La astrobiología, la teología y nosotros
9:00 p m| 27 mar 18 (LCC).- La astrobiología es una ciencia interdisciplinar que estudia la presencia de la vida en la tierra, su origen, influencia y su futuro en el universo. Es una ciencia nueva, en tanto que su nacimiento se puede asociar a la creación de la NASA Astrobiology Institute (NAI) en 1998, y recién va definiendo sus implicaciones sociales, políticas y religiosas.
En ese contexto se sitúan las reuniones promovidas por el Centro de Investigación Teológica de Princeton, que reunen astrobiólogos y teólogos para intercambiar conocimientos, poner en común preocupaciones y definir la influencia social de esta ciencia. La Civiltà Cattolica publicó un artículo del teológo Andrea Vicini SJ, profesor del Boston College, con la reseña de una edición de esos encuentros.
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Las implicaciones sociales y políticas de una ciencia “nueva”
En el curso académico 2015-2016 un grupo internacional de doce docentes, diez de ellos teólogos, promovido por el Centro de Investigación Teológica (Center of Theological Inquiry) de Princeton (Nueva Jersey, EE.UU.), reflexionó sobre la astrobiología —un ámbito de investigación científica interdisciplinar en franco desarrollo— y, en particular, sobre sus implicaciones sociales.[1]
La repetida interacción entre teólogos y astrobiólogos permitió alcanzar dos objetivos: en primer lugar, los astrobiólogos que integraban el grupo posibilitaron que los teólogos adquirieran conocimientos específicos acerca de este nuevo ámbito de investigación; en segundo lugar, se definieron en común algunas implicaciones sociales de la astrobiología, así como algunas propuestas para encararlas.
Con la común intención de considerar bien qué tipo de sociedad y de condiciones de vida queremos para nosotros y para las generaciones futuras, la reflexión se extendió después a aquello que anima la investigación científica, astrobiológica y teológica: cuáles son los valores, las preocupaciones, las preguntas que se han planteado y las respuestas que se han formulado.
¿Qué es la astrobiología?
La astrobiología se encuentra definiendo aún su propia especificidad científica, sus propios ámbitos de investigación, su propio estatuto como disciplina, así como el modo en que se sitúa en el contexto social, político y religioso.
Para el astrobiólogo David Catling, “la astrobiología ha surgido como una rama de la ciencia que estudia el origen y la evolución de la vida sobre la Tierra y la posible variedad de la vida en otros lugares”.[2] El investigador agrega que “la NASA ha definido la astrobiología como el estudio de los orígenes, la evolución, la distribución y el futuro de la vida en el universo. Otras definiciones comunes son: el estudio de la vida en el universo o el estudio de la vida en un contexto cósmico”.[3]
Para el astrobiólogo y teólogo Lucas Mix, “la astrobiología es el estudio científico de la vida en el espacio. Es lo que sucede cuando se reúne aquello que la astronomía, la física, la ciencia planetaria, la geología, la química, la biología y una serie de otras disciplinas tienen para decir sobre la vida y se intenta hacer de ello un relato único”.[4] Otras disciplinas podrían integrarse en la definición: la biología molecular, la ecología, la geografía, las ciencias de la información y las diversas tecnologías que permiten explorar el espacio.
Mix afirma, además, que “la astrobiología no es el estudio de la vida alienígena”[5] y que, según su conocimiento, “ningún científico sobre la Tierra estudia actualmente la vida alienígena, o xenobiología. Muchos científicos investigan el alcance de la vida y cómo esta puede ser posible en otros lugares, pero nuestros datos provienen solamente de la vida y exploración terrestre”.[6]
En otras palabras, la vida biológica tal como la conocemos en el planeta es nuestro único punto de referencia: no conocemos todavía ninguna otra modalidad de vida biológica. Por lo tanto, los astrobiólogos plantean hipótesis relativas al modo en que la vida biológica podría haberse originado u originarse en otras partes del universo, pero solo a partir de aquello que se puede estudiar sobre la Tierra.
