Libertad religiosa, fundamento de todas las demás libertades
9:00 a m| 10 may 19 (CROIX).- Con aprobación del Vaticano, la Comisión Teológica Internacional (CTI) ha publicado un nuevo documento titulado “Libertad religiosa para el bien de todos. Enfoque teológico de los desafíos contemporáneos”. El texto de 37 páginas propone una actualización razonada de la Declaración Conciliar Dignitatis humanae (1965) sobre la libertad religiosa, “aprobada en un contexto histórico significativamente diferente del actual” y reafirma que la libertad religiosa, en su dimensión individual y comunitaria, es el fundamento de todas las demás libertades y no promueve hegemonías ni privilegios.
—————————————————————————
Publicado el 26 de abril, el nuevo documento de la Comisión Teológica Internacional estudia los desafíos contemporáneos de la libertad religiosa, especialmente frente a las nuevas tendencias autoritarias de los Estados considerados como liberales.
“No se trata de reabrir viejos debates, especialmente con los lefebvristas, sino de estudiar aquello que va en contra de la libertad religiosa en el mundo contemporáneo”, explica a La Croix el padre Serge-Thomas Bonino, secretario general de la CTI, que participó en el grupo de trabajo que creó este texto, en el que figuraban también el francés Philippe Vallin y el jesuita belga Bernard Pottier.
Si el documento de 37 páginas, “La libertad religiosa para el bien de todos”, parte de la declaración Dignitatis humanae, es, en efecto, para destacar primero el contexto particular de este texto del Concilio Vaticano II.
“En los años 60, se trataba de situar mejor la presencia de la Iglesia en un mundo democrático y pluralista y, según la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, afirmar la dignidad humana contra los totalitarismos”, recuerda el padre Bonino.
Desde este punto de vista, la libertad religiosa era, para la Iglesia católica, la pieza central de los derechos humanos y en ese sentido la utilizó especialmente Juan Pablo II contra el totalitarismo comunista. “Pero esta visión es hoy cuestionada”, afirma el padre Bonino.
Y es que, la libertad religiosa, se ve hoy amenazada incluso por el Estado liberal que, proclamando su neutralidad en materia de religión, “no parece capaz de evitar la tendencia a considerar la fe profesada y la pertenencia religiosa como un obstáculo para la admisión de los individuos a la plena ciudadanía cultural y política”, constata la CTI.
“Asistimos a un desarrollo ideológico de la neutralidad ética del Estado de tendencia liberal-libertario, con un aumento de los derechos subjetivos, lo que lleva a minimizar la libertad religiosa, que parece convertirse en un derecho subjetivo como los demás”, explica el padre Bonino que destaca también el riesgo de ver cómo “el magisterio del Estado sustituye al Magisterio de la Iglesia en una especie de nueva religión oficial”.
Los teólogos encargados de aconsejar al Papa advierten por tanto acerca de “una forma de totalitarismo blando” de un Estado “moralmente neutral” con tendencia a convertirse en “éticamente autoritario cuando comienza a controlar el campo de todos los juicios humanos”, decidiendo “la ortodoxia y la herejía de la libertad en nombre de una visión político-salvífica de la sociedad ideal”. La CTI utiliza así el ejemplo de las restricciones impuestas hoy a la objeción de conciencia, defendida por los Papas sucesivos desde Juan Pablo II a Francisco.
Frente a estas amenazas, los teólogos de la CTI recuerdan la necesidad del “laicismo positivo” definido por Benedicto XVI para “asegurar la relación necesaria y concreta del estado de derecho con la comunidad de los derechohabientes”. El documento insiste, en efecto, en la dimensión comunitaria de la libertad religiosa, y la necesidad de no olvidar los cuerpos intermediarios, como las Iglesias.
“No se trata de pensar las cosas en materia de lobby, sino de subrayar el papel de las comunidades para evitar un cara a cara entre el individuo y el Estado”, destaca el padre Bonino, que recuerda que “la Iglesia católica no reivindica por la libertad religiosa para ella misma”.
De hecho, La libertad religiosa para el bien de todos aborda también la cuestión del fundamentalismo religioso como amenaza para la libertad religiosa, afirmando que este “no parece ser un mero regreso más “observador” a la religiosidad tradicional”, sino que “se caracteriza más a menudo por una reacción específica a la concepción liberal del Estado moderno, debido a su relativismo ético y a su indiferencia hacia la religión”. Sin mencionar específicamente el islam, este documento advierte, sin embargo, contra la confusión entre martirio cristiano y “el suicidio-homicidio en nombre de Dios” en el que ve “una corrupción de la mente y una herida del alma”.
Síntesis del documento (Vatican News)
En las sociedades secularizadas de hoy – observa el documento – “las diferentes formas de comunidad religiosa siguen siendo percibidas socialmente como factores relevantes de intermediación entre los individuos y el Estado”. Frente a ello, “la radicalización religiosa actual, denominada ‘fundamentalismo’ (…) no parece ser un mero regreso más ‘observador’ a la religiosidad tradicional”, sino que “se caracteriza a menudo por una reacción específica a la concepción liberal del Estado moderno, debido a su relativismo ético y a su indiferencia hacia la religión”.
