El siguiente post fue redactado para el curso “Historia de la Iglesia en el Perú y América Latina” en el semestre 2013-1
El Concilio Vaticano II trajo una serie de modificaciones positivas a la Iglesia Católica; no obstante, dentro de ésta misma, existen sectores que están en contra de las reformas efectuadas. El presente trabajo busca explicar los sectores conservadores en la Iglesia Católica mediante los textos de John Allen Opus Dei. Una visión objetiva de la realidad y los mitos de la fuerza más polémica dentro de la Iglesia Católica; William Swatos, Jr. Religion & Democracy in Latin America; y Psychoanalysis and Latin American History de Margaret Torado Williams. Se buscará responder a las siguientes preguntas: ¿Cómo se define “conservador” en la Iglesia Católica? y ¿Por qué hay conservadores en la Iglesia?
El texto de Allen, presenta en la primera parte una breve biografía de Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. El autor, que presenta una visión favorable de dicho movimiento, sostiene que en 1946, Escrivá se trasladó a Roma donde “dirigió la expansión de la nueva entidad que creía que Dios le había encomendado que fundara”. Asimismo, sostiene que “vivió el ‘drama’ del Concilio Vaticano II y la tendencia liberal que adoptó la Iglesia después, que no siempre sentó bien a Escrivá”.Tras exponer ciertos acontecimientos de su vida que no son de mucho interés para el presente trabajo, el autor pasa a exponer ciertas controversias que surgieron en torno a Escrivá, resumiendo los argumentos a favor y en contra. Así, afirma que algunos críticos sugieren que Escrivá carecía de las virtudes de un santo, sosteniendo que era vanidoso, controlador y un poco paranoico, mientras que otros sostienen lo contrario. De este modo, como ejemplo entre otros, el autor presente el testimonio de Miguel Fisca, quien fuera miembro del Opus Dei, describiendo a Escrivá como una figura muy complicada y desconcertante que emitía juicios durísimos.Otras críticas hacia Escrivá radican en la actitud que tuvo con el régimen franquista en España. Esto se debe en parte debido a que la expansión más notable del Opus Dei se produjo entre el final de la guerra civil española y la muerte de Escrivá en 1975.Por otro lado, como menciona el autor, varios críticos con el Opus Dei han declarado que Escrivá se desencantó con el Concilio Vaticano II por la liberalización que desencadenó en el seno del catolicismo romano y se enfadó con los dos papas del Concilio, Juan XXIII y Pablo VI.Como conclusión de este capítulo, Allen sostiene que el problema más importante para la evaluación de Escrivá es que cualquier reacción sobre él tiende a pasar por numerosos filtros. Asimismo, sus defensas pueden hacer más daños que bien. En su apasionamiento, algunos miembros del Opus Dei tienden a hacer sobresalir a Escrivá sobre los demás.Por su parte, el texto de Swatos, Religion & Democracy in Latin America, siguiendo el planteamiento de Klaiber, propone que el término ‘conservador’ así como el uso de ‘progresista’, depende del contexto histórico en que se utilice. Así, el uso del término tradicionalista, se enfoca en quienes adoptan ciertas tradiciones de la Iglesia, pero que no están cercanos a los valores fundamentales de Vaticano II. En este caso, tradicionalistas son definidos como seguidores de la teología de reconciliación o la teología del movimiento Sodalicio.El autor considera que, para entender las tensiones entre los liberales, los tradicionalistas y los conservadores, uno debe de entender que para la Iglesia Católica conservadores y tradicionalistas, movimientos insurgentes y la radicalización de la Iglesia no solo cambiaron la fábrica social de la sociedad, pero también el mismo centro de autoridad de la Iglesia. Sobre el movimiento sodalicio en Lima, el autor hace mención que apareció en la Universidad Católica en 1973. El movimiento, y fundador se opusieron a los planteamientos de la teología de la liberación, llegando a atacar a los liberales. En América Latina, el movimiento sodalicio combina tanto la búsqueda por mantener las tradiciones de la Iglesia y la crítica al activismo social.
Así, concluye que en el Perú pocos negarán que la Iglesia Católica sea compleja y muchos llegarán a concordar que se encuentra dividida cuando se trata de política. El sodalicio ha creado un espacio para los tradicionalistas y conservadores quienes se oponen a una actividad social para ejercer su oposición hacia ésta. Así, la teología de la reconciliación ha emergido como un discurso de una ideología alternativa a la teología de la liberación.Para finalizar, el texto de Margaret Torado, Psychoanalysis and Latin American History expone la metodología de la psicohistoria como una herramienta para profundizar no solo en el pensamiento de los personajes históricos que se planean estudiar, sino también –y quizás más importante-, el pensamiento de la sociedad en la cual están insertos. La psicohistoria –sostiene el autor-, trabaja en una variedad de formas. Su uso más común se encuentra en las biografías. Por otro lado, para la autora, tanto la Iglesia como el Estado en América Latina desde el periodo colonial han logrado potenciarse mediante el uso de símbolo. A manera de conclusión, podemos sostener que existen grupos conservadores en América Latina –y en el Perú-, debido a que son una respuesta frente a los cambios propuestos para la Iglesia luego del Concilio Vaticano II. Como ya se explicó previamente, los conservadores insisten en retener no solo relaciones sociales previas al Concilio Vaticano II, así como también las actitudes. Muchos de estos grupos, tienden a ser fundamentalistas y muy cerrados hacia la sociedad y sus necesidades.
