Documento vaticano aborda cuestión del género: puntos de encuentro y advertencias
4:00 p m| 5 jul 19 (AM/VN).- La Congregación para la Educación Católica ha publicado un documento sobre la cuestión de la teoría de género. El texto reafirma que la ideología de género contrasta con la visión antropológica cristiana, pero expresa la necesidad de dialogar sobre el tema, con una premisa: “es vital tener en cuenta la distinción entre la ideología de género, por un lado, y todo el campo de investigación sobre género que las ciencias humanas han emprendido, por otro”.
Reunimos una entrevista al cardenal Giuseppe Versaldi, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica, y el comentario del sacerdote jesuita James Martin, quienes examinan y valoran las propuestas del documento, que lleva como título “Varón y mujer los creó. Para una vía de diálogo sobre la cuestión de género en la educación”.
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Cardenal Versaldi sobre el documento
No a la “ideología de género”, o aquella que se “impone como un pensamiento único y que pretende influir, incluso, en la educación de los niños”, pero sí a los “estudios de género”. O, al menos, a aquellas investigaciones que se centran en profundizar en el modo en el que las culturas representan la diferencia sexual entre hombre y mujer. Esta sería la tesis del nuevo documento publicado el 10 de junio por la Congregación para la Educación Católica.
Hecho público por L’Osservatore Romano, es, precisamente, en el subtítulo del documento (“Para una vía de diálogo sobre la cuestión de género en la educación”) donde está, para el cardenal Giuseppe Versaldi, el matiz diferencial de este documento, el primero que el Vaticano dedica de forma íntegra al tema de género. “El nuestro no es un documento doctrinal, sino más bien metodológico, en el que se habla de cómo educar a las generaciones más jóvenes para que se ocupen de estos temas en un momento en que hay mucha confusión al respecto”, ha dicho el purpurado a Vatican News.
Versaldi es, junto al arzobispo Vincenzo Zani, secretario del Dicasterio, quien ha firmado el documento con el que se pretende reflexionar sobre la cuestión de género en un tiempo en el que “corremos el riesgo de que se imponga en las escuelas un pensamiento único que no podemos aceptar”, ha subrayado Versaldi, reconociendo que, al mismo tiempo, los católicos “debemos ser capaces de dialogar, de renovarnos y de valorar lo bueno que ha surgido en la investigación sobre el género”.
Y es que, para los autores del documento, “la desorientación antropológica, que caracteriza ampliamente el clima cultural de nuestro tiempo, ha ciertamente contribuido a desestructurar la familia, con la tendencia a cancelar las diferencias entre el hombre y la mujer, consideradas como simples efectos de un condicionamiento histórico-cultural”.
ENLACE. Educación Católica sobre gender: distinguir entre ideología y estudios
“Esto procede de la ideología de género, que presenta una sociedad sin diferencias de sexo y que vacía el fundamento antropológico de la familia” y que, a su vez, “lleva a proyectos educativos y leyes que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer”. En este contexto, el documento recoge la necesidad de llevar a cabo una “positiva y prudente educación sexual”.
Versaldi ha subrayado que, ante todo, el texto se ha elaborado “a un nivel de razón, con argumentos racionales y no con lemas o de una manera fideísta”, ya que, para sus autores, “la razón es iluminada por la fe y la fe no es contraria a la razón”. Y matiza: “En el tema de género, sin embargo, es posible establecer un diálogo sobre la base de argumentos que no requieren la adhesión a la fe católica, a través de tres actitudes: escuchar, razonar y proponer”.
Si bien los autores de “Varón y mujer los creó” no aceptan la llamada “ideología de género”, reconocen que existen puntos de encuentro en la investigación de género que favorecen la comprensión mutua. “Ejemplo de ello es la igual dignidad del hombre y la mujer”, ha dicho Versaldi, “después de las formas de subordinación injusta que han marcado siglos de nuestra historia”. Otro punto de encuentro sería la educación de los niños “para que respeten a cada persona en su condición particular y diferente, ya sea por discapacidad, raza, religión, o tendencias afectivas”.
Escuchar a la comunidad LGBT: una respuesta al documento vaticano (James Martin SJ – America Magazine)
En los últimos años, el Vaticano (incluyendo papas, congregaciones y dicasterios) ha expresado su preocupación por la “teoría de género” y la “ideología de género”. El último documento de la Congregación para la Educación Católica, titulado “Varón y mujer los creó”, es el más completo del tema hasta ahora. Como informa el corresponsal de America Magazine en el Vaticano, Gerard O’Connell, el documento proviene de una Congregación del Vaticano y no fue firmado por el papa Francisco, por lo que no pretende ser la “respuesta final” sobre el tema.
