Francisco en diálogo directo con jóvenes de América
11:00 a.m. | 5 mar 22 (AUJ/AO).- En un claro ejemplo de sinodalidad, el Papa dialogó durante dos horas con jóvenes universitarios sobre diversos temas como inmigración, justicia social, cuidado del medioambiente, servicio a los demás, entre muchos otros. Los estudiantes procedentes de diversas instituciones de la región pudieron exponer sus inquietudes y proyectos con total libertad, incluso denunciaron frente al pontífice la falta de dedicación en el cuidado de la creación por parte de obispos y sacerdotes. El encuentro titulado “Construyendo puentes Norte-Sur” fue organizado por la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL) y la Loyola University de Chicago.
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El diálogo, que se realizó de manera virtual, fue un intercambio en directo entre 16 estudiantes (representantes de un grupo mucho mayor que tuvo reuniones previas, con jóvenes de 60 universidades de toda América) y el papa Francisco. Los representantes fueron seleccionados en los últimos meses y trabajaron en torno a generar propuestas, que buscan transformar con justicia las realidades que enfrentan América y el mundo.
El encuentro inició con la bienvenida a los participantes presentes de parte del Arzobispo de Chicago, Blase J. Cupich, quien en su mensaje habló de la importancia de un proceso sinodal, que lleva a caminar todos juntos, así mismo, felicitó y agradeció el trabajo de los grupos que lograron, desde el diálogo, sus esperanzas, sueños e ideas, plantear proyectos concretos que responden a los complejos problemas que tienen que ver con la inmigración, migración y el sufrimiento de los refugiados. Luego, tomó la palabra Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, quien agradeció el gesto sinodal del Papa, al reunirse con jóvenes. En su participación calificó la migración como “la gran tragedia del siglo XXI” y dijo que resulta absurdo que en la actualidad las mercancías, el dinero y los virus circulen libremente por el mundo, no así las personas.
Al concluir Emilce, Francisco compartió su mensaje de bienvenida, en el que comenzó agradeciendo la oportunidad de un espació en el que se dialogue sobre la construcción de puentes, lo que calificó como “la vocación del cristiano”, a esto añadió, que ya no vivimos una época de muchos cambios sino un cambio de época, en el que tenemos que aprender, que antes de dar respuestas estamos obligados a recibir las preguntas con la mente y el corazón. Resaltó cómo los jóvenes toman en sus manos los actuales desafíos de la humanidad desde la transdisciplinariedad que permiten las universidades, usando los tres lenguajes: el de la cabeza, el del corazón y el de las manos: “Que la vida universitaria sea: Pensar lo que yo siento y lo que hago; Sentir lo que pienso y lo que hago; y hacer lo que siento y lo que pienso”. Al final de sus palabras invitó a los universitarios a hacer lío, recalcando que un estudiante que no arma lío es un joven al que falta sal, pimienta, le falta algo que le dé vida.
El diálogo
En cuatro grupos, de cuatro representantes cada uno y divididos por regiones el diálogo entre jóvenes inició con el primer grupo con representantes de Centroamérica, el Caribe y la región del oeste y costa del Pacífica de Estados Unidos. El primer grupo lo conformaron: Lorena Delgado-Marqués, de la Universidad de California; Leonardo Girón, de la Universidad Católica de Honduras; Alejandro Palacio, de la Universidad Católica de Costa Rica y Paco Estrada, de La Universidad Loyola Marymount. En este primer grupo los estudiantes recalcaron la importancia de trabajar en conjunto, Iglesia, universidades y sociedad civil para construir caminos que entiendan la realidad social que viven los marginados y lo que los obliga a abandonar sus tierras (migrantes), por parte del Papa, resaltó un comentario que hablaba del valor que tienen estos diálogos, para que la Iglesia y las personas sigan creciendo, así como la valía de cuidar y entender las raíces: “Cada uno tiene que cuidar sus raíces, por eso insisto en el diálogo entre los mayores y los jóvenes”.
