Archivo del Autor: Patricio Alvarado Luna

Aporte del Teatro Menor en la visión que tenemos de la sociedad colonial

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¿Cuál es el aporte del llamado Teatro Menor a la visión que tenemos de la sociedad peruana colonial? Para responder esta pregunta, se utilizará como ejemplo Entremés del Huamanguino, el Huantino y la Negra.

 

El teatro profano se divide en dos. Por un lado, se encuentra el teatro mayor. Éste, incluye la tragedia, un género aristocrático que trata sobre la muerte y, con la tragedia cristiana, el perdón; y la comedia, un género más burgués y popular que incluye siempre un matrimonio como característica de continuidad en la sociedad; y, a partir del siglo XVII-XVIII, la tragicomedia. Por otro lado, se encuentra el teatro menor, el cual se inserta dentro del anterior. Si bien su función principal es el de entretener, en muchos casos también realiza críticas a la sociedad. Las farsas, sin parte de este teatro menor. En el teatro español a éstas también se les conocen como sainetes o entremeses. Muchos de ellas, realizan sus críticas mediante el uso de la sátira.

Es importante recordar que el cambio dinástico en España- de los Habsburgo a los Borbones-, la influencia del teatro francés comenzó a llegar no solo a España, sino también a América. Este tipo de teatro, buscaba reafirmar a la clase burguesa, pero también como todo el teatro del siglo XVIII, buscaba enseñar. Así, muchas de las obras escritas en este siglo trataban diversos problemas o aspectos de la sociedad colonial. Sin embargo, es curioso que la mayoría de estas obras, no posean el nombre del autor. Esto quizás se pueda deber a un temor hacia las autoridades coloniales como a un gusto por permanecer en el anonimato.

La sociedad virreinal, desde sus inicios, buscó marcar la diferencia entre los distintos sectores que la conformaban. Al inicio del Virreinato, se creó la República de indios y la República de españoles, dejando a la población de color inserta en esta última sin los beneficios correspondientes. Con el mestizaje, esta división tan tajante ya no se podía seguir aplicando. En los cuadros de castas del virrey Amat en el siglo XVIII, se puede apreciar con mayor claridad el mestizaje.

A pesar de los años que tenía como virreinato, la sociedad en sí continuaba aún muy fragmentada. Esto se puede apreciar en Entremés del Huamanguino, el Huantino y la Negra, la cual es atribuid a una monja arequipeña del siglo XVIII. El problema central que se plantea es la falta de entendimiento entre ellos tres con el alcalde, que es un español. Las denuncias realizadas por el huamanguino y la negra al huantino que se presume era mestizo frente a un español, muestran no solo como ciertos grupos se aprovechaban de otros, sino también como la autoridad español, al no comprenderlos, no es posible de llegar a formular una solución al problema. Sin embargo, este se resuelve con la adoración al niño Jesús por parte de todos. E

En un contexto en que la disconformidad hacia el sistema colonial  – expresado en las numerosas rebeliones anticoloniales., y la aplicación de las Reformas Borbónicas, además del surgimiento de un sentimiento criollo, no es de extrañar que, para la posible autora, lo único que puede llegar a unir a una sociedad tan diferente sea la religión.

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Proyecto de Nación y el sentido del Costumbrismo: ‘Frutos de la Educación’ y ‘Un Juguete’

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Partiendo de Frutos de la Educación de Felipe Pardo y Aliaga y Un Juguete de Manuel A. Segura, se expondrán las diferentes actitudes de ambos autores frente al proyecto de Nación y al sentido del Costumbrismo.

Tras la Independencia, en diciembre de 1821, San Martín realizó un decreto en que reconoce al teatro como un centro de debate político, cultural y de ascenso social. Con este decreto, se iniciaba un proyecto de teatro más institucionalizado en el Perú. Durante los primeros años del siglo XIX, y tras la consolidación de la Independencia, los nuevos países americanos adoptarán el Costumbrismo como forma literaria por excelencia, incluso en el teatro. El Costumbrismo, como corriente literaria, tiene más fuerza en el siglo XIX. Los nuevos países lo utilizarán como una forma no solo de criticar satíricamente las costumbres del pasado o de una determinada época, sino también –y especialmente-, para la construcción de nuevas costumbres en el proceso de creación de Identidad Nacional. A continuación, procederemos a explicar mediantes dos obras, las diferentes actitudes de Felipe Pardo y Aliaga y de Manuel A. Segura con respecto al proyecto de Nación, la sociedad y el Costumbrismo.