La teoría de género es un término notoriamente complicado. En términos generales, se refiere al estudio del género y la sexualidad y cómo esas dos realidades se determinan naturalmente (es decir, biológicamente) y/o socialmente (es decir, culturalmente). Usualmente incluye el estudio de las experiencias de gays y lesbianas, bisexuales y transexuales, y de todos aquellos que se identifican como “queer”, otro término a menudo ambiguo que puede significar (pero no siempre significa) una decisión de identificarse fuera de categorías como masculino o femenino, o gay o heterosexual.
Para algunos críticos, la teoría de género también representa una “ideología” que busca imponerse a otros, “alentando” o “forzando” a algunas personas, especialmente a los jóvenes, a cuestionar y replantear su propia sexualidad y género. En algunos círculos eclesiásticos, especialmente en países emergentes, a menudo está vinculado a una forma de “colonialismo ideológico” que se busca imponer desde ideas occidentales de sexualidad y género a las naciones en desarrollo. Francisco ha anunciado varias veces esta creencia.
El nuevo documento de la congregación debe ser elogiado por su llamada a la “escucha” y al “diálogo”. El subtítulo es importante: “Hacia un camino de diálogo sobre la cuestión de la teoría de género en la educación”. Se trata de un llamamiento explícito al diálogo, que todos deberían acoger con satisfacción. Habla de un “camino”, que indica que la iglesia aún no ha llegado a su destino. Se centra en la “cuestión” de la teoría de género en la educación, que deja cierto grado de apertura, y por lo tanto se dirige principalmente a educadores y “formadores”, incluidos los responsables de la formación de sacerdotes y miembros de órdenes religiosas.
Otro aspecto positivo de este documento es el evidente llamado a “respetar a cada persona en su particularidad y diferencia” y su oposición a “la intimidación, la violencia, los insultos o la injusta discriminación”. También elogia “la capacidad de acoger con respeto todas las expresiones legítimas de la persona humana”.
La conclusión del documento habla del camino del diálogo, que incluye “escuchar, razonar y proponer”. Como tal, deja espacio para desarrollos futuros y también evita el lenguaje severo de otros pronunciamientos del Vaticano sobre la sexualidad y, especialmente, sobre la homosexualidad. Permítanme, entonces, participar en el diálogo respetuoso que se pide, como alguien que ministra a la comunidad L.G.B.T.
¿Qué propone la congregación? Esencialmente, y como era de esperar, su documento reafirma la visión católica tradicional de la sexualidad: Los hombres y las mujeres son creados (como heterosexuales) con roles sexuales y de género fijos. Esta visión tradicional, sin embargo, se contradice con lo que la mayoría de biólogos y psicólogos entienden ahora sobre la sexualidad y el género. Estos avances contemporáneos en la comprensión de la sexualidad humana y el género han sido dejados de lado por la congregación a favor de una comprensión binaria de la sexualidad. Incluso el término “orientación sexual” se pone entre comillas en el documento, como para poner en tela de juicio esa misma noción.
El quid del argumento de la congregación está en esta comprensión del género: “De esta separación [del sexo del género] surge la distinción entre diferentes ‘orientaciones sexuales’ que no están definidas por la diferencia sexual entre hombre y mujer, sino que pueden tomar otras formas, determinadas únicamente por el individuo radicalmente autónomo”.
Una objeción a esa proposición es que ignora la experiencia de vida real de las personas L.G.B.T. De hecho, los principales interlocutores del documento para el diálogo parecen ser filósofos, teólogos y documentos de iglesias antiguas y declaraciones papales, no biólogos ni científicos, no psiquiatras ni psicólogos, y no personas L.G.B.T. ni sus familias. Si se hubiera incluido a más personas en el diálogo, la congregación probablemente encontraría espacio para el entendimiento, ahora común, de que la sexualidad no es escogida por una persona, sino que es parte de la forma en que es creada.
De hecho, para un documento que se basa tanto (aunque implícitamente) en la ley natural, ignora lo que cada vez más entendemos sobre el mundo natural, donde vemos a hombres y mujeres atraídos por el mismo sexo, hombres y mujeres sintiendo una variedad de sentimientos sexuales a lo largo de sus vidas, y hombres y mujeres encontrándose más en un espectro que en cualquier otro lugar fijo cuando se trata de la sexualidad y, ocasionalmente, incluso del género.
