Card. Parolin augura “nueva temporada” en las relaciones entre la Santa Sede y China
11:00 p m| 2 set 16 (AGENCIAS/BV).- El acercamiento entre la Santa Sede y la República Popular China “continúa con espíritu de buena voluntad entre ambas partes”, y está dirigido a encontrar “soluciones realistas por el bien de todos”. La confirmación del paso hacia adelante en el diálogo llega directamente del cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado Vaticano. Semanas atrás, el cardenal John Tong, arzobispo de Hong Kong, hizo público un artículo con la finalidad de promover el diálogo, y afirmó que el país asiático “ahora está dispuesto” a llegar a un acuerdo en el tema del nombramiento de obispos, que es el obstáculo más complicado.
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Antecedente: ¿Por qué hablamos de una Iglesia clandestina?
La Iglesia católica fue fundada por Jesucristo y es una, santa, católica y apostólica. Desde que entrara en China, la Iglesia ha mantenido estas características fundamentales. Pero luego de la fundación de la Nueva China en 1949, la comunión de la Iglesia en China con la Iglesia universal se ha ido topando cada vez con más, hasta llegar a la expulsión del Internuncio Apostólico, Mons. Antonio Riberi, en 1951; de este modo, los vínculos con la Iglesia Universal fueron profundamente dañados.
La comunión con la Iglesia universal no debe ser solamente un nexo espiritual, sino que debe manifestarse en la acción concreta del nombramiento de los obispos locales por parte del Papa. Si bien en la visión de la Iglesia el nombramiento de obispos por parte del Sumo Pontífice es un asunto totalmente religioso e interno suyo, en los últimos sesenta años, a causa de una falta de comprensión por parte del Gobierno chino, para el Santo Padre no ha sido fácil nombrar formalmente a los obispos en China, motivo por el cual la comunión de la Iglesia en China con la Iglesia universal no ha podido manifestarse plenamente.
Por otro lado, en la actualidad el gobierno permite la práctica religiosa solo con personal reconocido y en lugares registrados ante la Oficina de Asuntos Religiosos y bajo el control de la Asociación Patriótica de Católicos Chinos. De ahí la diferencia entre una Iglesia “oficial” y los fieles que tratan de salirse del citado control para ponerse en obediencia directa del Papa formando la Iglesia “clandestina”.
El gobierno ha puesto tradicionalmente dos obstáculos: que Roma reconozca la política de “una sola China”, rompiendo sus relaciones con Taiwán, y que el gobierno intervenga en el nombramiento de los obispos. La postura de la Santa Sede se ha orientado a favorecer la unidad entre las dos comunidades católicas de China, y a hacer ver al gobierno comunista que la independencia de la Iglesia católica no significa inmiscuirse en la vida política del país.
Secretario de Estado Vaticano: Francisco sueña con la reconciliación entre los católicos chinos
“La Santa Sede”, dice Parolin, “está particularmente interesada en que los católicos chinos puedan vivir de modo positivo su pertenencia a la Iglesia, y al mismo tiempo, ser buenos ciudadanos y contribuir a reforzar la armonía de la entera sociedad china”. Mientras crece la expectativa mediática entorno a las relaciones sino-vaticanas, el secretario de Estado vaticano recuerda que “el camino del conocimiento y de la confianza recíproca necesita tiempo, paciencia y amplitud de miras”.
Ignorando los alarmismos difundidos sobre presuntos “pactos político-diplomáticos” perseguidos por el Vaticano sobre los responsables de la comunidad católica local, Parolin aclara que los contactos mantenidos con Pekín son un intento de la Santa Sede de hacer más fácil la vida de los fieles católicos chinos y favorecer la reconciliación entre las comunidades consideradas “oficiales” y aquellas consideradas “clandestinas”.
