Es un artículo estenso pero vale la pena-
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Las últimas horas de Genaro
César Hildebrandt
Columnista
El señor Enrique Cornejo, uno de los cajeros del doctor García, ha dicho que la libertad de expresión “está garantizada en Panamericana TV”.
Es como cuando decía que en el Instituto de Comercio Exterior –que él dirigía- no se robaba ni se exigía coimas por el tráfico de los dólares MUC.
Cornejo, que tendría que haber pasado por la justicia penal si el Perú fuera un país en serio, no ha hecho sino confirmar que el “operativo Canal 5” nació en las sentinas del palacio de gobierno. Nadie como Cornejo, secuaz hasta la médula, para hablar en nombre de García.
Los hechos, desde luego, desmienten a Cornejo.
Y no sólo porque hayan despedido al equipo de “Panorama” sino por el clima tóxico en el que esa maniobra se ha producido.
El domingo 31 de mayo debió salir en “Panorama” un reportaje de once minutos que César Hildebrandt Chávez había dedicado a los 60 años del doctor Alan García.
No se trataba sólo de una de esas “apretadas biografías” que la prensa suele armar con motivo de un cumpleaños importante sino de un recorrido, entre irónico y travieso, por esa vida de sucesivas resurrecciones que el doctor García ha vivido para disfrute de su familia y de algunos de sus más cercanos colaboradores.
Hildebrandt Chávez entrevistó a Carlín, a Javier Diez Canseco, a Ricardo Vega Llona, a Pocho Tantaleán y a Augusto Álvarez Rodrich para que hablaran de García. No se trataba, como se ve, de una portátil del entusiasmo pero tampoco de un aquelarre antialanista.
El reportaje fue entregado tarde. Tan cerca de la hora de emisión del programa, que Pablo O’Obrien, el director de “Panorama”, consideró que era mejor no sacarlo. Alguien, en el control maestro, habló de “problemas con el audio”, pero ese pretexto fue después descartado.
Todo indica que O’Brien habló del reportaje con Genaro Delgado Parker. El asunto es que a Genaro se le pararon los pelos cuando lo vio. Y, por supuesto, lo vetó. No era dable permitir que un malhadado recorderis biográfico frustrara las negociaciones que llevaba a cabo con García.
O’Brien no le dijo nada del veto a Hildebrandt Chávez. Lo único que Hildebrandt Chávez supo es que a Genaro se le ocurrió que si la nota salía debía figurar el siguiente crédito cada vez que apareciera Javier Diez Canseco: “Ex congresista comunista, 0,5% de los votos”.
Como nadie le dijo nada ni directa ni indirectamente, aunque los rumores crecían como las habichuelas mágicas, Hildebrandt Chávez se presentó el domingo 1 de junio, a eso de las 6 de la tarde, a las oficinas de “Panorama”. Llevaba el reportaje sobre los 60 años de García, que se había llevado para hacerle unos retoques sin importancia, y otra nota, ajena al tema, que acababa de editar en su casa.
Antes de que entrara al despacho de “Panorama”, escuchó la voz de Genaro Delgado Parker llamándolo. “Necesito hablar contigo”, le dijo.
Genaro lo llevó hasta su oficina y empezó un circunloquio de cientos de kilómetros y por lo menos un par de siglos. Su monólogo lo llevó a hacer comentarios sobre las tensiones con Chile, la tragedia de la Guerra del Pacífico, el problema de Tiwinza y la paz con el Ecuador.
En esa “conversación”, que apenas permitía alguna fugaz acotación, no faltaron, por supuesto, los recuerdos de la época de Velasco, la creación de Telecentro, el exilio en Buenos Aires y Puerto Rico y, de nuevo, el armamentismo chileno tan preocupante.
Hildebrandt Chávez no sabía qué hacer ante ese viejo que aspiraba a que la historia hablara por su boca. Y eran veinte para las siete de la noche y Genaro seguía abriendo los tesoros de su memoria (aunque ocultando lo mejor de sus botines y el frasco con cabezas reducidas que debe de guardar en alguna parte).
Al final, tras de ciertas frases confusas y un poco de nerviosismo, saltó la liebre. Genaro le dijo a Hildebrandt que él (Genaro) era el verdadero Editor General de Panamericana, que debajo de él (y sólo debajo de él) estaban los directores de cada programa periodístico y que él, como Editor General, y en nombre de esas funciones, a las que jamás había renunciado, podía vetar y vetaba cualquier noticia, reportaje o entrevista que llevaran el sello del Canal. Así de contundente.
Hildebrandt Chávez terminó de escuchar eso y le dijo a Genaro que ya era muy tarde, que faltaban diez minutos para las 7 de la noche y que tenía que entregar su material.