La NASA es la agencia federal estadounidense que se ocupa de la investigación aeronáutica y espacial y representa una de las instituciones de investigación astrobiológica más importantes del mundo. En 2008, al fijar los objetivos de investigación de la astrobiología para los siguientes años, se preguntaba: “¿Cómo comienza y cómo evoluciona la vida? ¿Hay vida en otras partes del universo? ¿Y cuál es el futuro de la vida sobre la tierra y más allá?”.[7] Y respondía que “la disciplina de la astrobiología abarca la búsqueda de planetas potencialmente habitados más allá de nuestro sistema solar, la exploración de Marte y de los planetas exteriores, investigaciones de laboratorio y de campo sobre los orígenes y la evolución temprana de la vida y estudios sobre el potencial de la vida para adaptarse a desafíos futuros, tanto en la Tierra como en el espacio”.[8]
De manera más reciente se han formulado otras preguntas que aún esperan respuesta: “¿Puede haber planetas que orbitan otras estrellas que sean habitables? ¿Qué tipos de estrellas tienen más probabilidades de tener planetas habitables?”.[9] Así pues, la astrobiología se halla conectada con las exploraciones del espacio.
Además, “la astrobiología está también comprometida en comprender las condiciones límite para la vida en la Tierra y si esas condiciones límite pueden o no ampliarse para incluir entornos extraterrestres que no se encuentran sobre la Tierra”.[10] En efecto, “es posible que se descubra un exoplaneta semejante a la Tierra que esté en algún período de transición semejante a alguno de los que ha experimentado la Tierra a lo largo de su historia de cuatro mil millones de años”.[11] Por último, otros astrobiólogos estudian los componentes fundamentales y las características de la vida biológica: por ejemplo, a fin de recrear la síntesis de la molécula de ácido ribonucleico (RNA).[12]
Las implicaciones sociales de la astrobiología
Reflexionar sobre las implicaciones sociales de la astrobiología significa considerar las modalidades y finalidades de esta particular investigación científica. ¿Qué es lo que anima la investigación? ¿Cuáles son los objetivos que se persiguen? ¿Qué ventajas y consecuencias se esperan? ¿Quiénes intervienen? ¿A quiénes se deja de lado?
Desde la teología se realizan cuatro propuestas para que la investigación en astrobiología influya de forma ética y positiva en la promoción de la justicia social:
- Investigación democrática mediante la implicación de todos los actores sociales, desde los individuos a las entidades e instituciones ya sean públicas, privadas o sin ánimo de lucro.
- Investigación transparente en sus objetivos, responsable y al servicio de la humanidad.
- Investigación accesible, frente a estrategias de lucro de las sociedades privadas.
- Investigación divulgable mediante programas de alfabetización científica.
Hablar de las implicaciones éticas de la investigación científica es centrarse en el respeto a los seres humanos y en la protección del cosmos, porque la vida en el universo también es un don de Dios. Es por ello, concluye el autor, que astrobiología y religión se pueden apoyar de manera mutua.
Una investigación democrática
La astrobiología debería ser una ciencia profundamente abierta e inclusiva. El desarrollo de los recursos intelectuales no debería estar limitado de forma exclusiva a naciones ricas y desarrolladas desde un punto de vista industrial. Los países en vías de desarrollo tienen un potencial humano aún no valorado ni aprovechado. Por lo tanto, a nivel internacional el ambiente científico debería participar en este proceso de democratización mediante la promoción de proyectos de investigación, de colaboraciones y del refuerzo de las interacciones entre los investigadores del norte del mundo y sus homólogos del sur.
En la astrobiología ya hay redes multinacionales, pero las agencias nacionales mantienen un papel dominante.[13] Sin embargo, esto podría limitar las colaboraciones científicas. Por el contrario, agencias y redes internacionales deberían sostener iniciativas que impliquen al sur del mundo. Es posible encontrar un ejemplo de colaboración transnacional en la primera fase del “Proyecto Genoma Humano” de los años noventa, que fue financiado por la UNESCO.[14] Iniciativas similares podrían promoverse también en astrobiología.
La democratización de la investigación científica facilitaría evitar la repetición de casos problemáticos desde el punto de vista ético, en los que las ventajas y beneficios de la investigación solo se les garantizan a los científicos, a las sociedades privadas implicadas (life-science companies) y a las compañías farmacéuticas multinacionales (Big Pharma).
