El negocio con los derechos humanos
Reinaldo Bolívar
26 Mayo 2009, 01:06 PM
Desde principios de los años 80 del siglo pasado, el tema de los Derechos Humanos se posicionó internacionalmente. La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) adoptada por la Asamblea General de la ONU el 10 de diciembre de 1948, que tuvo su antecedente en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente Francesa el 26 de agosto de 1789, presenta los grandes avances que han dado el hombre y la mujer en la lucha por la igualdad y la progresión de los derechos civiles.
Todo había ido muy bien. A las grandes luchas seguía un nuevo logro, en igualdad de género, metas del milenio, derechos de los niños, niñas, adolescentes, derechos al disfrute del ambiente, salud, cultura, recreación, derechos políticos, entre otros. Pero luego los intereses capitalistas, los mercantilistas de siempre percibieron un gran negocio en eso de la defensa de los derechos humanos.
Lo primero fue apuntalar que la violación de los derechos humanos era una acción exclusiva de los estados nación. Vale decir, había que luchar contra los estados, sean fuerte o débiles para conquistar los derechos, no importaba quien estuviese frente al gobierno de turno de un estado. Ser gobierno fue rápidamente asociándose a ser violador de los derechos. La hipótesis cobraba fuerza por la suposición de que el estado ejerce el monopolio de la violencia a través de sus cuerpos de seguridad como ejércitos y cuerpos policiales.
Desde esta visión el estado nación es responsable por acción u omisión de toda violación contra los derechos humanos, para ello se dota de leyes y de organismos para hacerlas cumplir, como son los llamados poderes públicos. Bajo esta perspectiva las acometidas contra las personas por parte de empresas privadas, criminales, delincuentes son también atribuidas al estado por no prevenirlas o reprimirlas a tiempo.
El asunto de los derechos humanos cayó en el campo de la confusión. El estado es el enemigo a vencer, así haya gobiernos populares y de avanzada en el tema. Aparecen las organizaciones no gubernamentales, generalmente compuestas por elementos de derecha, como vengadores del derecho atropellado, y no como vigilantes de que no se viole el derecho, pues actúan a posterior a través de sus particulares relatorías. Para cumplir su cometido buscan recursos en los propios estados, especialmente de aquellos que gustan al igual que ellos de certificar a terceros. Es así como Europa, y países del Norte se convierten en patrocinadores de ONG, cuya acción principal se dirige sobre los gobiernos no patrocinantes, como son los de los países del Sur, salvo los de derecha, por supuesto.
Así es como atrofiaron del concepto. Porque mientras estas ONG y organizaciones descentralizadas de la ONU, Unión Europea y la OEA, se dedican casi exclusivamente a monitorear a los gobiernos de los estados naciones del Sur, sus amigos, actores políticos, se desempeñan con total impunidad internacional en la desestabilización política de países escogidos, generalmente nacionalistas o con gobiernos de avanzada que no son de su agrado.
Entre los derechos preferidos a defender está el de la libertad de expresión, un concepto secuestrado enteramente por las empresas de comunicación. La perversión de este derecho ha hecho en realidad que las grandes mayorías vean día a día la posibilidad de expresarse o defender sus otras conquistas, debido a que las ONG y las agencias descentralizadas restringen su acción a proteger a medios privados nada plurales, no responsables socialmente que atacan a mansalva a los estados – naciones donde sus afines de la derecha no ejercen el poder político. De allí que toda relatoría o informe de estas ONG o agencias descentralizadas carezca absolutamente de imparcialidad. A otros gobiernos no de su agrado, ni del de sus patrocinantes, les van haciendo un prontuario noticioso con miras al derrocamiento por algunas de las vías que para tal fin escogen, como el de las revoluciones de colores.
Mientras estas organizaciones, transnacionales del negocio de la defensa interesada de los derechos, lancen por un despeñadero las conquistas universales y detienen su evolución, continuará la corrosión acelerada de las organizaciones internacionales y regionales que en su momento fueron creadas para hacer respetar la soberanía de los Estados Nación. Ahora son instrumentos mal sanos contra el verdadero y popular ejercicio de las libertades de los pueblos del mundo.
Fuente: http://www.rnv.gov.ve/noticias/?act=ST&f=15&t=98307