Francisco abre la Puerta Santa: “Debemos anteponer la misericordia al juicio”
11:00 p m| 09 dic 15 (VIDA NUEVA/BV).- El Papa inauguró el 8 diciembre en Roma el Año de la misericordia y abrió la Puerta Santa, tras el prólogo de Bangui. Y, en la homilía, explicó que, para Dios, lo primero es la misericordia, incluso antes que el juicio. Por eso, invita a la Iglesia a recuperar el “espíritu del samaritano del Vaticano II”, para salir, de nuevo, a proclamar la alegría del amor al mundo. La celebración se extenderá hasta el próximo 20 de noviembre del 2016 (solemnidad de Jesucristo Rey del Universo). Acompaña la reseña un artículo publicado por la revista Vida Nueva que propone aclarar todas las dudas sobre la celebración del Jubileo de la Misericordia.
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La apertura de la Puerta Santa es “un gesto tan sencillo como fuertemente simbólico”, ha afirmado el Papa ante una plaza de San Pedro abarrotada de fieles, bajo el cielo gris que cubría la ciudad de Roma. “Entrar por la puerta significa descubrir la profundidad de la misericordia del Padre que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno. Será un año para crecer en la convicción de la misericordia”.
“La fiesta de la Inmaculada Concepción expresa la grandeza del amor Dios. Él no es sólo quien perdona el pecado, sino que en María llega a prevenir la culpa original que todo hombre lleva en sí cuando viene a este mundo. Es el amor de Dios el que previene, anticipa y salva, el inicio de la historia del pecado en el Jardín del Edén se resuelve en el proyecto de un amor que salva”, ha manifestado Bergoglio durante su homilía en la misa de solemnidad de la Inmaculada Concepción.
Francisco, quien ya como obispo en Buenos Aires había escogido como lema propio miserando atque eligendo, ha clamado que “la historia del pecado solamente se puede comprender a la luz del amor que perdona. Si todo quedase relegado al pecado, seríamos los más desesperados entre las criaturas, mientras que la promesa de la victoria del amor de Cristo integra todo en la misericordia del Padre”.
50 años del Vaticano II
“Hoy cruzando la Puerta Santa queremos también recordar otra puerta que, hace cincuenta años, los Padres del Concilio Vaticano II abrieron hacia el mundo”, ha recordado Francisco, en el 50 aniversario de la finalización del Concilio.
“Esta fecha no puede ser recordada sólo por la riqueza de los documentos producidos, que hasta el día de hoy permiten verificar el gran progreso realizado en la fe, un verdadero encuentro entre la Iglesia y los hombres de nuestro tiempo”.
Animando a salir a las periferias, materiales y existenciales, el Papa ha concluido su homilía clamando que “el jubileo nos obliga a no descuidar el espíritu surgido en el Vaticano II, el del samaritano, como recordó el beato Pablo VI en la Conclusión del concilio. Cruzar hoy la Puerta Santa nos compromete a hacer nuestra la misericordia del Buen Samaritano”.
Jubileo de la Misericordia: un año, dos papas
Al finalizar la misa, el papa Francisco se ha reunido con el papa emérito Benedicto XVI. Antes de abrir la Puerta Santa se dirigió hacia él, que permaneció sentado en un rincón del atrio de la Basílica de San Pedro en una silla tapizada con una tela blanca. Se abrazaron. Joseph Ratzinger sonreía. Después, Francisco volvió a su sitio. Pronunció la oración y la formula de tiro, por primera vez en italiano y no en latín, pidiendo que fuera abierta la “puerta de la justicia”.
Los pesados batientes de la Puerta Santa, maniobrados por dos “sanpietrini” que se ocupan del cuidado de la basílica, se abrieron de par en par a las 11.11 de la mañana. Permanecieron cerrados durante 15 años. El Papa se quedó solo, de pie, en el umbral, para rezar con la cabeza inclinada hacia adelante y con las manos unidas, mientras el aire helado que venía de la plaza hacía ondear ligeramente su manto. Después entró a la basílica iluminada y vacía. Pero se detuvo inmediatamente, poniéndose al lado de la puerta, esperando. Esperó que Benedicto XVI entrara, después de haber subido con fatiga los escalones, con la ayuda de un bastón negro y del brazo de su secretario particular Georg Gänswein.
Así, la Puerta Santa del Jubileo extraordinario de la Misericordia que acababa de ser abierta por el Pontífice fue atravesada por su predecesor. Después de dar unos cuantos y pequeños pasos Benedicto XVI se volvió a encontrar cara a cara con Francisco. Ambos sonreían y la serenidad en el rostro de Joseph Ratzinger, que aceptó la invitación del Papa y quiso estar presente a pesar de la fragilidad de sus piernas, es un signo muy expresivo sobre la relación que hay entre ambos.