“Apoyar que en China existen dos diferentes Iglesias no corresponde a la realidad histórica ni a la vida de fieles de los católicos chinos. Se trata de dos comunidades deseosas de vivir en plena comunión con el Sucesor de Pedro”, asegura el cardenal, negando una de las distorsiones más habituales sobre el catolicismo chino. Cada una de ellas –subraya Parolin- “lleva con ellas un pasado histórico de momentos de gran sufrimiento, lo que demuestra la complejidad y las contradicciones del inmenso país”.
Y el deseo de la Santa Sede es “ver en un futuro no muy lejano estas dos comunidades reconciliarse y acogerse para un común anuncio del Evangelio, que sea verdaderamente creíble”. Es esta la reconciliación que también está en el corazón del Papa Francisco: “que se superen las tensiones y las divisiones del pasado para poder escribir una página nueva de la Historia de la Iglesia en China”, sabiendo bien que la Iglesia “conoce figuras de heroicos testimonios del Evangelio, un río de santidad a menudo escondido o desconocido a la mayoría”. Tal camino de reconciliación –asegura con confianza Parolin- podrá ser “un ejemplo elocuente para el mundo entero, construyendo puentes de fraternidad y de comunión”.
Cardenal Tong confirma acuerdos preliminares entre China y El Vaticano respecto a nombramiento de obispos
El artículo comienza recordando que a partir de la “fundación de la nueva China en 1949”, cuando los comunistas (aunque no utilizó este término) llegaron al poder y expulsaron al representante pontificio en 1951, “la unidad entre la Iglesia católica en China y la Iglesia universal se fue haciendo cada vez más difícil”.
Ahora las cosas están cambiando, escribió Tong, y “afortunadamente, después de haber trabajado muchos años en el problema, la Iglesia católica gradualmente se ganó la consideración del gobierno chino, que ahora está dispuesto a llegar a un acuerdo con la Santa Sede sobre la cuestión del nombramiento de los obispos en la Iglesia católica en China y en la búsqueda de un plan recíprocamente aceptable”.
El obispo de Hong Kong afirmó que el objetivo de este acuerdo es doble: “No afectar la unidad de la Iglesia católica ni los derechos esenciales del Pontífice Romano de nombrar a los obispos” y “no permitir que el derecho del Papa de nombrar a los obispos sea considerado una injerencia en los asuntos internos de China”.
En el artículo también se reflexiona sobre las situaciones de los obispos ilegítimos (tanto de los que han pedido la reconciliación con el Papa como de los que no lo han hecho) y de los obispos “clandestinos” y su reconocimiento por parte de Pekín, sobre la situación de la Conferencia de los obispos en China (que no es reconocida por Roma, puesto que los obispos “clandestinos” están excluidos) y el destino de los que se encuentran encarcelados.
Tong también trata de responder a todos los que se preguntan si con un acuerdo como este el Papa y los funcionarios vaticanos “podrían ir contra los principios de la Iglesia” y contradecir lo que escribió Benedicto XVI en su “Carta a los católicos chinos” de 2007.
El cardenal afirma que está convencido de que “aunque los términos concretos del acuerdo recíproco no han sido publicados, consideramos que el Papa Francisco, en calidad de protector de la unidad y de la comunión de la Iglesia universal, no aceptará un acuerdo que dañaría a la Iglesia católica en China y a la Iglesia universal”.
En una entrevista le preguntaron por qué no se había referido a la Asociación patriótica china que ejerce el control por cuenta del gobierno de Pekín sobre la Iglesia católica en el continente, Tong afirmó que “el fundamento lógico y la perspectiva de la Asociación están implícitos en el artículo. En su carta de 2007, Papa Benedicto XVI tampoco mencionó la Asociación en el texto, pero se hacía referencia a ella explícitamente en la nota a pie número 36”.
El cardenal, que cumplió 77 años el pasado 31 de julio, es el director del Centro de Estudios Holy Spirit de Hong Kong, puesto en el que se encuentra desde que el mismo centro de investigación católico fue fundado en 1980. También se ocupa de la diócesis china más grande del mundo, Hong Kong, encargo en el que permanecerá, puesto que cuando cumplió 75 años, en 2014, Papa Francisco le pidió que continuara por un periodo de tres años más.
