La Iglesia en las redes sociales: comunicar sí, pero también escuchar

1:00 p m| 23 nov 18 (EM/RD/EFE).- En pleno siglo XXI, la Iglesia católica necesita una presencia importante en el mundo digital. Una persona clave del liderazgo católico en este ámbito es el obispo irlandés Paul Tighe, secretario del Consejo de Cultura del Vaticano, que tiene como objetivo “entender las fuerzas que están transformando la sociedad humana y promover el diálogo entre creyentes y no creyentes para llegar a un punto común sobre cómo podemos mejorar la humanidad”.

Desde la Web Summit de Lisboa, el mayor congreso de tecnología del mundo, Tighe afirma que ya no existe una separación entre el mundo real y el digital, por lo que la Iglesia tiene la obligación de estar presente en las redes sociales “no sólo para formar parte de la conversación, sino para escuchar a quienes participan en ella”. Reunimos una entrevista y declaraciones del padre Tighe.

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-Una de las primeras iniciativas del Vaticano en las redes fue el lanzamiento de @Pontifex, la cuenta de Twitter papal. ¿El Papa maneja su cuenta digital?

No, pero en su inicio Benedicto XVI dio su visto bueno a cada mensaje que se emitió. Se pretende que lo publicado refleje los discursos del Santo Padre.

-¿Qué diferencias nota entre la estrategia digital de Benedicto XVI y el Papa Francisco?

Medios iguales, estilos distintos. Benedicto XVI es un profesor, un académico que comunica con palabras y textos. Francisco es un pastor de parroquia que tiene un sentido intuitivo del poder de los gestos. Sus palabras son importantísimas, pero se comunica con el físico, especialmente cuando interactúa con los más vulnerables. La diferencia se puede achacar a sus orígenes: el Papa emérito es un alemán -reservado, discreto- y Francisco es latinoamericano, con un toque más popular.

-¿Cómo hace el Vaticano para lidiar con la toxicidad en las redes?

Las redes tienen un enorme potencial para reforzar la unidad de la familia humana; nos permiten acceder a los testimonios directos de personas por todo el mundo y compartir perspectivas sobre la vida. Pero sería ingenuo ignorar que existe un lado que refuerza una mentalidad tribal, cerrada. Algunos han sugerido que no nos debemos “ensuciar” las manos con este mundo, pero de la misma manera que Jesús fue al mercado y se movió entre las personas terribles que estaban ahí, nosotros tenemos que mantener nuestra presencia sin vernos condicionados por los peores elementos.

-¿Cómo debe reaccionar un buen católico ante los ataques de trolls?

Toda persona de buena fe debe recordar que detrás de los perfiles siempre hay personas, y que aunque ese individuo tenga un punto de vista odioso, forma parte de la familia humana y merece respeto.

-¿Desde un punto de vista moral, qué opina sobre la proliferación de las noticias falsas en las redes sociales?

El teólogo holandés Hanke Witte dice que la digitalización no ha creado el problema, pero sí lo ha empeorado. Tenemos una sociedad que no tiene una verdad compartida, resultado del posmodernismo, que mantiene que no existen verdades absolutas. Las noticias falsas llevan esa idea al extremo.

-¿Qué podemos hacer?

Creo que es importante mantener un diálogo honesto y buscar cómo utilizar la comunicación no para fomentar la división, sino para promover una sociedad más unida. Tenemos que reflexionar antes que retuitear cosas simplemente porque refuerzan nuestras ideas. La solución al fenómeno tiene que ser humana, pues el uso de algoritmos para controlar este ámbito podría llevar a la censura: necesitamos más reflexión y más pensamiento crítico.

-Habrá quien le sorprenda ver a un representante de la Iglesia católica, que silenció a tantas voces críticas, apelando a favor del pensamiento crítico…

El cliché es que los protestantes interpretaban la Biblia solos mientras que los católicos seguían lo que decía el Papa, pero las cosas nunca han sido así. La Iglesia siempre ha animado a las personas a seguir su conciencia. Nuestra conciencia puede estar errada, y por eso existe la comunidad, para tener un diálogo que nos ayuda -como dice el Papa- “discernir la verdad”. Las noticias falsas se combaten promoviendo este tipo de pensamiento crítico, que nos anima a procesar la información que tenemos a nuestra disposición.

-¿Le preocupa la adicción de la población a las pantallas?

Las mismas pantallas que pueden crear comunidades también pueden ser barreras. En restaurantes veo familias que pasan el tiempo mirando dispositivos en vez de conversando y en algunas situaciones yo he sacado el móvil para evitar interactuar con desconocidos. Tenemos que evitar la tentación de escondernos detrás de la tecnología.

-¿Qué opinión le merecen las aplicaciones como Tinder?

Todos buscamos buenas relaciones y estas apps llevan al mundo digital algo que ya existe en el ámbito real. Apoyo todo aquello que sirva como herramienta para unir las personas.

