FELIZ DÍA GENTE BOLIVIANA Y BOLIVIANO.

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Los enemigos de la revolución

Mabel Azcui

25-05-2009

Enemigo de la revolución

Hoy 25 de mayo, los bolivianos conmemoran que hace 200 años se lanzó el primer grito independentista de la América mestiza. En los posteriores 16 años, la idea de libertad que propagó por toda la región y dio lugar al nacimiento de repúblicas, una tras otra.

Doscientos años después de esta acción emancipadora y revolucionaria, la nación boliviana está inmersa en un proceso de cambio profundo de las estructuras de su sociedad y del mismo Estado. Y esta celebración es un nítido reflejo de la realidad boliviana: el presidente Evo Morales y sus invitados tienen programa aparte en el área rural, mientras que la prefecta de Chuquisaca y la alcaldesa de Sucre desarrollan actos centrales de la misma celebración en la Casa de la Libertad, en la capital de Bolivia. En el fondo de esta dualidad campo-ciudad están las heridas abiertas por el errático accionar político, los enconos que no se superan y la insidiosa negativa a la magnanimidad del perdón. De ambas partes.

Dentro de todo, los cambios impulsados por el Gobierno se producen en democracia, aunque a veces se han sobrepasado sus límites, en busca de incorporar -al menos esa era la idea primaria-a los sectores más desposeídos entre indígenas y campesinos, a los beneficios del desarrollo económico.

Factor contestatario
El Gobierno identifica este proceso de cambio como una “revolución democrática y cultural”. Y, como todo proceso revolucionario, pareciera que necesita asegurarse de contar con enemigos, adversarios o contra revolucionarios. Las razones para contar con un adversario nos las da la profesora universitaria y socióloga María Teresa Zegada.

“Todo proceso revolucionario, por lo menos en términos teóricos, y los ejemplos históricos muestran esa tendencia, requieren de una contraparte, de un factor contestatario, contra revolucionario que, en este caso, se vincula a una suerte de rezago de la historia, es decir, un proceso reaccionario que se opone a la revolución.”

“Ahora bien, el problema de un proceso revolucionario es que uno puede percibir que éste se fortalece políticamente en la medida en que existe un enemigo común. En muchos episodios de estos tres años, hemos podido ver cómo estos sectores internos de la política boliviana, contrarios a este proceso, han unificado a aquellos sectores que están junto al proceso de cambio y cerrar filas detrás del presidente Evo Morales. Entonces, la presencia del otro, de un enemigo común, hace cohesionar de alguna manera y realinear las fuerzas en torno a este proceso denominado revolucionario”.

El enemigo externo
El proceso revolucionario de Morales ha enfocado a los contestatarios del norte, este y sur del país, a los líderes autonomistas de los cuatro departamentos, como “el enemigo interno”, y no ceja, mediante propaganda política, demandas judiciales y la intimidación, de señalarlos como sus adversarios para mantener en expectación a los movimientos sociales. Pero, la revolución necesita también de un enemigo externo. A él se refiere la socióloga Zegada, cuando dice:

“Este proceso revolucionario ha encontrado, como parte de su razón de ser, una lucha contra un enemigo externo, que se ha plasmado en el Gobierno norteamericano, y no solamente por que ha tenido presencia importante en esta Administración, sino que no hay que olvidar que el propio presidente Evo Morales se origina en el movimiento cocalero, que se ha articulado en torno a una confrontación con las políticas de erradicación forzosa de la coca en Chapare fundamentalmente; y que, gracias justamente a esta permanente confrontación con las políticas de erradicación y contra el Gobierno norteamericano, se ha producido el crecimiento político de esta organización sindical. Entonces, de alguna manera, el presidente Morales -ahora al mando del país- ha encontrado como uno de los elementos más notorios de confrontación en un nivel exterior al Gobierno norteamericano, que no se ha traducido sólo en discursos de confrontación, sino en acciones directas que han culminado con la expulsión del embajador (Philip) Goldberg y con la expulsión de algunas otras agencias (Usaid, DEA) del país”.

La ronda de conversaciones que Bolivia y Estados Unidos comenzaron, la semana pasada en la Paz, a fin de normalizar sus relaciones no ha neutralizado del todo el símbolo del enemigo exterior, pues las principales autoridades del país criticaron nuevamente la política estadounidense respecto a esta nación andina.

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