Felipe Pardo y Aliaga fue quien introdujo el Costumbrismo al Perú. Nacido a inicios del siglo XIX, de padre español, en su juventud formó parte del ejército realista. Una vez alcanzada la Independencia del Perú en la batalla de Ayacucho, Pardo y Aliaga se fue a España a continuar con sus estudios. En España, adoptará las ideas liberales y conocerá al primer escritor de teatro Costumbrista. Al volver al Perú, a fines de los años veinte del siglo XIX, se mostró muy crítico de las costumbres de la sociedad peruana –especialmente de la élite., debido a que seguían vinculados al pasado colonial.

Esto, era inaceptable para Pardo dado que él consideraba que solo negando y rechazando el pasado, se podía alcanzar la modernidad. Asimismo, cabe mencionar que Pardo y Aliaga fue el primer crítico teatral en el Perú Republicano, periodista y dedicado a la política. Escribió tres obras de teatro, entre la cuales se encuentra Frutos de la Educación, tras las cuales abandonó el teatro y se dedicó más a la política. Con esta breve introducción al autor, procederemos a tratar sobre su actitud frente a la creación de la Nación, la cual se encuentra con claridad en Frutos de la Educación.

Frutos de la Educación se estrenó el 6 de agosto de 1830 en Lima, causando mucho revuelo en la sociedad limeña, así como muchas críticas. La obra, se encuentra ambientada entre 1828-1829 en la casa de una familia acomodada. La composición de la familia llama la atención; no obstante, era aún común a inicios de la República. El padre, era español. La madre, limeña, y la hija, Pepa, también lo era.  El nombre de la hija, Pepa, se puede pensar que  hace alusión a la Patria. Sin embargo, es importante recordar que con este nombre también se le conoce a la Constitución Liberal de Cádiz de 1812 y, como ya se mencionó, Pardo y Aliaga era de tendencia liberal. Pero volvamos al a obra. Si bien la obra es una comedia –dado que habla del presente y existe una boda-, a lo largo del texto se pueden encontrar diversas críticas del autor a la sociedad limeña.

El argumento gira entorno a una boda forzada entre Pepa y Bernardo –quien estaba al cuidado de los padres de Pepa tras el fallecimiento de los propios. Esto se debe a que Feliciano, el padre de Pepa, gastó todo el dinero que le habían dejado a Bernardo. Pardo y Aliaga introduce su idea de modernidad en la figura de Eduardo, un inglés. Para el autor, para alcanzar la modernidad, la sociedad peruana debía dejar de lado su pasado y adoptar el modelo inglés.

Tras algunos problemas en el núcleo familiar entre Juana y Feliciano, los padres de Pepa, se arregla el matrimonio entre la chica y el inglés. No obstante, Eduardo decide cancelar la boda tras ver a Pepa bailar la zamacueca, un baile de origen africano. El baile, así como los movimientos de la chica, no son del agrado del inglés, quien considera existen “caracteres muy opuestos” entre ambos. Con la boda cancelada, Pepa y su familia pierden la posibilidad de mejora económica. Inserta aquí Pardo otra crítica a la sociedad: su proximidad a los sectores populares. Esto se muestra en la siguiente frase: “No hay decencia que valga, porque con decencia, no hay zamacueca bien bailada”. (vv. 3744.3746)

Pero las críticas continúan también con la situación de Bernardo. Hacia el final de la obra, el negro esclavo de la casa –aún no se había abolido la esclavitud-, encuentra una carta de Bernardo en la que sostiene que no solo ha contraído matrimonio con una mujer de una casta de color, sino también que tiene hijos con ella. La proximidad y relaciones con los sectores populares y las castas de color es algo inaceptable para Pardo y Aliaga, quien, otra vez en voz de don Manuel sostiene: “He aquí ya sacrificados por la mala educación dos víctimas”. (vv. 3786-3788).