-¿Y aquellas que facilitan los encuentros sexuales?

Me resultan tristes, pues me preocupa aquello que trivializa el amor. La gratificación instantánea, a largo plazo, no ayuda las personas.

-¿Más allá de dialogar, el Vaticano pretende utilizar las redes para conquistar a los no creyentes?

Benedicto XVI dijo que quería que la Iglesia tuviese una presencia en la Web, pero que no debía utilizarla para bombardear a la gente con mensajes religiosos. El papa Francisco reforzó este mensaje afirmando que nuestra misión es escuchar, para entender y empatizar con las personas. La autenticidad es importante, y está bien hablar de la alegría de nuestra fe, pero de manera amable, no impositiva.

 

Mons. Paul Tighe en la Web Summit de Lisboa

Tighe, nacido en Dublín en 1958, destaca tanto por sus certezas sobre el mundo digital como por su alzacuellos y crucifijo, un elemento de contraste en el escenario del considerado “Davos para geeks” que representa la Web Summit, a la que acude por segunda vez, dice, ansioso por aprender de los jóvenes.

“Veo tanta gente joven, con tanta energía y compromiso que pueden marcar la diferencia, y eso nos dice algo de la naturaleza humana. Dar a los otros. Extraigo esperanza de esa energía”, comenta, y a cambio trata de convencerles de que no crean “que su valor depende de su éxito, o el de su producto”.

La Web Summit le permite mantenerse “actualizado” sobre “cuáles son las mejores ideas” para implementar en el mundo digital y contarlas luego en el Vaticano, donde actualmente es el número dos del Consejo de Cultura. Un puesto importante desde el que aspira a abrir las maravillas de la Santa Sede a los miles de visitantes que se someten al síndrome de Stendhal bajo la Capilla Sixtina; Tighe quiere llevarlos más allá.

Su app ideal sería, dice a Efe, una que “abra” la cultura vaticana al mundo online y que haga que los ciudadanos vean más que una Iglesia, por ejemplo aspectos que “ayudaran a entender de dónde vienen sus creencias”, todo ello eliminando las eventuales sombras que los foráneos perciben alrededor de San Pedro, y de las que se ríe.

“Cuando trabajas en el Vaticano te das cuenta de que no hay tantos secretos, pero desde fuera es parte del misterio y la maravilla, y también de lo extraño que lo rodea. Creo que Dan Brown tiene mucha culpa”, bromea.

Expresivo y vivaz, Tighe es también experto en romper otros muros, como el que separa el mundo real del digital, quebrado con la cuenta de Twitter del Papa, @pontifex, surgida durante el papado de Joseph Ratzinger. No fue una autorización complicada de emitir para el pontífice emérito, explica, porque representaba la oportunidad de comunicarse con creyentes, algo que es “clave” para la Iglesia católica.

“La Iglesia existe para comunicar, cualquier cosa que comunique nos interesa”, apunta, y también en ese sentido Twitter, una de las redes sociales más activas para el Vaticano junto a Instagram, matiza Tighe, ahora centrado en aspectos culturales.

“La idea de tener una cuenta de Twitter fue que el Papa tuviera algo que decir en el ámbito de las redes sociales, pero también simbólicamente, para que los líderes católicos vieran que éste es un foro importante”, destaca.

Considera que “la buena comunicación pasa no solo cuando eres consciente de lo que transmites, sino de cómo se recibe”, y en ese sentido las redes sociales son valiosas porque “te permiten tener una mirada interna instantánea sobre cómo las personas te entienden”.

“A veces recibimos respuestas críticas legítimas, otras son críticas basadas en malentendidos. Creo que si pones atención a las reacciones aprendes a comunicar mejor”, asevera monseñor Tighe, a quien no le preocupa la negatividad.

“Cuando el Papa abrió su cuenta en Twitter hubo muchas respuestas negativas. Creo que una reacción negativa es mejor que ninguna reacción. Al menos en una reacción negativa dices: a la gente le importa lo bastante como para discutir”, reflexiona. Pese a tanto cambio digital, dice, lo esencial no cambia: los pecados son los mismos y, “si no tenemos la intención esencial de ayudar a otros, la tecnología no nos ayudará, no hará ninguna diferencia”.

Preguntado sobre su app favorita, monseñor Tighe tiene dudas porque “cambia todo el tiempo”, aunque después de pensar brevemente, elige con rotundidad. “Ahora con llamada de Whatsapp o Skype hablo todas las noches con mi madre, que tiene 90 años, y no me cuesta nada. Hace cuarenta años, cuando estaba en Roma, hacer una llamada de tres minutos a Irlanda me costaba el equivalente a 20 o 30 euros”, ríe.

 

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Fuentes:

El Mundo / Religión Digital / EFE

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