La congregación también sugiere que las discusiones sobre la identidad de género implican una elección intencional de género por parte de un individuo. Pero las personas transgénero explican que no eligen su identidad sino que la descubren a través de sus experiencias como seres humanos en un mundo social.
Una vez más, el documento se olvida en gran medida de abordar discusiones sobre nuevos conocimientos y descubrimientos científicos sobre el género. Se basa principalmente en la creencia de que el género está determinado únicamente por los genitales visibles, lo que la ciencia contemporánea ha demostrado que es una forma incorrecta (y a veces incluso dañina) de categorizar a las personas. El género también está determinado biológicamente por la genética, las hormonas y la química cerebral, cosas que no son visibles al nacer. El documento de la congregación se basa esencialmente en las categorías de “hombre” y “mujer” que se elaboraron hace siglos, y no siempre con los métodos científicos más precisos.
El documento también se sustenta en la noción de “complementariedad”, lo que significa que, en función de su género (masculino y femenino), los hombres y las mujeres tienen roles diferenciados. En una frase que seguramente sorprenderá, el texto dice: “Las mujeres tienen una comprensión única de la realidad. Poseen la capacidad de soportar la adversidad…” ¿Y los hombres? Tales ideas refuerzan los estereotipos y evitan que tanto hombres como mujeres se eleven precisamente por encima de las construcciones culturales que el Vaticano suele denunciar con razón.
El aspecto más desafortunado de este documento es la manera en que la congregación entiende a las personas transgénero. (Curiosamente, en un documento sobre género y sexualidad, las palabras “homosexual” u “homosexualidad” están ausentes). Considere este pasaje: “Esta oscilación entre lo masculino y lo femenino se convierte, al fin y al cabo, en una exposición ‘provocativa’ contra los llamados ‘esquemas tradicionales’ y que, de hecho, ignora el sufrimiento de aquellos que tienen que vivir situaciones de indeterminación sexual. Teorías similares pretenden aniquilar el concepto de ‘naturaleza’ (es decir, todo lo que se nos ha dado como fundamento preexistente de nuestro ser y de nuestra acción en el mundo), al mismo tiempo que reafirman implícitamente su existencia”.
En esta formulación, las personas transgénero están siendo “provocativas” y están tratando consciente o inconscientemente de “aniquilar el concepto de naturaleza”. Los amigos y familiares que han acompañado a una persona transgénero en sus intentos de suicidio, su desesperación por encajar en la sociedad en general, o su aceptación de que Dios los ama, encontrarán esa frase desconcertante e incluso ofensiva.
Quizás la respuesta más reflexiva a ese enfoque proviene de un diácono católico, Ray Dever, quien tiene un hijo transgénero y escribió sobre la experiencia de su familia en la iglesia católica de los Estados Unidos. Como él mismo escribe, “Cualquiera que tenga alguna experiencia significativa de primera mano con personas transexuales se sentiría desconcertado por la sugerencia de que las personas transexuales son de alguna manera el resultado de una ideología. Es un hecho histórico que mucho antes de que existieran programas de estudios de género en cualquier universidad o de que se utilizara la noción de ideología de género, las personas transgénero estaban presentes, eran reconocidas e incluso valoradas en algunas culturas del mundo”.
El resultado más probable a corto plazo de “Varón y mujer los creó” será proporcionar munición a los católicos que negarían la realidad de la experiencia transgénero, que etiquetarían a las personas transgénero como simples ideólogos, y que negarían sus experiencias en la vida real. Lo más probable es que contribuya a un mayor sentimiento de aislamiento, un mayor sentimiento de vergüenza y una mayor marginación de aquellos que ya están marginados en su propia iglesia: las personas transgénero.
Volvamos al aspecto más positivo de este documento, que podría ser el resultado a largo plazo: la llamada a la escucha y al diálogo. La congregación parece sincera en su invitación. La iglesia, como el resto de la sociedad, todavía está aprendiendo sobre las complejidades de la sexualidad humana y el género. El siguiente paso, entonces, podría ser que la iglesia escuche las respuestas de aquellos a quienes este documento afecta más directamente: La propia gente L.G.B.T.
Que comience el diálogo.
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Fuentes:
America Magazine / Vida Nueva / La Croix / Vatican News