El segundo grupo fue conformado por estudiantes del centro de EE.UU, Canadá y Brasil, representados por: Priscila Silva, estudiante brasileña; Jefferson Amorim, de la FAJE, universidad miembro de AUSJAL; Henry Glynn, de la Universidad Creighton y Emily Burke, de la Universidad de Wisconsin-Madison. Este grupo resaltó, desde los estudiantes de Brasil, la creciente desigualdad económica, que obliga al desplazamiento de los más pobres y que aumenta cada vez más las riquezas de unos pocos, y denunciaron la “violencia dura y salvaje” que vive su país. Por otro lado los jóvenes de norteamérica resaltaron la importancia de reforzar la lucha contra el cambio climático. Su Santidad, hizo referencia a la importancia de actuar con la no violencia, una actitud que se vuelve incómoda y que llega a las masas, que sin duda, hace frente a las problemáticas de una manera diferente, pero eficaz: “Necesitamos la profecía de la no violencia, es mucho más fácil dar una bofetada cuando se recibe, en lugar de poner la otra mejilla”.
El tercer grupo, representó a América del Sur, Estados Unidos y Canadá oriental, conformado por los siguientes estudiantes: Eric Bazail – Eimil, de la Universidad de Georgetown; Santiago Varela, de la Universidad Católica de Córdoba; Denisse Rodriguez de la PUCE y Ana Ruiz de la Universidad de Georgetown. Los representantes norteamericanos de este grupo, se sumaron al diálogo poniendo sobre la mesa la lejanía de algunos representantes de la Iglesia con grupos vulnerables, proponiendo promover la unidad y la creación de puentes para acercar a la comunidad y los líderes.
Por su parte Santiago y Denisse, representantes de Sudamérica, hablaron de la situación que enfrentan día con día cientos de pobres en la región, que se ven obligados a migrar de sus tierras pues estas han sido explotadas por otros dejando sin recursos, ni posibilidades a quienes las habitan, buscando con su propuesta abrir el diálogo para encontrar soluciones conjuntas que busquen apoyar a los desfavorecidos y hagan cumplir sus responsabilidades a los explotadores. El Papa agradeció la sinceridad de este grupo, pero sobre todo los invitó a seguir luchando por esas causas que los mueven, desde la esperanza, pues es la única forma de cambiar las cosas desde el fondo, así sumado a los comentarios del grupo anterior reiteró la importancia de tener clérigos cercanos al evangelio y a la realidad de la tierra.
El último grupo fue formado por estudiantes de México, el norte de Canadá y Estados Unidos, representados por: Rubí Toledo, de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México; María José Ojeda González, de la Universidad Iberoamericana Torreón; Alejandra Sastoque Luna, de Loyola University y Keiry Sosa, de la Universidad Regis. Estas últimas representantes, compartieron su postura, clara y firme, sobre la apertura y recibimiento caluroso que debe existir con los migrantes, pidieron al Santo Padre ayudará a abrir estos diálogos y que la Iglesia camine de la mano con ellas, con jóvenes, con estudiantes y con los desplazados del mundo para que cada vez sea menos el rechazo a quienes sólo buscan cumplir sus sueños.
Por su parte, Francisco reiteró la importancia de una Iglesia activa, que abre sus puertas a todos, pero que sobre todo, camina con ellos, sale a la calle, aprende y cambia con el tiempo: “Una Iglesia estática es una Iglesia de museo, donde todo está limpio y ordenado, pero no convocas a nadie. La verdadera Iglesia de Jesús está en el templo más importante que usó Jesús, que está en la calle”. Así invitó a los jóvenes a salir, a ser la consciencia de los encantos de la estabilidad, dejar de voltear a otro lado de lo que esta mal.
Este fue el primer encuentro que el papa mantiene con estudiantes de universidades católicas del continente americano, aunque expresó su deseo de continuar con estos diálogos. Para concluir con el encuentro el Santo Padre agradeció a los estudiantes.
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Fuentes
AUSJAL / Revista Alfa y Omega / L’Osservatore Romano / Vatican News / Foto y Video: Loyola University Chicago