Una visión muy diferente del proyecto de construcción nacional la tiene Manuel Ascencio Segura. Mestizo, y al igual que Pardo y Aliaga, nació en los primeros años del siglo XIX. No obstante, él se “sube al carro del Costumbrismo” muchos años después. En su obra, Un Juguete, no solo realiza críticas a la situación política del Perú, sino también hace mención a sus ideas de cómo debería ser la sociedad peruana. La obra, también se centra en una familia –al igual que la obra de Pardo-; no obstante, ésta transcurre en abril de 1857 (se estrena en 1858). La situación política del Perú, las luchas caudillistas y la guerra civil entre Gamarra y Vivanco, si bien no forman parte central del argumento, están muy presentes.

Al hacer mención de las conspiraciones, el autor hace una crítica al periodo de inestabilidad que se vivía en el país y que no le permiten consolidarse como una Nación. Sin embargo, el principal tema que aborda la obra es la identidad mestiza. El mestizaje, para Segura, es necesario de ser reconocido y no dejado de lado para construir una Nación y acceder a la modernidad. Esto se ve muy claro en doña Matea, quien a lo largo de la obra niega todo lo mestizo, incluso hacia el final, su propia ascendencia. Quien revela todo al final es Isabel, la sirvienta del hogar. Cabe recordar que para este momento, Castilla ya había decretado la abolición de la esclavitud. Sin embargo, es importante mencionar que a pesar de su condición de libre, continúan sirviendo.

A manera de conclusión, y como se ha podido ver, Felipe Pardo y Aliaga y Manuel Ascencio Segura poseen visiones muy opuestas sobre el modelo y ala forma para llegar a la modernidad y construir una Nación. Para Pardo, ésta solo se logrará mediante el modelo inglés, renegando del pasado y sus costumbres y alejándose de los sectores populares. Por otro lado, para Segura, la Nación debe de formarse mediante la aceptación del mestizaje.

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La España de Carlos III

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El Estado encabezado por Carlos III y administrado por letrados, no podía ser calificado como un Estado militar; no obstante, existió una clara inclinación del monarca español hacia la guerra, la presencia de los militares en la administración civil y el aumento del presupuesto de defensa. Así, el Estado borbónico poseía una fuerte dimensión militar.


HOJA DE SERVICIOS DEL GENERAL DON JOSÉ DE SAN MARTÍN

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Batallón de Infantería Ligera.- Voluntarios de Campo mayor. El Ayudante primero D. José de San Martín y Matorras, su edad veinte y siete años, su país Buenos Aires de América, su calidad noble, hijo de Capitán, su salud buena, sus servicios y circunstancias las que se expresan:

Tiempo en que empezó a servir los empleos

EMPLEOS

Días

Meses

Años

Cadete

21

Julio

1789

Segundo Subteniente

19

Junio

1793

Primer Subteniente

28

Julio

1794

Segundo Teniente

8

Mayo

1795

Segundo Ayudante

26

Dicbre.

1802

Capitán

2

Novbre.

1804

Ayudante primero

27

Junio

1808

 

Tiempo que ha servido en cada uno

EMPLEOS

Años

Meses

Días

De Cadete

3

10

28

De Segundo Subteniente

1

1

8

De Primer Subteniente

9

10

De Segundo Teniente

7

7

19

De Segundo Ayudante

1

10

6

De Capitán

3

7

25

De Ayudante primero

1

4

Total hasta fin de julio de 1808

19

10

 

Regimiento donde ha servido

En el de infantería de Murcia, trece años y cinco meses, cinco días: lo restante en éste.