Dos ejemplos emblemáticos: en la investigación farmacológica la explotación de plantas raras se ha realizado a veces sin ofrecer ningún tipo de beneficio a las poblaciones indígenas que han permitido el acceso a dichas plantas (es el caso de la selva amazónica). O bien, en genética humana la investigación con fines terapéuticos o diagnósticos se ha servido de los raros genotipos de algunas poblaciones, la cuales, a menudo, tampoco se han beneficiado de los resultados. Estos dos tipos de comportamiento son deplorables desde una consideración ética.
En el ámbito científico la democratización indica tanto un modo de proceder como un fin útil y laudable a nivel ético. Sin embargo, para los críticos las dinámicas democráticas suelen estar dominadas por metodologías y prioridades establecidas por la economía capitalista y se encuentran lejos de ser justas. Democracia no es aquello que imponen los poderosos y los ricos.
En el ámbito católico, la moral social, magisterial y teológica invita a dirigir las dinámicas económicas y políticas hacia la promoción de la justicia social y del bien común —local y universal— y presta atención a los más necesitados. Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco han afirmado de manera clara que la solidaridad implica una opción preferencial por los pobres.
Para el papa Francisco, “el bien común presupone el respeto a la persona humana en cuanto tal, con derechos básicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral. También reclama el bienestar social y el desarrollo de los diversos grupos intermedios, aplicando el principio de la subsidiariedad. Entre ellos destaca especialmente la familia, como la célula básica de la sociedad. Finalmente, el bien común requiere la paz social, es decir, la estabilidad y seguridad de un cierto orden, que no se produce sin una atención particular a la justicia distributiva, cuya violación siempre genera violencia. Toda la sociedad —y en ella, de manera especial el Estado— tiene la obligación de defender y promover el bien común. En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos, el principio del bien común se convierte inmediatamente, como lógica e ineludible consecuencia, en un llamado a la solidaridad y en una opción preferencial por los más pobres”.[15]
Además, la democratización hoy se basa en el sistema internacional tradicional de los Estados nacionales soberanos, cuya hegemonía, criticada en toda su amplitud, se ha extendido y reforzado aún más en el mundo globalizado. También en este caso el magisterio católico y la reflexión teológica han propuesto formas de subsidiariedad que hagan posible la democratización, al implicar más a todos los agentes morales presentes en el contexto social: individuos, grupos, asociaciones, instituciones, organismos sin ánimo de lucro y no gubernamentales y redes internacionales. Tanto la investigación astrobiológica actual como la futura podrían beneficiarse de una democratización semejante.
Una investigación transparente
El principio de la transparencia debería informar la investigación científica a nivel global. ¿Qué conocimientos se están persiguiendo de manera efectiva? ¿Hay lógicas escondidas, como en el caso de las denominadas “investigaciones dual use (de doble finalidad)”?
En Estados Unidos, por ejemplo, dentro del ámbito de las prótesis, la investigación de la agencia gubernamental DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency) tiene una doble finalidad: mientras suministra prótesis a soldados que han perdido miembros en acciones militares, verifica la factibilidad de tecnologías dirigidas a crear futuros “supersoldados”.[16]
En astrobiología, investigaciones con doble finalidad podrían ambicionar la conquista del universo. En tal caso, la retórica de la “nueva frontera” y del nuevo Far West presente en algunas narrativas astrobiológicas podría utilizarse para justificar la conquista del cosmos.
“Transparencia” significa también conocer cuáles son los posibles riesgos para los investigadores, para la sociedad, para las criaturas vivientes y la materia no viviente sobre la Tierra, así como para la vida biológica en otros planetas.
En el mundo la seguridad es importante y es fuente de creciente preocupación. La NASA ha creado una oficina ad hoc, responsable de la “protección planetaria”,[17] que, para la NASA, va en ambas direcciones: proteger la Tierra de formas de vida biológica que podrían encontrarse en el espacio y ser traídas a la Tierra; y proteger los otros planetas evitando contaminar lo que se explora con formas de vida biológica terrestre allí donde los científicos buscan indicios que muestren si hay vida biológica que se haya originado de manera independiente de la Tierra.