Tong reveló que comenzó a escribir el artículo el pasado 24 de mayo, en la Jornada Mundial de Oración para la Iglesia en China, con el objetivo de ayudar a “promover el diálogo entre la Iglesia en China y la Iglesia universal y entre China y la Santa Sede”. Dejó claro que el artículo en cuestión representa su “punto de vista” y que es el resultado de sus reflexiones tras 36 años de investigación sobre China y sobre las relaciones sino-vaticanas.
Al leer el artículo del cardenal Tong podría parecer que no solo está defendiendo el diálogo entre la Santa Sede y China, sino que está preparando también a los católicos (dentro y fuera) de China para un acuerdo que parece perfilarse en el horizonte. Y provocará, seguramente, muchas discusiones.
Leer aquí artículo completo del cardenal Tong.
Un obispo “clandestino”: entre antes llegue el acuerdo China-Santa Sede, mejor
Entrevista a José Wei Jingyi, obispo chino no reconocido por el gobierno. “Para permanecer fiel a la Sede Apostólica acepté volverme un obispo clandestino”.
-Obispo José Wei, como prelado chino, ¿qué es lo que más le sorprendió del artículo del cardenal John Tong sobre la posible evolución de las relaciones entre la Santa Sede, la Iglesia en China y el gobierno del país en relación con los nombramientos de los obispos?
El artículo del cardenal Tong sobre la “Comunión de la Iglesia en China con la Iglesia Universal” me impresionó por su novedad. Lo que más me sorprendió fue la luz que Tong recibió del cielo, que lo iluminó y le permitió ver con nuevos ojos toda la cuestión. Parte de la manera que usa Dios para dialogar con el hombre y sugiere que hay que ver con esa misma mirada también el diálogo entre la Santa Sede y Pekín. Por esto logró prefigurar una evolución tan importante y positiva.
-El cardenal Tong escribió que la “Santa Sede tiene la autoridad para establecer las modalidades más oportunas para el nombramiento de los obispos en China”, y que el Papa “tiene la autoridad específica de considerar las condiciones particulares de la Iglesia en el país y establecer leyes especiales, pero que no violen los principios de fe y que no destruyan la comunión eclesial”. ¿Los obispos llamados “clandestinos”, incluyéndolo a usted, están listos para reconocer este hecho?
Al ejercer la propia autoridad en estas cosas, el Papa y la Santa Sede no contradicen seguramente la fe y no dañan la comunión ni la unidad de la Iglesia. Todos los fieles chinos que viven en China, clandestinos u oficiales, son católicos. Y los católicos son fieles a la Sede Apostólica. ¡Para permanecer fiel a la Sede Apostólica de Roma elegí convertirme en un obispo clandestino! ¿Cómo podría ahora rechazar lo que indica la Santa Sede? Es para confesar explícitamente nuestra fidelidad al Papa y a la Sede Apostólica que nos convertimos en una comunidad clandestina, es decir sin registro oficial en los aparatos civiles. Y entonces, ¿cómo podríamos ahora rechazar lo que viene del Papa y de la Santa Sede?
-En su largo artículo, el cardenal Tong escribió: “A algunos les preocupa que las negociaciones entre China y el Vaticano tengan como consecuencia el abandono de los obispos no oficiales”. ¿Qué piensa usted, que es un obispo no reconocido por el gobierno?
Me pregunto: ¿cuáles pueden ser las prerrogativas legítimas de las comunidades clandestinas que corren el peligro de ser contradichas o que pueden frustrarse por las negociaciones entre China y la Santa Sede? Existe el Derecho canónico y también existe el Derecho civil, pero el diálogo entre la Santa Sede y el gobierno chino no sacrificará ninguna de las instancias legítimas de las comunidades clandestinas desde ninguno de los dos puntos de vista.