Campañas y acciones de guerra en que se ha hallado

Ha hecho un destacamento de cuarenta y nueve días en Melilla. Se ha hallado desde el 25 de Junio de 1791, sufriendo el fuego que le hicieron los Moros en los treinta y tres días de ataque contra la plaza de Orán; haciendo el servicio con la “Compañía de Granaderos”. En el exército [sic] de Aragón ocho meses, de donde pasó al Rosellón y concurrió a la toma de Torre Batera y Cruz de Yerro; ataque a las alturas de Mauboles, San Miguel y baterías de Villalonga. En el de Bañueles y en sus alturas, rechazó a los enemigos por segunda vez; hizo una salida a la Hermita de San Luc, estuvo en el ataque que dieron los enemigos en Port-Vendres, el 3 de Mayo de 1794; en el que se dio a sus baterías el 16, subsistiendo en la defensa hasta la rendición de Colionvre, el 28 del propio mes. Estuvo en la fragata de la Real armada el “Dorotea” un año y veinte y tres días y con ella se halló en el combate que sostuvieron el día 15 de Julio de 1798, contra el navío Inglés “El León”. En la Campaña contra Portugal desde el 29 de Mayo de 1801 hasta la paz. En el contagio que sufrió la plaza de Cádiz en 1804 y en la guerra con el Gobierno de Francia, se halló al mando las guerrillas, habiendo tenido una acción distinguida contra los enemigos en Arjonilla, en Julio de 1808.

Sevilla, Julio 31 de 1808

Conforme Juan de Moya. V°B° – Rafael Menacho

En CDIP. Tomo VI. Asuntos Militares, volumen 4

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Sobre la Independencia en Chile. El fin del Antiguo Régimen y los orígenes de la representación moderna

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Autor: Eduardo Cavieres Figueroa
Editorial: Universidad de Valparaíso
Año: 2012
Pág: 372

Índice

Prólogo
Introducción

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I Bicentenario en retrospectiva, logros y deudas históticas. La construcción del discurso y los contenidos de las realidades
El estado de la cuestión a partir de visiones retrospectivas
El contexto hispano: desde Aranjuez de 1808 a Cádiz de 1812. Los grandes temas y los grandes problemas.

De lo General
II Los acontecimientos de 1808 y sus consecuencias: coyunturas que rompen estructuras
El desarrollo de los acontecimientos
La Patria Vieja
Restauración [Reconquista] e Independencia. Un complejo cambio hacia el “nuevo orden”

Desde lo Particular
III Los contextos internos: el basamento social
En la base: comercio y bajo pueblo
La focalización institucional: bandos de buen gobierno
El “bajo pueblo” en la Indepedencia: las visiones y consideraciones contemporáneas

IV En la cúspide: los “buenos vecinos”. Del Cabildo al Congreso
Comercio y ascenso social
Poder económico, poder político: funcionamiento del Cabildo
El Primer Congreso Nacional

V Las tradicionales y nuevas relaciones Estado-Iglesia

Conclusiones
Bibliografía 

 

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Plata del Perú, riqueza de Europa. Los mercaderes peruanos y el comercio con la Metrópoli en el siglo XVII

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Autor: Guillermo Lohmann Villena
Editorial: Fondo Editorial del Congreso
Año: 2004
Pág.: 290

Índice:

Siglas empleadas: ix

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Clave de la signatura de los protocolos del Archivo General de la Nación utilizados: xi
Presentación: xix
Introducción: xxiii
ApéndiceI. Los Mañara
II. Tomás Mañara de Leca
III. Domingo de Garro
IV. Lope de Munibe
V. Gregorio de Ybarra
VI. Pedro de Avedaño Villela
VII. Andrés Martínez de Amileta

Documentos
Índice onomástico

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La Casa de Austria y el Perú

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Editor: Universiad de Lima- Vice Rectorado
Año: 1994
Pág: 83 pág.