El principio de transparencia también exige valorar quiénes son los sujetos que financian la investigación en astrobiología y qué motiva tal financiación. A día de hoy, más allá de la investigación universitaria actúan las agencias nacionales y algunas alianzas de colaboración supranacionales. Es oportuno preguntarse si los fondos destinados a la astrobiología reducen la financiación que se deriva a otras áreas de investigación orientadas a proteger la vida en nuestro planeta, como las que versan sobre la salud global y la sostenibilidad. Debería ser posible acometer estudios en astrobiología sin competir con otros ámbitos de investigación y sin perjudicar a otras áreas de investigación científica.
Asimismo, algunas empresas privadas realizan investigaciones en astrobiología. Tenemos diversos ejemplos: desde las que envían al espacio a clientes que pagan los costes, a fin de ofrecerles una experiencia de viaje extraordinaria,[18] hasta aquellas cuyo objetivo manifiesto consiste en explotar los recursos del universo.
En noviembre de 2015 se aprobó en Estados Unidos a tal fin una ley que apuntaba a “estimular la competitividad aeroespacial privada y el espíritu emprendedor”.[19] Esta ley permite a la compañía privada estadounidense Planetary Resources extraer recursos de los asteroides (agua, minerales y metales preciosos) con fines de lucro para “expandir la base de los recursos naturales de la Tierra”.[20] Fundada en 2010, esta empresa ha presionado para conseguir la aprobación de dicha ley. Ello constituye un precedente problemático, porque viola el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre (Outer Space Treaty), de 1967, según el cual “el espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”.[21]
La historia de la humanidad muestra que el deseo de saber y de conocer caracterizan al ser humano. Pero, para el cristiano, este deseo es un don del Creador: vivirlo implica gratitud y exige responsabilidad, para que todo conocimiento sirva al bien de la humanidad.
Una investigación accesible
La democratización y la transparencia suponen la capacidad de poder acceder a investigaciones y datos para todos, incluidos aquellos cuyos recursos económicos para perseguir la investigación científica resultan limitados. En nuestro mundo globalizado, la competencia y los beneficios esperados de las inversiones financieras podrían limitar el acceso a la investigación en astrobiología. El relativo a las informaciones acerca de las diversas investigaciones científicas puede regularse de varias maneras: sin condiciones limitantes (open access) o con condiciones limitantes específicas (por ejemplo, “a proyecto terminado”).
Dos ejemplos opuestos pueden resultar clarificadores. El primero proviene del “Proyecto Genoma Humano”, para el cual el acceso a los datos fue gestionado de manera diversa por los dos centros de investigación estadounidenses más implicados: National Institutes of Health (NIH) y la sociedad privada Celera Genomics.
Desde el comienzo el NIH posibilitó a todo el mundo el libre acceso a los datos obtenidos de sus análisis. Por el contrario, Celera Genomics, aunque utilizaba los del NIH, requirió un pago para permitir el acceso a sus referencias. Se trata de dos lógicas opuestas. Por un lado, el principio de libre acceso pone a disposición los datos en el momento oportuno y está promovido por una institución pública. Por el otro, encontramos la estrategia de control y de lucro de una sociedad privada.
El 26 de junio de 2000 la parcial compleción de la secuenciación del genoma humano fue anunciada de forma conjunta por Francis Collins, director del “Proyecto Genoma Humano”, en el NIH, y por Craig Venter, presidente y director científico de Celera Genomics.[22] A pesar del anuncio conjunto, ¿es posible en verdad unificar las diferentes motivaciones y las lógicas opuestas que caracterizaron en este caso el acceso a los datos? ¿Puede el acceso a los datos y resultados ser libre solo cuando la investigación se realiza con financiación pública? En suma, la cuestión del acceso remite a las reflexiones acerca de la democratización y de la transparencia de la investigación científica.
El segundo ejemplo proviene de los estudios sobre los nuevos virus. En 2011 las dos prestigiosas revistas científicas Nature (Reino Unido) y Science (Estados Unidos) tuvieron que decidir si publicar, respectivamente, un artículo relacionado con los métodos de investigación y uno sobre los resultados de experimentos realizados por dos grupos de científicos. Cada uno de los grupos había modificado un influenzavirus que solo afectaba a los hurones (H5N1), y lo había hecho capaz de infectar a seres humanos por vía aérea (como en el caso del virus de la gripe estacional).