En cuanto a quienes están preocupados de que con las negociaciones la Sede Apostólica pudiera olvidar a los obispos que están en la cárcel, parece que no tienen ningún fundamento. ¿Cómo podría la Iglesia, que es madre, olvidar a los propios hijos que confiesan incluso pagando con sufrimientos su fe? Es imposible, porque es imposible que el Espíritu Santo abandone a la Iglesia.
-El cardenal Tong escribió que la Santa Sede, con el acuerdo en discusión, quiere favorecer la plena comunión de la Iglesia en China, y se imaginó una Conferencia Episcopal que incluya a todos los obispos en comunión con el Papa, después de que se hayan resuelto los casos de los obispos ilegítimos y excomulgados. ¿Podrían surgir resistencias en las comunidades china, después de tantas décadas de división?
La Iglesia de Dios que camina en la historia está hecha de pecadores. Si cobra forma una Conferencia Episcopal china en comunión con el Papa, todos estos obispos serán personas convertidas para caminar juntos hacia el Reino de Dios. Esta visión, esta perspectiva, es bellísima. Es lo que nosotros esperamos ver desde hace mucho tiempo y es por lo que rezamos desde hace tanto tiempo. La comunidad de los fieles chinos no tendrá objeciones. Pero esperemos también que esto vaya acompañado por frutos de conversión en todos nosotros.
Este es un tiempo en el que todos nosotros debemos ver la condición concreta del Hijo Pródigo que narra el Evangelio, aquel hijo que había estado lejos durante años y que para sobrevivir acabó cuidando cerdos. Podemos imaginarnos que apestaba a cerdo y que, al volver a casa, se lavó lo antes posible, porque nadie quiere estar cerca de personas que apestan. No queremos ver que el Hijo Pródigo, después de haber sido abrazado por el padre, vuelve a ocuparse de cerdos, a ensuciarse con su lodo, sin pedir que lo liberen de la suciedad y del mal olor. Si alguien se comporta así y vuelve al lodo, quiere decir que no tiene ninguna identidad, ningún sentido de pertenencia, y todos se alejarán de él.
-¿Ha escuchado algo sobre los contenidos de las negociaciones entre la Santa Sede y el gobierno chino?
No, no conocemos los particulares, pero sabemos que están trabajando, que el trabajo procede. Esto quiere decir que las cosas siguen adelante. No hay que poner prisas, porque es bueno trabajar con calma. Pero, al mismo tiempo, esperamos que se llegue dentro de poco a un resultado concreto que sea bueno para todos. ¡Y entre más rápido llegue, mejor!
-Según algunos analistas, el diálogo es una ilusión o incluso nocivo si antes no se cancela el peso de la Asociación Patriótica. ¿Es cierto?
Cuando dos realidades comienzan a negociar deben ser libres de hablar sobre todo. También la Asociación Patriótica. Pero sin poner precondiciones. Nosotros tenemos que decir lo que pensamos, también dar sugerencias, pero el Papa debe sentir principalmente nuestro absoluto apoyo, y que confiamos en él. No debemos pretender ponerle condiciones, decirle qué debe o qué no debe hacer, o incluso pretender imponerle nuestras ideas. En el Evangelio, Jesús encomendó a Pedro la tarea de confirmar en la fe a sus hermanos. El mismo Jesús asiste al Papa en esta tarea. Y nosotros no debemos pretender enseñarle cómo se hace.
-¿Pero si uno, en su conciencia, tiene dudas?
El criterio que hay que seguir no son las propias opiniones, sino el Evangelio y la fe de los Apóstoles. Nadie puede creer que sus ideas son superiores a las palabras de Jesús. Y Jesús, en el Evangelio, nos dijo que confiáramos en Pedro, en el apóstol que lo había traicionado y al que había perdonado, porque a Pedro lo sostiene Él mismo. Claro, hay que seguir la verdad que percibimos en nuestra conciencia. Pero es la fe la que ilumina nuestra conciencia, y no al contrario.
