Francisco y Kiril: “No somos competidores, sino hermanos”
8:00 p m| 19 feb 16 (AGENCIAS/BV).- “La unidad se hace caminando”, anunció el Papa después del abrazo histórico y la reunión de dos horas con el patriarca ortodoxo ruso Kiril, que tuvo lugar el viernes 12 de febrero en el aeropuerto de La Habana, previo y en camino a su visita a México. Ambos líderes sienten “con particular fuerza la necesidad de un trabajo común”, a pesar de las divisiones y de las heridas de los conflictos del pasado y de las divergencias heredadas. El fin último es el restablecimiento de la unidad, “un camino que debe ser recorrido hombro con hombro, sin inercias, frente a los desafíos que exigen una respuesta común”.
El encuentro es histórico como una mirada al pasado, porque se trata de la primera cita entre un papa católico y el máximo representante ortodoxo ruso tras el cisma de 1054. Pero histórico también por las expectativas de futuro. “Hemos salido con una serie de iniciativas que creo que son viables y se pueden realizar”, aseguró Francisco mientras se daba a conocer una extensa declaración conjunta de treinta puntos en los que ambos líderes afrontan con una visión compartida asuntos clave como la persecución de los cristianos, los conflictos de Irán, Siria y Ucrania –piden a ambas iglesias “abstener de la confrontación”-, el diálogo interreligioso, la defensa de la vida.
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Sobre la declaración común
Después de dos horas de intenso coloquio, el Papa y el Patriarca firmaron una Declaración conjunta, articulada en 30 puntos en la que se reconoce que católicos y ortodoxos comparten la Tradición espiritual común del primer milenio del cristianismo, a pesar de la división causada por las heridas de conflictos del pasado lejano y reciente y de las diferencias heredadas de los antepasados en la comprensión y la explicación de la fe en Dios. El Obispo de Roma y el Patriarca de Moscú esperan, se lee en el texto, que su encuentro contribuya a la obtención de la unidad mandada por Dios por la que Cristo había rezado y subrayan que católicos y ortodoxos deben aprender a llevar el testimonio común de la verdad en las áreas en las que es posible y necesario. Aunque la primacía de honor de los ortodoxos es el Patriarcado de Constantinopla, la comunidad rusa es la más numerosa del mundo.
Una de las mayores preocupaciones son las “regiones del mundo en donde los cristianos son víctimas de persecución”. “En muchos países del Medio Oriente y del Norte de África nuestros hermanos y hermanas en Cristo son exterminados por familias, aldeas y ciudades enteras”. En Siria, en Irak y en otros países del Medio Oriente “constatamos con dolor el éxodo masivo de cristianos” de esas tierras. Por ello Francisco y Kirill piden “a la comunidad internacional que actúan urgentemente para prevenir la ulterior expulsión de los cristianos del Medio Oriente”, pero con la consciencia de que los sufrimientos que viven los fieles de otras tradiciones religiosas, también “víctimas de la guerra civil, del caos y de la violencia terrorista”. Los líderes religiosos pidieron a la comunidad internacional poner “fin a la violencia y al terrorismo” en Siria e Irak, para contribuir a la paz y garantizar una ayuda humanitaria “a gran escala”.
Francisco y Kirill piden la liberación de los metropolitanos de la ciudad de Aleppo, secuestrados en abril de 2013. “Elevamos nuestras oraciones a Cristo, el Salvador del mundo, para el restablecimiento de la paz en el Medio Oriente”. En la declaración se invocan mesas de negociación y la lucha contra el terrorismo.
Después, los líderes de la Iglesia católica y de la Ortodoxia ruda hablaron sobre lo que Francisco define como “el ecumenismo de la sangre”: “Nos inclinamos ante el martirio de los que, al costo de la propia vida, testimonian la verdad del Evangelio, prefiriendo la muerte a la apostasía de Cristo. Creemos que estos mártires de nuestro tiempo, que pertenecen a diferentes Iglesias, pero están unidos por un sufrimiento común, son una prenda de la unidad de los cristianos”. “Ningún crimen puede ser cometido en nombre de Dios”, recuerdan juntos el Papa y el Patriarca.