La capacidad de infectar de este influenzavirus se valoraba como muy elevada. Se pensaba que podía causar una pandemia mundial similar a la gripe española de 1918, considerada una de las infecciones más letales de la historia humana. Se estima que aquella gripe contagió a 500 millones de personas y causó la muerte de 50 a 100 millones (en 1918, del 3 al 5 por ciento de la población mundial).
Para evitar el riesgo de bioterrorismo, las comisiones editoriales de Nature y Science se preguntaron si era prudente publicar las informaciones acerca de los métodos y los datos que indicaban cómo modificar el influenzavirus H5N1. En este caso, la pregunta ética tenía que ver con la alternativa de no dar acceso ni a las metodologías utilizadas ni tampoco a los datos finales, o bien de limitar la información de forma exclusiva a los resultados obtenidos, sin precisar las modalidades utilizadas. Tras una moratoria y una consulta internacional, y después de que los científicos aseguraran haber sobreestimado el peligro de infección, los dos artículos fueron publicados por ambas revistas.
Mientras en el primer ejemplo la accesibilidad es un valor a perseguir en la sociedad civil y en el ámbito científico, en el segundo este valor debe considerarse de manera crítica. Es necesario un esmerado análisis ético en la fase de valoración inicial, en lugar de preguntar, una vez concluida la investigación, si publicar o no las metodologías y los resultados. El caso del H5N1 muestra que los mecanismos de valoración ética iniciales no fueron suficientes. Algunos proyectos de investigación requieren una atención ética adicional, mucho más allá de la cuestión de la accesibilidad de los datos.
Una investigación divulgable
Reflexionar sobre la difusión de los conocimientos científicos implica un enfoque proactivo. A nivel social la divulgación requiere un esfuerzo educativo para poner a disposición los conocimientos adquiridos y aquello que es todavía objeto de estudios y especulaciones teóricas. Favorecer la difusión de conocimientos científicos implica la creación de las condiciones para poder adquirir estos (por ejemplo, programas de alfabetización científica y de aprendizaje).
Ética y crítica de la investigación científica
Los principios de democratización, transparencia, accesibilidad y difusión aseguran una aproximación ética constructiva a la investigación científica. Pero esto mismo debe integrarse con una hermenéutica crítica que examine objetivos y proyectos. Es de desear que los proyectos de investigación en astrobiología sean valorados desde un punto de vista ético para examinar bien sus implicaciones sociales y promover la justicia social. En los países industrializados la sociedad civil debería poder financiar la investigación científica avanzada en múltiples ámbitos, sin que se estableciera una competencia entre ellos, ya fuera la astrobiología, la genética o la virología, para limitarnos a los ejemplos antes mencionados.
Al mismo tiempo, la promoción de la justicia social requiere fomentar investigaciones en ámbitos que constituyen una prioridad, como en el caso de la salud global y de la sostenibilidad ecológica.[23] Sin embargo, con respecto a la salud global, en los años 2014-2016 la epidemia causada por el virus del Ébola en Guinea, Liberia y Sierra Leona ha puesto en evidencia que la producción de una vacuna eficaz no fue algo prioritario a causa de los escasos beneficios económicos que se esperaban de ella.
A la luz de esta injusticia es preciso reafirmar que las capacidades científicas deben promover la justicia social y la salud global y no guiarse por lógicas de lucro que no contemplan las necesidades de quienes tienen menos recursos. La opción preferencial por los pobres no subestima la importancia de la investigación científica avanzada, y exige que la investigación atienda los requerimientos de salud y de desarrollo de la mayor parte de la humanidad. La creatividad y el compromiso de ciudadanos y científicos de buena voluntad pueden hacerlo posible.
