El que Michael Moore acostumbre a meter el dedo en las llagas de su país no responde sino a su voluntad de recuperar el verdadero orgullo de ser americano, hipótesis que demuestra en “Capitalismo: una historia de amor”, el documental en el que busca a los culpables de la crisis.
“Llamarme antiamericano es como decir al Papa que odia a la Iglesia”, se defiende en una entrevista con Efe el popular documentalista, que apela en su nueva cinta, no a la comparación con Europa o Canadá, sino a la capacidad de ilusión de su pueblo, a sus bases democráticas primigenias o a las políticas del New Deal de Roosevelt.
Esas políticas que, curiosamente, sentaron el Estado del Bienestar en Europa. “No veo Europa con visión de miope, ya sé que no sois una utopía. Tenéis muchos problemas. Si creyera que es tan genial, estaría viviendo allí, pero sigo viviendo aquí, así que en realidad prefiero esto”, explica el ganador de un Óscar por “Bowling for Columbine”.
“Esto” es Traverse City, la pequeña localidad del estado de Michigan en la que reside, en la que ha creado su propio festival de cine y en la que convocó a la prensa internacional.
“Quería que todos vosotros viniérais al lugar al que nunca vendríais: al estado con mayor tasa de desempleo del país. Estáis en medio de la depresión”, asegura. Y en ella profundiza su película, en la que, por primera vez en su cine, el drama puede con el humor.
Y es que, después de hacer una “comedia de situación” con Charlton Heston en “Bowling for Columbine” o de buscar la filosofía del apoyo incondicional de Britney Spears a George W. Bush en “Fahrenheit 9/11”, Moore quería abordar un romance.
“Ha sido una evolución natural -bromea-, es una historia de amor de gente rica que ama su dinero. Ellos no sólo quieren el dinero, también el nuestro. Querían todo el dinero. Estaban tan enamorados de ellos mismos y de su dinero, que no pudieron pensar claro. Y, por su culpa, el resto del mundo ahora sufre”, explica.
Al decir “el mundo”, denuncia el mimetismo de Europa con la cara más feroz de los Estados Unidos. “Dejad de ser como nosotros. Vuestra sociedad sufrirá si privatizáis la sanidad, si retiráis el dinero de la educación, seréis como la América de mis películas”, espeta.
“Os pido es que no adoptéis nuestras políticas, dejad de invadir otros países con nosotros. Apoyásteis a George W.Bush y le legitimásteis”, reprocha.
El ex presidente de su país ha sido una atípica musa para su cine, pero no echa de menos la inspiración y da la bienvenida a la esperanza gracias a la elección de Barack Obama.
La administración Bush estimulaba su sorna, pero con Obama segrega optimismo. “Tengo mucha esperanza desde que Obama fue elegido”, confiesa. Según él, ahora le toca a la gente estar a la altura y, por eso, “Capitalismo: una historia de amor”, llama a la revuelta popular.
“Me preocupa que los millones de personas que se activaron para que la victoria de Obama se produjera se sienten ahora en su casa y se pongan a ver la tele sin más”, argumenta.
“No conseguiremos que su política avance en el Congreso si no estamos detrás de él. Como ocurrió con Roosevelt, cuando directores en Hollywood decidieron hacer cine sobre la condición humana, como Frank Capra, Preston Sturges y Will Rogers, o John Steinbeck escribió ‘Las uvas de la ira'”, prosigue.
Con sus películas intenta recuperar ese cine por la democracia. “Las cosas han cambiado en mí país: cuando hice ‘Fahrenheit 9/11’ -por la que ganó la Palma de Oro en Cannes- el 70 por ciento creía en Bush y en la guerra. En 2004 era un ‘outsider’. Pero en 2008 la mayoría de los americanos estaban de acuerdo conmigo”, argumenta.
Pero, si el objetivo último de su cine es que el mundo se solucione, ¿qué sería de Michael Moore en un mundo perfecto?
“Me gustaría no ser necesario en este negocio. Si la gente empieza a hacer las cosas mejor y no tengo que hacer más películas, yo estaría encantado”, concluye. EFE
Fuente: La Repùblica