El especial sobre el García sexagenario no salió al aire, por supuesto. Después del programa, el equipo de “Panorama” se reunió y allí Hildebrandt Chávez anunció su renuncia. Todos, incluyendo O’Brien, lo lamentaron. Nadie, sin embargo, lo imitó. O’Brien, que aspiraba a ser una versión remozada de Carlos Paz Cafferata, se sentía seguro. Y lo que quedaba del equipo, también.
Al día siguiente ocurrió lo de García tomando el Canal a través de su Sunat. Hildebrandt Chávez llamó por teléfono a O’Brien a eso de las 4 de la tarde para pedirle que encendiera Canal N. O’Brien pareció quedar en shock. Pero todavía se sentía seguro.
Ayer, sin embargo, a la 1.30 p.m., el nada profético O’Brien fue recibido en la puerta de Panamericana con una carta de despido colectivo. La firmaba, con fecha antelada, Genaro Delgado Parker a nombre de Panamericana Contenidos y hablaba, en el peor estilo genarista, de “razones de rating”.
La verdad es que en el asunto del rating el nuevo elenco había hecho todo lo posible en un Canal que tiene la credibilidad en el suelo y los equipos en ruinas. Pero Genaro no puede dejar de poner su sello en cada despedida.
Hildebrandt Chávez había hecho una propuesta que O’Brien había aceptado delante de los demás reporteros. Esa propuesta era hacer, por fin, una nota a fondo sobre la matanza del Frontón.
Ahora es dable pensar que esa información, dada presumiblemente por O’Brien a Genaro en una de esas conversaciones sonsacadoras con las que el administrador judicial de Canal 5 martirizaba al director de “Panorama”, aceleró su caída y la de todo el equipo.
De tal modo que don Genaro “limpió” el Canal antes de entregárselo a García. Eso facilitará el trabajo de cualquier Valenzuela que se haga cargo y de cualquier Chang o Garrido Lecca que se haga con el Canal. ¿O será la Universidad San Martín?
Pero si Genaro “limpió” el Canal de reporteros peligrosos, la huella de su propia mugre llega hasta el Código Penal.
En el lado de Ernesto Schutz Freundt, el hijo que tuvo que renegar de su impresentable padre, se esperaba que se emitiese la resolución con la que terminará, desde el punto de vista de la judicatura, todo este enredo.
Esa resolución provendrá del despacho de la jueza Ana Lucía Campos Flores, del segundo juzgado civil del Cono Norte, y ordenará, sencillamente, que Panamericana vuelva a manos del directorio que interpuso la demanda original.
Como el servil Cabello es una figura administrativa, como no hay ninguna resolución judicial que lo haya nombrado y como su papel de cobrador de la Sunat sólo le da derecho a vigilar pagos pero no a gestionar, a la hora en que esa resolución entre en vigencia veremos hasta dónde está dispuesto a llegar el hampa aprista.
No sólo eso. El abogado Mario Mori Castro preparaba ayer unos papeles que pueden hacer historia. Serán una demanda penal y otra civil en contra de la Sunat, en contra del Poder Judicial y en contra de Genaro Delgado Parker.
A la Sunat se la denunciará por omisión de funciones y complicidad en el fraude tributario sistemático y prolongado que encubrió a lo largo de estos últimos seis años.
Al Poder Judicial se le planteará una denuncia por haber acogido el carrusel de amparos y tretas varias con el que Genaro pudo quedarse seis años saqueando la empresa que debía custodiar.
Y a Genaro Delgado Parker se le enjuiciará por su responsabilidad protagónica en la quiebra de Panamericana y en la apropiación ilícita de impuestos ya cobrados (el IGV, por ejemplo), aportaciones sociales (las CTS) y montos indemnizatorios y beneficios que llevan años de espera.
Y esta vez Genaro no podrá refugiarse ni en su edad ni en la prescripción. Porque las penas que le esperan son lo suficientemente severas como para que los atenuantes de la senectud o de la fecha en que se produjeron los delitos no sean tomados en cuenta.
Además, el gran problema que se le viene a Genaro es que, según la ley procesal penal, él ha sido, como “administrador judicial”, un eventual funcionario público.
En efecto, según las leyes vigentes quien ejerce la administración judicial de un bien se convierte en “órgano de auxilio judicial”. Y eso, según el doctor Mori, es suficiente como para acusar a Delgado Parker del delito de peculado.
Para proteger a Genaro y eximirlo de su futuro carcelario García va a tener que jugar con todas las cartas marcadas y con una Uzi sobre la mesa. Como le gusta. “Gamboa” va a ser agua de malvas.
FUENTE: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columnistas/las-ltimas-horas-de-genaro_39713.html