Después de haber hablado sobre la gran renovación de la fe cristiana que se está dando en Rusia, Francisco y Kiril se dijeron preocupados por las restricciones que se están imponiendo a la libertad religiosa. “En particular, constatamos que la transformación de algunos países en sociedades secularizadas extrañas a cualquier referencia a Dios y a su verdad, constituye una gran amenaza para la libertad religiosa”. Una “fuente de inquietud” es la progresiva disminución “de derechos de los cristianos, si no incluso su discriminación, cuando algunas fuerzas políticas, guiadas por la ideología de un secularismo muchas veces muy agresivo, tratando de empujarlos a los márgenes de la vida pública”.
Los dos líderes invitan a permanecer alertas “contra una integración que no sería respetuosa de las identidades religiosas. Aún permaneciendo abiertos al aporte de otras religiones a nuestra civilización, estamos convencidos de que Europa debe permanecer fiel a sus raíces cristianas”. No podemos permanecer indiferentes “ante la suerte de millones de migrantes y de refugiados que tocan a las puertas de los países ricos”, se lee en la declaración común, que expresa la preocupación de ambos por “el consumo desenfrenado, como se ve en algunos países más desarrollados”, que “está agotando gradualmente los recursos de nuestro planeta”. “Las Iglesias cristianas —continúan el Papa y Kiril— están llamadas a defender las exigencias de la justicia, el respeto por las tradiciones de los pueblos y una auténtica solidaridad con todos los que sufren”.
Algunos párrafos están dedicados a la familia y a la vida, y no dejan lugar a dudas. “Estamos preocupados por la crisis de la familia en muchos países”: la familia “se funda en el matrimonio, acto libre y fiel de amor de un hombre y de una mujer. Nos entristece que otras formas de convivencia ya hayan sido situadas al mismo nivel de esta unión, mientras el concepto de paternidad y de maternidad como vocación particular del hombre y de la mujer en el matrimonio es arrancado de la conciencia pública”.
Francisco y el Patriarca de Moscú piden “a todos respetar el derecho inalienable a la vida. Millones de niños son privados de la posibilidad misma de nacer en el mundo. La voz de la sangre de niños no nacidos grita a Dios”. Expresan también su preocupación por la “llamada eutanasia”, que provoca que “las personas ancianas y los enfermos comiencen a sentirse un peso excesivo para sus familias y para la sociedad en general”. Temor también por el desarrollo de las técnicas de procreación médicamente asistida, “porque la manipulación de la vida humana es un ataque contra los fundamentos de la existencia del hombre, creado a imagen de Dios”.
Lo que une a los ortodoxos y a los católicos no es, pues, solamente la misma tradición de la Iglesia del primer milenio, sino también “la misión de predicar el Evangelio de Cristo en el mundo de hoy”. Una misión que “implica el respeto recíproco por los miembros de las comunidades cristianas y que excluye cualquier forma de proselitismo. No somos competencia, sino hermanos, y de con este concepto deben ser guiadas todas nuestras acciones recíprocas y hacia el mundo exterior”. Por lo tanto, no se puede aceptar que se recurra a “medios desleales para incitar a los creyentes a pasar de una Iglesia a otra”.
Francisco y Kiril esperan que este encuentro pueda contribuir a la reconciliación en donde existan “tensiones entre greco-católicos y ortodoxos”. Hoy está claro, se lee en la declaración, que “el método del ‘uniatismo’ del pasado, comprendido como unión de una comunidad a la otra, separandola de su Iglesia, no es una manera que permita restablecer la unidad”. Sin embargo, “las comunidades eclesiales que aparecieron en estas circunstancias históricas tienen el derecho de existir y de emprender todo lo que sea necesario para satisfacer las exigencias espirituales de sus fieles, tratando, al mismo tiempo de vivir en paz con sus vecinos”.
También es muy significativo el llamado a deplorar el enfrentamiento en Ucrania: “Invitamos a todas las partes en conflicto a la prudencia, a la solidaridad social y a la acción para construir la paz. Invitamos a nuestras Iglesias en Ucrania a trabajar para llegar a la armonía social, a abstenerse de participar en el enfrentamiento y a no sostener ningún ulterior desarrollo del conflicto”. Justamente los cristianos católicos de rito oriental de Ucrania habían expresado los temores más fuertes por el encuentro entre el Papa y el Patriarca.