Índice:

Presentación – Dr. Fernando Rosas M.
Inauguración del Seminario – Dr. Fernando Rosas M.
Palabras del Embajador – Sr. Franz Irbinger
Las Instituciones políticas- Dr. Carlos Deustua
De una economía de conquista a una economía colonial – Lic. Eduardo Dargent
El Arte Colonial- Dr. Luis Enrique Tord
El Nacionalismo y las minorías en el Imperio de Austria-  Dr. Franz Irbinger
Imperio: Idea y Realidad – Dra. Cristina Flórez
Estructura económica de Europa en los siglos XVI y XVII- Dr. Fernando Rosas M.
El Barroco Austriaco – Dra. Beatriz Magán

Reseña biográfica de los expositores

 

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Entre el siglo XVII y el Siglo XVIII

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Para el siglo XVII, el gobierno virreinal tuvo que afrontar varios problemas referentes a la defensa del territorio provenientes, especialmente, de naciones extranjeras. El inicio de la colonización del territorio americano del norte, por parte de Inglaterra en 1620, significó un problema para la Corona española debido a la necesidad que tuvieron de crear nuevos espacios para proteger sus fronteras. Por otro lado, la Guerra de los Treinta años supuso un fuerte gasto para el Imperio Español, llevando al fin de la Unión Ibérica y al surgimiento de Holanda como una potencia marítima.

Al iniciar el siglo XVIII, España buscaba un nuevo Rey. La dinastía de los Habsburgo agonizaba en la persona del enfermizo y débil monarca, Carlos II, y todo venía anunciando el ocaso del esta Monarquía que había dominado medio orbe desde los días de Carlos I de España, V de Alemania. Carlos II, muy distinto al primero, por razón de sangre y por avenirse mal su austeridad con la desenvoltura de las costumbres de la corte francesa, se inclinó por el segundo hijo del Emperador Leopoldo II de Austria para que lo suceda en el trono; no obstante, cuando su enfermedad lo llevó más cerca a la tumba, extendió su testamento y en él designaba para sucederle en todos sus dominios al nieto de Luis XVI, el Delfín de Francia, Felipe de Borbón.

Felipe V, un joven de 17 años, entró en Madrid en un día lluvioso de febrero de 1701. Sus nuevos súbditos, superaron sus reservas y dirigieron sus miradas hacia él para convertir la causa de los Borbones en una causa española. A ellos, no les gustaba el círculo de franceses que rodeaban al nuevo monarca, pero mostraron respeto al Rey. De este modo, Felipe V inició su reinado sin contar con una oposición abierta.

La Guerra de sucesión, larga y sumamente violenta, que se inició primero en Italia y luego continuó en España, no llegó a tener repercusiones muy notables en América, salvo la mayor hostilidad de parte de ingleses y holandeses, enemigos de la Monarquía. Así, el cambio dinástico se realizó en América sin brusquedad y la vida colonial prosiguió su ritmo de siempre, sin que se introdujera reformar alguna. Con la nueva monarquía, una nueva era se daba inicio para el Imperio Español.

Fuentes consultadas:

Lynch, John. La España del siglo XVIII. Barcelona: Crítica, 2010

Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo IV. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966

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Melchor Portocarrero Lasso de la Vega, Conde de la Monclova. XXIII Virrey del Perú, (1689-1705) [Primera parte]

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Don Melchor Portocarrero Lasso de la Vega, tercer Conde de la Monclova, llevaba dos años gobernando el Virreinato de México, cuando recibió orden de trasladarse al Perú. Había nacido en Madrid el 4 de Julio de 1636. Hijo segundo del matrimonio de don Antonio Portocarrero con doña María de Rojas Manrique de Lara. Por muerte del primogénito que no dejó sucesión, vino a recaer en Melchor el título de Conde de la Monclova. Contrajo matrimonio con doña Antonia Jiménez Urrea, emparentada con los Condes de Aranda y como fruto de su unión tuvo de ella seis hijos, de los cuales uno de ellos nació en Lima.

 

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Su condición de militar y la necesidad de relevar al Duque de la Palta motivaron su nombramiento y su traslado de México al Perú. Su embarcación partió para Acapulco el 18 de Abril de 1689 y el 11 de Mayo se embarcó en la nave que había de conducirle a Panamá y luego a Paita. Desde Paita, escribía el 23 de Junio al Cabildo de Lima, anunciándole su próxima llegada. Monclova, cuidó de que las cosas prosiguiesen por los carriles que ya se habían trazado con anterioridad y trató de gobernar el Virreinato del Perú con discreción. Le tocó gobernar una época de indecisión y de marcada decadencia, con motivo del cambio de dinastía y las interminables guerras de inicio del siglo XVIII.