El arquitrabe de la Iglesia
Para Bergoglio, la Misericordia es “el arquitrabe que sostiene la vida de la Iglesia”. En su momento, también Benedicto XVI explicó que “la misericordia es en realidad el núcleo central del mensaje evangélico”, y en la encíclica “Deus caritas est” escribió que experimentar la misericordia y el perdón de Dios hace posible vivir la misericordia y el perdón entre los hombres. La importancia que ha asumido este mensaje en el Pontificado de Francisco, hasta convertirse en su centro, surge del magisterio de quien lo precedió.
Pero hay también otro elemento que ayer unió las figuras de los últimos dos Papas. Bergoglio, ordenado sacerdote poco después de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II, quiso inaugurar el Jubileo en el 50 aniversario de la clausura de ese evento que marcó la historia de la Iglesia del siglo XX, y en el que Ratzinger participó como teólogo perito. A pesar de lo intentos de retroceder con respecto al Vaticano II, Benedicto XVI siempre lo ha considerado como una brújula. Y ayer por la mañana, en la homilía de la misa de la Inmaculada que precedió la apertura de la Puerta Santa, Francisco (Papa poco interesado en la interpretación del Concilio y más interesado en vivirlo) lo definió “un verdadero encuentro entre la Iglesia y los hombres de nuestro tiempo. Un encuentro marcado por la fuerza del Espíritu que impulsaba a su Iglesia a salir de los huecos en los que durante muchos asó la habían encerrado en sí misma, para retomar con entusiasmo el camino misionero”. “Era el retomar un recorrido —concluyó Bergoglio— para salir al encuentro de cada hombre en donde vive; en su ciudad, en su casa, en el lugar de trabajo… en todas partes hay una persona, y allí la Iglesia está llamada a alcanzarla para llevar la alegría del Evangelio”.
Año Santo de la Misericordia: todo lo que hay que saber
¿Cuándo anunció el Papa Francisco este Año Santo de la Misericordia?
Francisco realizó el anuncio en el segundo aniversario de su elección como Pontífice el pasado viernes 13 de marzo, durante la homilía que dio inicio a las 24 horas para el Señor, una propuesta celebrada en todo el mundo para promover la apertura extraordinaria de las iglesias y favorecer la celebración del sacramento de la Reconciliación.
¿Con qué motivo?
Con el Jubileo de la Misericordia, Francisco quiere poner en el centro de la atención al Dios misericordioso que invita a todos a volver hacia Él. El encuentro con Dios inspira la virtud de la misericordia. La apertura del próximo Jubileo adquiere un significado especial ya que tendrá lugar en el 50º aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II (1965), un impulso para que la Iglesia continúe la obra iniciada con el Vaticano II.
¿Qué es un Año Santo?
Consiste en un perdón general, una indulgencia abierta a todos, para renovar la relación con Dios y con el prójimo. De este modo, los jubileos son siempre una oportunidad para profundizar la fe y vivir con un compromiso renovado el testimonio cristiano.
¿Qué significa la expresión “Año Santo”? ¿Es lo mismo que un “Jubileo”?
Para los hebreos el jubileo era un año declarado santo, que ocurría cada 50 años, y durante el cual se debía restituir la igualdad a todos los hijos de Israel, ofreciendo nuevas posibilidades a las familias que habían perdido sus propiedades e incluso la libertad personal. A los ricos, el año jubilar les recordaba que los esclavos israelitas podrían reivindicar sus derechos. La Iglesia católica retomó la tradición del Año Santo con el papa Bonifacio VIII, en el año 1300. Este Pontífice previó la realización de un jubileo cada siglo, para permitir a cada generación vivir al menos un Año Santo. Desde el año 1475, el jubileo ordinario comenzó a espaciarse al ritmo de cada 25 años. Un jubileo extraordinario, en cambio, se proclama con ocasión de un acontecimiento de particular importancia; como en este caso el proclamado por el papa Francisco por la misericordia.
¿Cuántos Años Santos ha habido?
Los Años Santos ordinarios celebrados hasta hoy han sido 26. El último fue el Jubileo del año 2000. La costumbre de proclamar Años Santos extraordinarios se remonta al siglo XVI. Los últimos de ellos, celebrados el siglo pasado, fueron el de 1933, proclamado por Pío XI con motivo del XIX centenario de la Redención, y el de 1983, proclamado por Juan Pablo II por los 1950 años de la Redención.
¿Cuándo comenzará y cuando terminará?
Se inicia en 2015 con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica Vaticana durante la solemnidad de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre) y concluye el 20 de noviembre de 2016 con la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Unos días antes, el 29 de noviembre, durante su viaje a República Centroafricana, la Puerta Santa de la catedral de Bangui fue abierta por Francisco, dando así el pistoletazo de salida al jubileo en África. [ver]
¿Qué importancia adquiere la misericordia para el Papa Francisco?