Por lo que respecta a la sostenibilidad, el papa Francisco ha afirmado la urgencia del compromiso para salvaguardar y cuidar nuestra casa común. A través de la recepción y el análisis de los análisis de expertos en cambio climático, él se ha unido a sus voces y ha reconocido la autoridad de sus investigaciones y de sus resultados.[24]
Ahora bien, en el caso de la salud global, al igual que en el de la sostenibilidad, los estudios en astrobiología que se concentran en el origen de la vida en la Tierra podrían contribuir a promover nuestros conocimientos y favorecer la capacidad de adaptación (resilience), ya sea en el caso de epidemias y pandemias, ya sea en el de condiciones ambientales modificadas.
Astrobiología y teología: preocupaciones y expectativas
Hay que considerar también otras implicaciones sociales de la astrobiología. En la literatura filosófica la búsqueda de formas de vida de inteligencia superior en el universo se halla asociada a la astrobiología. En la promoción de lo que trasciende lo humano (transhuman) y de lo que va más allá de él (posthuman), transhumanistas y posthumanistas miran la astrobiología como un ámbito de investigación de aquello que va —o irá en el futuro— más allá de la vida humana tal como la conocemos ahora.[25]
Además, a menudo se confunde la astrobiología con la búsqueda de inteligencia extraterrestre (Search for Extraterrestrial Intelligence, SETI), que monitoriza las radiaciones electromagnéticas para identificar posibles transmisiones o comunicaciones de hipotéticas civilizaciones alienígenas. Para Mix, “la astrobiología como campo tiene una relación complicada con SETI. Algunos astrobiólogos sienten que buscar inteligencia extraterrestre es inútil o problemático. Quieren estar seguros de que el público en general vea ambos empeños como separados. La búsqueda de vida inteligente y el estudio de la vida como fenómeno planetario son dos cosas diferentes. Otros astrobiólogos reconocen que existe una gran superposición entre ambas búsquedas”.[26]
Por último, algunos medios sostienen que, si la astrobiología descubriese otras formas de vida en el espacio, la existencia misma de las actuales religiones resultaría de veras amenazada. Pero ¿de qué tipo de religión se está hablando?
En el cristianismo el misterio de la encarnación, ocurrido en Jesucristo en un momento preciso del tiempo y en un lugar determinado del espacio, manifiesta la hospitalidad acogedora e inclusiva de lo divino frente a la creación y a la humanidad. Nada ni nadie se halla excluido del abrazo amoroso de Dios en Jesús y con el Espíritu Santo. Desde el punto de vista teológico hay que valorar de manera crítica la autenticidad de esta inclusividad de la encarnación y rastrear los modos en que ha sido interpretada y expresada con fines de exclusión.
Un ejemplo tiene que ver con algunas representaciones artísticas: Jesús es blanco, alto, musculoso, con los ojos azules, sin ningún defecto físico, mental o discapacidad. En cambio, otros ejemplos artísticos retratan a Jesús y lo caracterizan de forma cultural y étnica: Jesús es judío, africano, asiático o maya. En estos casos, tiene los rasgos físicos de las personas que creen en él. Jesús es como ellos, lleva sus mismos vestidos, habla su lengua, comparte su cultura, su modo de cocinar, de comer, de cantar y de festejar. Como dice el concilio Vaticano II: “el Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre” (Gaudium et Spes, n.º 22).
Cuando reflexionamos sobre las implicaciones sociales de la astrobiología, la encarnación nos hace apreciar la humanidad, el mundo creado y el universo. Y, por lo tanto, miramos con el mismo asombro la posible existencia de vida biológica en el universo como don de Dios. Al contemplar la creación, el universo y los seres humanos observamos lo divino encarnado, situado, localizado y limitado. Como el papa Francisco nos recuerda, “Desde el inicio del mundo, pero de modo peculiar a partir de la encarnación, el misterio de Cristo opera de manera oculta en el conjunto de la realidad natural, sin por ello afectar su autonomía”.[27]
¿Qué investigación astrobiológica podría promover una comprensión teológica de la creación y de la vida humana fundada en la encarnación y animada por ella? ¿Cómo pueden apoyarse de manera mutua la teología y la astrobiología? Sugerimos dos posibilidades: en primer lugar, la astrobiología debería expresar un profundo respeto por los seres humanos, con la responsabilidad de preservar y proteger el cosmos, sin explotarlo con fines de lucro y sin servirse de él para adquirir o reforzar lógicas de poder y de control.
