Se van los glaciares, necesitamos políticas de adaptación al cambio climático

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Ha pasado mucho tiempo dese que Lonnie Thompson empezara su caminata por los andes del Perú para hacer su tesis en glaciología, o de los trabajos para ubicar y evitar los desbordes violentos de las lagunas de la cordillera Blanca desde los años sesenta. En los 30 ó 40 años que han transcurrido no hemos logrado tener una facultad de glaciología en el país, y tampoco se cuenta con una historia del clima. Tenemos algunos especialistas formados fuera, o en el campo, y algunos retazos de la vida de los glaciares en esta parte del mundo. Pero la mayoría de los peruanos no las conoce.

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Hoy, gracias a los trabajos realizados desde entonces tenemos una mejor idea del avance de la desglaciación pero, aún no tenemos una imagen detallada y completa del problema, ni contamos con sistemas de seguimiento para construir modelos dinámicos de análisis que nos permitan prever los impactos de este fenómeno.

La Autoridad Nacional del Agua tiene algunos pocos recursos y cuenta con algunos de los peruanos con mayor experiencia en el tema. Además mantiene vínculos y acuerdos con el IRD, el Ice Core Paleoclimatology Research Group de la universidad de Ohio y el Servicio Mundial de Monitoreo de Glaciares (WGMS), además de universidades de otras partes del mundo. Pero todo esto es insuficiente todavía.

El jefe de la Unidad de Glaciología de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), César Portocarrero señaló en el reciente evento del MINAM -Instituto de Montaña: “Necesitamos herramientas para un monitoreo real. Como vienen ocurriendo deslizamientos y avalanchas en diferentes cordilleras del país, es importante que se tenga información en tiempo real para satisfacer los requerimientos de Defensa Civil y de la población”. También generalizar el modelamiento de flujos de tal manera que se establezcan las zonas de riesgo para cada población, especialmente las que están ubicadas en los cauces glaciares. “Es necesario, además, que los inventarios glaciares se efectúen por los menos cada cinco años, de tal manera que se conozca cuáles son las reserva de los recursos hídricos adicionales que todavía contamos” agregó Portocarrero (ANDINA)

La secuencia de la desglaciación puede esquematizarse de la siguiente manera: El incremento de la temperatura se hace constante y el glaciar se derrite poco a poco, llena las lagunas aumentando el riesgo de desborde, en la medida que el deshielo continua aparecen nuevas lagunas multiplicándose los riesgos de desborde. Mientras esto ocurre la cantidad de agua disponible tierras abajo aumenta para satisfacción de las hidroeléctricas y los agricultores. Llega un momento, que se calcula en 20-30 años, en el que el derretimiento disminuye y el glaciar se estabiliza o desaparece, las lagunas se secan, su número disminuye, el agua se hace escaza, los agricultores se empobrecen, las hidroeléctricas cierran, la energía de las ciudades disminuye.

Este proceso va acompañado de numerosos problemas y catástrofes. Los desbordes afectan el curso de las aguas, destruyen bosques, campos de cultivo y arrasan con centros poblados matando lo que encuentran a su paso. Las poblaciones migran, aumenta la pobreza en la ciudad y en el campo, los que se quedan luchan por el agua, la producción disminuye…

No podemos evitar que la desglaciación ocurra, pero si podemos, y tenemos, que hacernos cargo de enfrentar sus aspectos negativos. La desglaciación de la cordillera Blanca afectará a toda la actividad productiva de la Región de Ancash, que hoy tiene recursos por el canon minero que no sabe cómo gastar. No solo la agricultura de los valles del Santa y Conchucos se afectan, también a producción de energía, también la irrigación Chavimochic, las actividades alrededor del rio Pativilca en la región Lima, asimismo el rio Marañón perderá una importante afluencia de agua. Esto par mencionar efectos evidentes. Pero la lluvia que naturalmente se “guardaba” en forma de hielo, podría manejarse en lagunas, guardarla bajo tierra infiltrándola en capas freáticas, la agricultura podría adaptarse usando riego tecnificado, y la energía eléctrica puede ser provista por pequeños sistemas hidroeléctricos, o usando energía eólica o solar.

De la misma manera debemos ver lo que ocurre y se puede hacer en la región central con el Huyatapayana que hoy es motivo de preocupación para los habitantes de la ciudad de Huancayo que comienzan a tener problemas de abastecimiento de agua. Otro valle importante afectado puede ser el de Cañete en cuya cabecera está el Pariacaca, el valle del Vilcanota en el sur puede también incluirse entre los que debemos observar.

Para terminar baste un par de datos del world glacier monitoring service, que de acuerdo con las cifras preliminares para el 2009 puede observarse que la tendencia a la desglaciación continúa (ver gráfico), a su vez la tendencia es más fuerte en el hemisferio sur que en el norte (aunque ello pueda deberse a la falta de un mejor seguimiento en los países del sur), y tomando del sur solo los países andinos, encontramos que la velocidad de desglaciación es la mayor.

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3 pensamientos en “Se van los glaciares, necesitamos políticas de adaptación al cambio climático

  1. Alanya

    Estos son información muy interesante! Yo no sabía que el Perú es uno de los países con mayor vulnerabilidad al cambio climático. Que está regularmente expuesta a las graves consecuencias de los desastres naturales, inundaciones, especialmente, deslizamientos, sequías y olas de frío. Particularmente afectados por desastres climáticos naturales, la costa y la sierra.
    Esto nos da la oportunidad de pensar!

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