-¿Cuáles son las grandes oportunidades y también las insidias más peligrosas que usted percibe, como pastor, en el presente y en el futuro de la Iglesia en China?
En estos tiempos, en la sociedad china se advierte que se necesitan puntos de referencia morales, porque la corrupción arruina y destruye todo. Entonces, se percibe una aspiración extendida al bien, a hacer las cosas respetando a los demás y el bien común. Y de esta manera, según mi opinión, se difunde también un clima favorable para el espíritu de Evangelio. Vemos que podemos colaborar. La sociedad china espera que nosotros los cristianos demos un aporte positivo y constructivo. El peligro es que no aprovechemos esta circunstancia favorable, porque estamos perdidos y nos perdemos con otras cosas. Sera como renunciar a anunciar el Evangelio en un momento en el que muchos podrían acogerlo con alegría.
-El cardenal Tong, hace algunos meses, insistió en la oportunidad de “achinar” la Iglesia en China, para que no fuera percibida como un factor de colonización religiosa. ¿Es un proceso insidioso?
Pero si Matteo Ricci trajo a China no el “Evangelio italiano” o el “Evangelio francés”: trajo el Evangelio y recorrió la vía china para hacer que llegara a los chinos.
-¿Se pueden leer todavía con facilidad las homilías y los discursos de Papa Francisco en el territorio chino?
Claro. Los publican muchos sitios de Internet y pasan de persona a persona. Estamos siguiendo paso a paso todas las sugerencias relacionadas con el Año Santo de la Misericordia. En Internet también veo a muchos chinos en las Audiencias generales con el Papa, en Roma, y se encuentran con él en la Plaza San Pedro. Él los saluda a menudo. Con respecto al pasado, para los chinos se ha vuelto más fácil llegar a Roma y ver o incluso saludar al Papa. Hay una cercanía visible con el obispo de Roma, que antes no había. Las cosas han cambiado y siguen cambiando.
-¿Puede evolucionar también el papel de la Asociación Patriótica?
En lo personal, espero que con el tiempo se convierta en algo del pasado. Porque muchos tienen un mal recuerdo del papel que tuvo en muchas situaciones. Lo importante es encontrar vías nuevas para ayudar a los católicos a manifestar también el propio amor por la patria.
-Usted habrá seguido el caso de Thaddeus Ma Daqin, obispo de Shanghái, y de su intervención sobre el papel positivo de la Asociación Patriótica. Algunos lo han tildado de traidor…
Nadie se puede permitir juzgar, difamar o darle palos a los demás. Nadie tiene el derecho de hacerlo, y los que lo hacen hacen una cosa muy mala. ¿Qué sabemos sobre lo que está en el corazón de Thaddeus Ma Daqin, después de la experiencia que vivió, y después de que le impidieran desempeñar su ministerio como obispo durante cuatro años?
-Usted puede imaginarse mejor que nosotros lo que ha pasado en el corazón del obispo Ma…
No he tenido sus experiencias. Pero la soledad sí, y también el hecho de ser llevado a un lugar o a otro. En aquellas circunstancias, nunca estás solo: estás ante Dios, y lo que pienses o hagas, lo piensas y lo haces frente a Dios. Tal vez no ves a los fieles, tal vez otros te han traicionado, pero siempre estás ante Dios. Y esto vale más. Rezamos por Ma Daqin con respeto, sin permitirnos juzgar el corazón de los demás.
-El padre Lombardi, entonces director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, dijo que el Papa reza por Ma Daqin y por todos los chinos…
El Papa es un padre, ve y juzga las cosas con mirada de padre. El obispo Ma Daqin es un hombre que reza, el Papa lo sabe y confía en él: Para un padre, lo más importante es demostrar su amor por sus hijos.
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Fuentes:
Vatican Insider / AsiaNews / Global Times