Los habitantes del universo deben respetar a toda criatura y evitar comportamientos que dañen el cosmos con todas sus formas de vida. Los principios de la Doctrina Social de la Iglesia nos invitan a implicarnos para realizar la justicia social, la solidaridad y el bien común también en estos términos. En segundo lugar, la investigación astrobiológica puede reforzar la inclusividad, que funda y anima la vida cristiana y la apertura confiada hacia lo desconocido sin generar miedos irracionales y sin alimentar expectativas no realistas.
Fuente:
La Civiltà Cattolica
Referencias:
[1] El programa de investigación estuvo financiado por la NASA (National Aeronautics and Space Administration), la agencia espacial estadounidense, y por la John Templeton Foundation. Para nosotros, participar en ese programa ha sido un privilegio y queremos expresar aquí nuestra gratitud a la dirección del Center of Theological Inquiry y a los colegas participantes. En el curso académico 2016-2017 un segundo grupo de doce astrobiólogos y teólogos ha continuado esta experiencia.
[2] D. C. Catling, Astrobiology: A Very Short Introduction, Oxford, Oxford University Press, 2013, p. 2.
[3] Ibíd.
[4] L. J. Mix, Life in Space: Astrobiology for Everyone, Cambridge, Harvard University Press, 2009, p. 4 [trad. cast.: La vida en el espacio: la nueva ciencia de la astrobiología, Barcelona, Crítica, 2010].
[5] Ibíd.
[6] Ibíd. La xenobiología es definida también como “exobiología”.
[7] D. J. Des Marais et al., “The NASA Astrobiology Roadmap”, Astrobiology 8 (2008), pp. 715-730: 715.
[8] Ibíd.
[9] J. Baross, “Introduction”, en L. E. Hays (ed.), Astrobiology Strategy, Washington (DC), NASA, 2015, XIII-XVI: XIII.
[10] Ibíd., XIV.
[11] Ibíd.
[12] El ácido ribonucleico es considerado como el precursor biológico esencial y con probabilidad inicial que mantiene, transfiere, modula, procesa y regula la información genética celular.
[13] La NASA refiere agencias nacionales en 17 países (cf. http://ian.arc.nasa.gov). A estas pueden agregarse dos redes colaborativas internacionales: la red nórdica (Estonia, Finlandia, Dinamarca, Islandia, Lituania, Noruega, Suecia y Estados Unidos): www.nordicastrobiology.net y la red europea: www.eana-net.eu.
[14] Se trata del proyecto que secuenció el genoma humano completo (1990-2000).
[15] Papa Francisco, Carta encíclica Laudato si’, n.os 157-158.
[16] Cf. J. F. Keenan, “Enhancing Prosthetics for Soldiers Returning from Combat with Disabilities: Theological Ethical Considerations on the War Industry’s Impact on Bioethics”, ET-Studies: Journal of the European Society for Catholic Theology 4 (2013), pp. 69-88.
[17] NASA Office of Planetary Protection.
[18] Por ejemplo, Virgin Galactic (www.virgingalactic.com).
[19] La ley se titula U.S. Commercial Space Launch Competitiveness Act, llamada también U.S. Space Act.
[20] www.planetaryresources.com.
[21] ONU, Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, texto español accesible en http://www.unoosa.org/pdf/gares/ARES_21_2222S.pdf.
[22] Cf. www.genome.gov/10001356.
[23] Sobre este tema véase también P. Walpole, “I lineamenti di una scienza della sostenibilità”, La Civiltà CattolicaIV (2016), pp. 539-552
[24] Cf. Papa Francisco, Carta encíclica “Laudato si’”, op. cit., n.º 23.
[25] Cf. N. Bostrom, Superintelligence: Paths, Dangers, Strategies, Oxford, Oxford University Press, 2016 [trad. cast.: Superinteligencia: caminos, peligros, estrategias, Zaragoza, TEELL, 2016].
[26] L. J. Mix, Life in Space…, op. cit., p. 287.
[27] Papa Francisco, Carta encíclica Laudato si’, op. cit., n.º 99.