 

Una de las primas acciones que tuvo que realizar fue reconstruir la ciudad. A Monclova le correspondió devolver a la Plaza su anterior aspecto, construyendo los portales, así de escribanos como de botoneros. La obra de la reconstrucción del Palacio exigió más tiempo y no vino a quedar terminada hasta la siguiente centuria. Por otro lado, la Catedral tardó también en ser reparada. El comercio exterior, por su parte, tropezaba con las exigencias cada vez mayores del fisco y por la rivalidad y política del Consulado de Sevilla.

Durante su periodo de gobierno, tampoco se vieron libres las costas de la piratería de ingleses y franceses, si bien sus correrías no fueron tan devastadoras como en los años anteriores. En 1696 tuvo noticias el Virrey de la probable entrada en el mar del Sur de algunos navíos franceses y adoptó las disposiciones necesarias para combatirlos. Por su parte, la Corona de Portugal, desde su rompimiento con España, había adoptado en América una táctica que le dio innegables resultados. Sin llegar a una declaración de guerra, aprovechó el abandono en que se encontraban las fronteras orientales de los dominios españoles para ir introduciéndose en la selva.

 

Fuente consultada:
Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo IV. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966

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Melchor de Navarra y Rocafull, Duque de la Palata. XXII Virrey del Perú, (1681-1689)

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Para reemplazar a don Melchor de Liñán y Cisneros, Arzobispo de Lima y Virrey interino, la corte de España puso los ojos en don Melchor de navarra y Rocafull, Duque de la Palata, Príncipe de Massa, descendiente de los Reyes de Aragón y Navarra y mimbro de la Junta que presidiera doña Mariana de Austria en la menos edad de su hijo don Carlos II. Casado con doña Francisca Toralto y Aragón, Princesa de Massa y Marquesa de Tola.

Llegado a Cartagena el 2 de Marzo, hubo de detenerse y tuvo que poner en ejecución la orden que había recibido de construir los fuertes. Antes de su salida para Panamá, envió al Perú a un gentilhombre con carta para el Arzobispo, el cual arribó a Lima en la noche del 7 de Junio. El Duque debió llegar a Paita en Septiembre. Por tierra se encaminó a Lima y el 19 de Octubre, después de tocar en Bocanegra, hizo su entrada en el Callao, seguido de su esposa y demás familia. El Duque de la Palata, como la mayoría de los virreyes, trajo consigo un numeroso y lúcido séquito de damas y caballeros.

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Entró a gobernar con indudable deseo de dar a los asuntos del Virreinato la más acertada dirección y en muchos de ellos, puede decirse, según Vargas Ugarte, que logró su propósito. Al Duque se le había instado, antes de salir de España, para que aplicase toda su atención al asunto de los indios y lo resolviese. Determinó encomendar la numeración de los indios a los corregidores, tanto para evitar los gastos que el censo debía de demandar, como por haberse persuadido que eran los más apropiados para el trabajo. El Virrey tomó algunas medidas para aliviar el rigor de la mita y asimismo para facilitar la extracción de los tributos.

Los piratas, por su parte, volvieron a sembrar el desconcierto durante el gobierno del Duque de la Palata. Por otro lado, los imprevistos asaltos a las poblaciones ribereñas de la extensa costa del Perú y el asedio puesto más de una vez al puerto del Callao hicieron que se pensase en amurallar la ciudad de Lima. El proyecto era ya antiguo. El Duque de la Palta se encontró con gran número de papeles relativos a este asunto y con no pocos y monteas de la futura muralla.

Entre otros sucesos de su época destacan el terremoto de Lima del 20 de Octubre de 1687, ocupa el primer lugar. Pocas veces, se vio la ciudad tan fuertemente sacudida como ese entonces. El Virrey, tuvo que refugiarse en unos toldos en la plaza principal. El pánico fue tal que todos abandonaron sus habitaciones improvisadas que en plazas y huertos se levantaron.

Fuente consultada:
Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo III. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966

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