Muchos habrán visto el mapa del mundo que muestra las luces de las ciudades, o el video de la frecuencia de vuelos. Esto puede leerse de diferentes maneras, los economistas lo usan para mostrar las diferencias entre el mundo desarrollado (más iluminado y con mayor intercambio de vuelos comerciales) y el menos desarrollado. Pero puede también leerse de otra manera, la ausencia de luz y de vuelos señala también los espacios de bosques, desiertos, montañas y captura de CO2; o también señalar los espacios de mayor gasto de energía y emisión de calor y GEI.
Un mapa de los incendios forestales y de las partes del mar que han muerto puede también ayudarnos a no ser tan optimistas respecto de la producción de CO2 en el sur, pero no tratamos aquí de hacer este balance, sino ver cuál es el papel de las ciudades en el calentamiento global.
Lo que queremos destacar es que las ciudades, y Lima entre ellas, son parte del juego. Ellas son responsables del 80% de las emisiones de GEI, y en el Perú Lima y la Oroya son las reinas. La primera por su irresponsable contribución, y la segunda por el enorme daño que causa sobre sus habitantes desde hace décadas. No es posible conocer el número de muertos, enfermos crónicos, o malformaciones producidos por contaminantes. Como explica la Dra. Chung (a) “En el país no se conoce con precisión el nivel de contaminación por sustancias orgánicas tóxicas que puedan estar presentes en el ambiente”.
Los recursos para combatir el “efecto urbano” sobre el cambio climático no cuentan a ciudades como Lima, donde sin embargo los efectos sobre los más pobres son dramáticos. Lima, fue un valle con tres ríos inconstantes, con mucha agua en el verano y poca en invierno, pero con una capa freática importante, así como con buenas tierras de aluvial. De buen tamaño, considerando el promedio de los valles costeros que se apiñan entre la cordillera y el mar, Lima, como el resto de la costa tiene un mar rico en peces, y un clima templado todo el año.
Taulichiusco, el último de sus caciques, no pudo seguro imaginar que tan hermosas tierras pudieran desaparecer bajo la aglomeración de sus habitantes, pero en 478 años este solo espacio de 2,6 mil Km2 alberga a toda la población que vivía durante el imperio de Atahualpa en el Tawantinsuyo extendida en cerca de 1,8 millones de Km2.
Lima tiene una densidad semejante a la de Los Ángeles y según un estudio publicado por el Banco Mundial en el 2008, y es también una de las ciudades más contaminadas de América Latina. La mayor parte de esta contaminación es causada por cantidad de vehículos motorizados que arrojan al aire dióxido de azufre, dióxido de nitrógeno y partículas sólidas que al ser respiradas a diario desencadenan enfermedades respiratorias que afectan principalmente a las poblaciones marginales. No se necesita ser un país rico para tener ciudades sustentables, de lo que sde trata es de aplicar políticas adecuadas.
La Unidad e Desarrollo Urbano y Gobiernos Locales ha publicado “Cities and climate Change: an urgent agenda” en del 2010, llamando la atención sobre la necesidad de tomar medidas para que los procesos de urbanización contribuyan al desarrollo sustentable. La idea es que ellas no solo deben prepararse para enfrentar el cambio climático que en algunos casos amenaza con desaparecerlas, sino que puedan además contribuir a mejorar la vida sobre el planeta. El documento presenta algunos ejemplos en esta dirección, así como sobre políticas que pueden emularse.
Las nuevas asociaciones son emergentes: las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, ONU-Hábitat y el Banco Mundial han desarrollado un plan de trabajo conjunto expresamente para proporcionar una asistencia más rápida y coordinada a las organizaciones de la ciudad de ciudades como C40 y The Climate Group han surgido recientemente, añadiendo a las ya grupos establecidos como ICLEI y Ciudades y Gobiernos Locales Unidos.
(a) Betty Chung (2008) Control de los contaminantes químicos en el Perú. Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Publica. ISSN 1726-4634 versión impresa. Rev. perú. med. exp. salud publica v.25 n.4 Lima oct./dic. 2008