Después de firmar la declaración conjunta, Kiril y Francisco pronunciaron unos breves discursos antes de despedirse.
Kiril agradeció al presidente de Cuba, Raúl Castro, y dijo que durante dos horas él y el Papa tuvieron una discusión abierta con pleno entendimiento de la “responsabilidad por nuestras Iglesias, por nuestro pueblo creyente por el futuro del cristianismo y por el futuro de la civilización humana. Fue una conversación con mucho contenido que nos dio la oportunidad de entender y sentir las posiciones de uno y otro. Y los resultados de la conversación me permiten asegurar que las dos Iglesias pueden operar conjuntamente defendiendo a los cristianos en todo el mundo, y con plena responsabilidad trabajar conjuntamente que no sea la guerra, para que la vida humana se respete en todo el mundo. Para que se fortalezcan las bases de la moral personal, familiar y social, y que a través de la participación de la iglesia en la vida de la sociedad humana moderna se glorifique el nombre de Nuestro Señor Jesucristo y del Espíritu Santo”.
Después el Papa dijo: “Santidad, Eminencias, Reverencias, hablamos como hermanos, tenemos el mismo bautismo, somos obispos. Hablamos de nuestras Iglesias y coincidimos en que la unidad se hace caminando. Hablamos claramente sin medias palabras, y yo les confieso que he sentido la consolación del Espíritu en este diálogo. Agradezco la humildad de Su Santidad, humildad fraterna, y sus buenos deseos de unidad. Por eso quiero agradecer una vez más a Su Santidad su benévola acogida, como así mismo a los colaboradores, y nombro a dos, su Eminencia el metropolita Hilarion y su Eminencia el cardenal Koch, con todos sus colaboradores que han trabajado para esto. No quiero irme sin dar un sentido agradecimiento a Cuba, al gran pueblo cubano y a su presidente aquí presente. Y agradezco su disponibilidad activa, si sigue así, Cuba será la capital de la Unidad. Y que todo esto sea para gloria de Dios Padre Hijo y Espíritu Santo y para el Santo Pueblo Fiel de Dios bajo el Manto de la Santa Madre de Dios”.
Leer aquí la declaración completa.
Sobre el encuentro
Francisco y Kiril se abrazaron y besaron. El primer encuentro fue a la entrada de una salita revestida de madera oscura en el aeropuerto internacional de La Habana, en un día soleado. Se llevó a cabo lejos de Europa y sus divisiones, en una isla que es una encrucijada y un símbolo.
“Hermano, hermano, somos hermanos – dijo el Papa al ver a Kiril-, ¡finalmente”. El Pontífice y el Patriarca se sentaron en dos grandes sillones revestidos de tela blanca. Había en la salita también un gran crucifijo de madera. “Ahora las cosas son más fáciles”, dijo Kiril. “Está más claro que es la voluntad de Dios”, añadió Francisco.
Así comenzó el encuentro: además de ambos líderes y sus respectivos intérpretes, en el coloquio también participan el cardenal Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, y el metropolita Hilarion, “ministro del Exterior” del Patriarcado de Moscú.
El presidente cubano Raúl Castro acogió a Papa Francisco en la pista del aeropuerto internacional José Martí de La Habana, tal y como había hecho horas antes con el patriarca ortodoxo de Moscú, Kiril. Es la segunda vez en dos meses que Jorge Mario Bergoglio visita la isla caribeña, después de su visita de septiembre del año pasado.
Estaban esperando en la pista del aeropuerto también dos cardenales: el arzobispo local Jaime Ortega y Alamino y el Presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, Kurt Koch. Con grande reserva, el purpurado suizo tejió durante los últimos dos meses la trama que permitió el histórico encuentro de hoy en La Habana con el Patriarca Kiril, a quien el Papa llamó hoy durante el vuelo desde Roma “mi querido hermano”.
Acompaña en el séquito papal al Pontífice otro de los protagonistas de la negociación: el “número dos” de la Secretaría de Estado, el arzobispo Angelo Giovanni Becciu, quien fue nuncio apostólico en Cuba y siempre ha mantenido relaciones cordiales y discretas con el presidente Raúl Castro.
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Fuentes:
Vatican Information Service / Vatican Insider