La misericordia es un tema muy sentido por el Papa, quien ya como obispo de había escogido como lema propio miserando atque eligendo. En el primer ángelus después de su elección, el Santo Padre afirmó que: “Al escuchar misericordia, esta palabra cambia todo. Es lo mejor que podemos escuchar: cambia el mundo. Un poco de misericordia hace al mundo menos frío y más justo. Necesitamos comprender bien esta misericordia de Dios, este Padre misericordioso que tiene tanta paciencia” (Ángelus del 17 de marzo de 2013). Además, en el texto de la edición en castellano de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium el término “misericordia” aparece 29 veces.
¿Habrá indulgencia durante este Año Santo extraordinario?
Sí, como es habitual en este tipo de convocatorias. Francisco envió una carta a Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, en la que explica en qué circunstancias se concederá la indulgencia.
– Así, recibirán la indulgencia jubilar los fieles que peregrinen a la Puerta Santa abierta de cada catedral o iglesia según lo estipule el respectivo obispo diocesano, o que visiten alguna de las cuatro basílicas de Roma (San Pedro del Vaticano, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros o Santa María la Mayor); todo ello vinculado a la confesión y eucaristía “con una reflexión sobre la misericordia”.
– Las personas que físicamente no se puedan trasladar a estos templos, como enfermos, ancianos, etc., recibirán igualmente la indulgencia cuando vivan su “sufrimiento como experiencia de cercanía al Señor” y reciban la comunión y participen en la misa, también a través de los medios de comunicación
– Los presos que, “incluso mereciendo alguna pena, sin embargo han tomado conciencia de la injusticia cometida”.
– La carta recoge explícitamente por la preocupación del Papa ante el “drama del aborto” y las mujeres que llevan “en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa”. Sin embargo, “el perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido”, subraya Francisco, quien concede a todos los sacerdotes durante este Año jubilar “la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón”. Estos sacerdotes, por su parte, deben prepararse para esta tarea, conjugando “palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido”.
– Otra novedad es el acercamiento a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (fundados por el cismático Marcel Lefebvre y a los que la Santa Sede lleva años tendiendo la mano). “Confío en que en el futuro próximo se puedan encontrar soluciones para recuperar la plena comunión con los sacerdotes y los superiores de la Fraternidad”, dice el Papa, al tiempo que establece una disposición por la cual quienes se confiesen con estos sacerdotes “recibirán válida y lícitamente la absolución de sus pecados”.
¿Qué expectativas tiene el Papa Francisco?
En una entrevista concedida al semanario italiano Credere antes de la apertura del Año Santo, Francisco ha explicado los motivos y expectativas que, como Papa, tiene sobre del Jubileo de la Misericordia. Reproducimos aquí los momentos más importantes de la entrevista:
– ¿Por qué un Jubileo de la Misericordia? “No se me ocurrió a mí, he seguido una tradición renovada recientemente, aunque siempre existida: el tema de la misericordia se acentúa fuertemente en la Iglesia a partir de Pablo VI. Juan Pablo II lo subrayó con la Dives in Misericordia, la canonización de Santa Faustina Kowalska y la institución de la fiesta de la Divina Misericordia en la Octava de Pascua. Es obvio que el mundo de hoy necesita la misericordia, necesita la compasión”.
– ¿Qué papel ha jugado la misericordia en la vida de Jorge Mario Bergoglio? “Yo soy un pecador a quien el Señor ha mirado con misericordia. Incluso ahora cometo errores y pecados, y me confieso cada quince o veinte días, porque necesito sentir que la misericordia de Dios todavía está en mí. Me acuerdo de cuando el Señor me miró con misericordia por primera vez: cuando tenía 17 años, pasaba cerca de la parroquia que frecuentaba y me sentí empujado a entrar. En ese momento no sé qué me sucedió, pero advertí la necesidad de confesarme. Volví a casa con la certeza de tenerme que consagrar al Señor”.
– ¿El Jubileo de la misericordia puede ser una oportunidad para redescubrir la ‘maternidad’ de Dios? “Dios mismo dice en el Libro Isaías: incluso si una madre puede olvidarse de su hijo, ‘Yo, en cambio nunca me olvidaré de ti’. Yo prefiero usar la palabra ternura, propia de una madre, la ternura de Dios, la ternura nace de las entrañas paternas. Porque Dios es padre y madre”.
– ¿Hará el Papa algún gesto especial durante este Año de la Misericordia? “Habrá muchos gestos, pero un viernes de cada mes, haré un gesto diferente”.
Fuentes:
Revista Vida Nueva / Vatican Insider