con él, unos dos mil dólares, negociables.

Shady Lady no tiene más que un prostituto varón, porque la clientela femenina aún no es muy amplia, pero se han tomado los mismos cuidados que con las prostitutas mujeres: Markus ha pasado por todos los exámenes sanitarios, incluido el de uretra.
Varios acompañantes masculinos y estrellas porno enviaron sus currículum vitae y fotos, pero los dueños de Shady Lady prefirieron a “alguien capaz de encantar a las mujeres además de destacarse por su desempeño sexual”.

Pero la prostitución masculina es un fenómeno en ascenso. En Calcuta, India, los gigolós (nombre con el que se les conoce) han comenzado a proliferar, especialmente en el centro de la ciudad, según reporta la BBC.

Provienen de familias de clase media y colocan avisos en las columnas de clasificados de periódicos y revistas, promocionándose como acompañantes masculinos o “amigos”.

Con los años, el perfil de las mujeres que buscan gigolós ha ido cambiando. “Hace cuatro años, mi clientela era lo que se podía considerar clase alta, esposas de hombres de negocios, ejecutivas, burócratas. Ahora son de clase media las que nos llaman”, afirma Samrat, uno de los gigolós, y añade: “Las mujeres que nos buscan ya no son tímidas. Son igual de profesionales que los hombres que buscan a trabajadoras sexuales”.

Esta tendencia igualitaria es todavía poco visible en nuestro país, donde las mujeres no se atreven a desafiar la mirada ajena para ir en busca de aquello que no encuentran en casa.

Sin embargo, en algunas discotecas exclusivas del sur de Lima, no es raro ver llegar a damas maduras que bajan de sus automóviles de lunas polarizadas, ingresan por un rato con mirada de cazadora y salen del brazo de algún muchacho que acaban de conocer ahí. ¿El precio de la compañía? Eso sólo ellos lo saben.

Fuente: La Repùblica

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