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La imagen de los judíos, los pobres y los usuremos en la Europa medieval
¿Qué actitud adoptó la Iglesia y la sociedad hacia ellos? Para responder esto, se utilizarán las lecturas de J. Delumeau, N. Guglielmi y J. Le Goff.
Durante la Edad Media existieron diversas formas de marginación dirigidas a diversos grupos, entre los cuales se encontraban los judíos, los pobres y los usureros. Si bien hay diferencias entre estos tres, también se pueden encontrar ciertas similitudes, por ejemplo, entre los judíos y los usureros. La imagen que tuvieron estos grupos a los ojos de los demás, fue cambiando con el tiempo, volviéndose más violenta, como en el caso de los judíos, debido a las posturas que adoptó la Iglesia Católica y la sociedad frente a ellos. A continuación, se hará una explicación sobre la evolución de dicha actitud y la imagen que se llegó a tener de estos tres ejemplos de marginación.
Primero encontramos al judío. En su texto, Jean Delumeau hace una clara explicación sobre la manera que fue evolucionando la imagen que se tuvo del judío desde inicio de la cristiandad hasta nuestros días. Aquí nos ocuparemos solo del período medieval. Desde inicios de la Edad Media, los judíos eran percibidos de diversas maneras, muy diferente a como se les verá por el año mil. Muchos cristianos comerciaban, entablaban amistades, asistían a ceremonias religiosas de los judíos y viceversa. Estos se encontraban por todo Europa, debido a su expulsión de Jerusalén por el emperador romano Tito, y eran bien recibidos y protegidos por los reinos donde se encontraban.
No obstante, esta situación comenzó a cambiar a partir, aproximadamente, del año mil, donde la Iglesia comenzó a adquirir un mayor poder y la imagen hacia los judíos tomó un giro radical. A partir de este periodo, se comenzó a propagar un discurso de odio anti judaico, proveniente de sermones de algunos clérigos. Si bien existió un cierto rechazo a este discurso en un inicio, conforme las acusaciones provenientes del clero hacia los judíos, acusándolos de herejes y deicidas, se hicieron más fuertes, los reinos que antes los protegieron comenzaron a perseguirlos y a expulsarlos de su territorio, como sucedió en España, quien se convirtió en el país más agresivo frente a los judíos. Es importante mencionar que estas no fueron las únicas acusaciones contra los judíos. También se les acusó de asesinatos de niños, profanaciones de la hostia y el cáliz.
La mayoría de las acusaciones tenía un doble carácter: teológico y económico; y ambos influenciaron en el pensamiento de la población. Para esta, los judíos también representaban a los usureros, de quienes se hablará luego, pero más importante, representaban un peligro desde el punto de vista teológico. Así, se les consideraba más peligrosos a los judíos conversos que a los judíos no conversos. Los primeros podían ejercer un mayor daño, dado que estos eran un “enemigo interno”.
En otro grupo de los marginados se encuentran los usureros. Como explica Le Goff, los usureros eran mal vistos por la Iglesia -y aquí su relación con los judíos- por el cobro extra de un préstamo a interés y por las riquezas que poseían. Muchos de los usureros eran judíos, los cuales no podían llegar a salvarse, a diferencia de los usureros cristianos -bajo un discurso teológico de la Iglesia Católica-. Para la posible salvación de los usureros, se rompió con la dicotomía del cielo y el infierno para que surja entre los dos el “Purgatorio”, el cual permitía, si es que se llagaba allí, “poder acceder al cielo esperando máximo hasta el Juicio Final”. Así, el Purgatorio nace en el siglo XII, bajo un contexto del avance de la economía monetaria. La mujer en este caso, también jugó un rol importante, dado que podía convencer a su marido de cobrar intereses más bajos a los pobres. Por otro lado, cuando el marido -usurero- fallecía, la mujer era la encargada de hacer donaciones, realizar misas o cuidar de los pobres para así poder salvar el alma de su esposo.
El cambista y su mujer. Somerswall, s. XVI.
El último grupo del cual se hablará será de los pobres. Si bien eran un grupo margianado por la sociedad, Guglielmi sostiene que también eran fundamentales para ésta. Mediante la caridad hacia los pobres, se podía acceder a la salvación. Un elemento importante en este caso es el rol de la mujer rica, la cual era prácticamente el sustento económico de los pobres. Con la aparición de los monjes, los llamados “pobres voluntarios” muchas de las limosnas, que antes eran de los pobres “no voluntarios”, fueron a parar a los monjes, ya que se les tenía como un modelo de perfección -como imagen de Cristo. Así, a diferencia de los otros dos ejemplos que se han mencionado, el judío y el usurero, el pobre sirvió a la sociedad medieval y a la Iglesia como un medio por el cual se podía acceder a la salvación.