-Totalitarismo blando del Estado liberal
“Por otra parte, el Estado liberal parece estar abierto a la crítica también por la razón contraria: es decir, por el hecho de que su proclamada neutralidad no parece capaz de evitar la tendencia a considerar la fe profesada y la pertenencia religiosa como un obstáculo para la admisión de los individuos a la plena ciudadanía cultural y política. Una forma de ‘totalitarismo blando’, podría decirse, que nos hace particularmente vulnerables a la propagación del nihilismo ético en la esfera pública”.
-Ideología de neutralidad que margina la fe
“La pretendida neutralidad ideológica de una cultura política que pretende querer construir sobre la formación de reglas de justicia meramente procesales, eliminando toda justificación ética y toda inspiración religiosa, muestra la tendencia a elaborar una ideología de neutralidad que, de hecho, impone la marginación, si no la exclusión, de la expresión religiosa de la esfera pública. Y por lo tanto, desde la plena libertad de participación hasta la formación de una ciudadanía democrática. De ahí la ambivalencia de una neutralidad de la esfera pública que sólo es aparente y de una libertad civil objetivamente discriminatoria”.
“Una cultura civil que define su humanismo a través de la eliminación del componente religioso de lo humano, se ve obligada a eliminar incluso partes decisivas de su historia: su conocimiento, su tradición, su cohesión social. El resultado es la eliminación de partes cada vez más sustanciales de la humanidad y de la ciudadanía de la que se forma la propia sociedad. La reacción a la debilidad humanista del sistema incluso hace que parezca justificado que muchos (especialmente los jóvenes) lleguen a un fanatismo desesperado: ateo o incluso teocrático”.
“La incomprensible atracción que ejercen las formas violentas y totalitarias de la ideología política, o de la militancia religiosa, que parecían ya relegadas al juicio de la razón y de la historia, debe cuestionarnos de una manera nueva y con mayor profundidad de análisis”.
-Imitación secularista de la concepción teocrática
Se observa entonces que, cuando un estado tan “moralmente neutral” comienza a “controlar el campo de todos los juicios humanos”, comienza a tomar los rasgos de un estado “éticamente autoritario” que toma la forma de “una imitación secularista” de la concepción teocrática de la religión, que decide la ortodoxia y la herejía de la libertad en nombre de una visión político-salvífica de la sociedad ideal: decidiendo a priori su identidad perfectamente racional, perfectamente civilizada, perfectamente humana. El absolutismo y el relativismo de esta moral liberal se contraponen aquí, con efectos de exclusión antiliberal en la esfera pública, dentro de la pretendida neutralidad liberal del Estado”.
-El regreso de la religión en el tercer milenio
El documento destaca, por tanto, la negación de la “tesis clásica, que preveía la reducción de la religión como efecto inevitable de la modernización técnica y económica”: en cambio, hoy se habla del “regreso de la religión a la escena pública”.
La correlación automática entre el progreso civil y la extinción de la religión, en realidad, se ha formulado sobre la base de un prejuicio ideológico, que considera la religión como la construcción mítica de una sociedad humana que aún no domina los instrumentos racionales capaces de producir la emancipación y el bienestar de la sociedad. Este sistema ha demostrado ser inadecuado”.
Al mismo tiempo –señala el texto– el llamado “retorno de la religión” también presenta aspectos de “regresión” cultivados “a raíz de la contaminación arbitraria entre la búsqueda del bienestar psicofísico y las construcciones pseudocientíficas de la cosmovisión”, por no hablar de la “áspera motivación religiosa de ciertas formas de fanatismo totalitario, que pretenden imponer, incluso dentro de las grandes tradiciones religiosas, la violencia terrorista”.
-Desarrollos doctrinales
El documento explica el desarrollo doctrinal de la Declaración del Concilio, donde el Magisterio de la Iglesia condenó una vez la libertad de conciencia, en un “contexto histórico” en el que el cristianismo, que representaba “la religión del Estado y la religión dominante de facto en la sociedad occidental”, sufrió “la formulación agresiva de un laicismo de Estado”.
Dignitatis humanae devuelve “a su evidencia fundamental la enseñanza del cristianismo, según la cual no se debe forzar la religión, porque esta fuerza no es digna de la naturaleza humana creada por Dios y no corresponde a la doctrina de la fe profesada por el cristianismo. Dios llama a cada hombre a sí mismo, pero no obliga a nadie a hacerlo. Por lo tanto, esta libertad se convierte en un derecho fundamental que el hombre puede reclamar en conciencia y responsabilidad ante el Estado”.
ENLACES: Leer aquí la síntesis completa en Vatican News
Fuentes:
La Croix / Vatican News