Arzobispo coreano: “Algunos alimentan la crisis para hacer negocios”
2:00 p m| 27 oct 17 (VI).- En una entrevista con La Civiltà Cattolica, el presidente de la Conferencia Episcopal de Corea, Arzobispo Hyginus Kim Hee-joong, ofrece una mirada realista y aguda sobre los contrastes internacionales en relación con el régimen norcoreano, liderado por el presidente Kim-Jong-un, y comenta el vínculo entre la Iglesia coreana y comunidades católicas chinas.
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La Corea del Norte del presidente Kim-Jong-un (de quien Trump se burla llamándolo “Rocket Man”) convocó en junio de este año a Pyongyang los líderes de las siete mayores religiones presentes en la Península coreana. La cita fue postergada porque después la ONU decidió aplicar nuevas sanciones en contra del régimen norcoreano. Lo refiere Hyginus Kim Hee-joong, arzobispo católico de Gwangju y presidente de la Conferencia Episcopal coreana, en la entrevista publicada en el último número de la revista La Civiltà Cattolica.
La noticia sobre el fracaso del “encuentro religioso” de Pyongyang no es la única que se encuentra en la entrevista del padre Antonio Spadaro, director de la revista de los jesuitas italianos: el arzobispo confirma también que fue invitado al Vaticano, en mayo, por parte del nuevo presidente de la República coreana, Moon Jae-in, después de su elección, con la encomienda de entregarle al Pontífice una carta personal.
“En ese momento —refiere el arzobispo Hyginus, revelando las razones de su ‘misión especial’— existía la amenaza de guerra en la Península coreana, debido al conflicto entre Estados Unidos y Corea del Norte. El nuevo presidente de Corea del Sur quería explicar su postura por la paz de la Península coreana y pedir tanto la oración como la ayuda del papa Francisco, antes de que concediera una audiencia al presidente Trump (audiencia que se llevó a cabo el 24 de mayo, ndr.). Creo que mi misión fue positiva, gracias a la ayuda del Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin. El nuevo presidente Moon Jae-in, cuyo nombre de Bautismo es ‘Timoteo’ —añade el arzobispo coreano— agradeció al Pontífice y a todos los que nos han ayudado”.
En la entrevista con La Civiltà Cattolica, el arzobispo de Gwangju ofrece una mirada realista y aguda sobre las tensiones internacionales que se han ido desarrollando alrededor de los lanzamientos de misiles por parte del régimen norcoreano. Las opiniones del Hyginus Kim no se muestran para nada alineados con los comentarios estereotipados sobre la “locura” de Kim Jong-un que inundan los medios de comunicación globales.
“Algunos”, indica el arzobispo surcoreano, “interpretan esas acciones de Corea del Norte como una vía de supervivencia en contra de las superpotencias; otros, en cambio, consideran ese gesto una inaceptable amenaza de guerra. Yo —añade Hyginus— creo que los lanzamientos de misiles constituyen un mensaje fuerte, el de estar dispuestos a dialogar con Estados Unidos, pero solamente en un nivel de paridad”. Según el arzobispo, quienes quieren imponer a Corea del Norte renunciar a los experimentos nucleares como condición para iniciar el diálogo expresan una “lógica equivocada”, puesto que tal renuncia “constituye exactamente el objetivo del diálogo mismo”.
Muchos coreanos, añade, “piensan que todas las superpotencias involucradas están usando esta tensión con Corea del Norte para llevar a cabo sus intereses nacionales. Se dice que en algunos países se están obteniendo grandes ganancias, precisamente instrumentalizando y prolongando esta tensión en la Península coreana”. Por el contrario, la única vía para tratar verdaderamente de detener los conflictos y poner en marcha una reconciliación real sería la de “favorecer el diálogo directo entre Corea del Sur y Corea del Norte, sin la intervención de ningún otro país extranjero”.
A más de 60 años de la división de la Península, la Iglesia católica ha hecho suya la bandera de la posible reunión del pueblo coreano, teniendo en cuenta las palabras sobre la necesaria reconciliación entre los fieles que pronunció el papa Francisco durante su visita apostólica a Corea del Sur en agosto de 2014. En los primeros días de diciembre de 2015, una delegación de la Iglesia católica de Corea del Sur, guiada precisamente por Hyginus Kim, llevó a cabo una visita oficial, llena de significados y no solo eclesiales, a Pyongyang y otros territorios norcoreanos.
“El gobierno norcoreano —explica el arzobispo de Gwangju— tiene confianza en la colaboración con la Caritas Internationalis, vinculada con la Conferencia Episcopal coreana. Espero que sea posible dentro de poco enviar a algunos sacerdotes para celebrar Misa en las grandes fiestas en Pyongyang, según el acuerdo alcanzado en 2015”.
Una mirada de hermanos (y no de jueces) sobre los católicos chinos
El enfoque de muchos católicos coreanos sobre las difíciles cuestiones de sus hermanos en la fe chinos no parece estar condicionado por los estereotipos impuestos mediante los medios de comunicación en el Occidente. La entrevista del arzobispo Hyginus a La Civiltà Cattolica también se refiere a las redes discretas y “operativas” de comunión que unen desde hace ya bastante tiempo a la Iglesia coreana con las comunidades católicas chinas, tanto “oficiales” (reconocidas por los aparatos gubernamentales) como “clandestinas”, que tratan de escapar a los designios de la política religiosa gubernamental.
Las comunidades católicas “oficiales”, dice el presidente de la Conferencia Episcopal de Corea, a menudo piden ayuda a las diócesis coreanas para los cursos en los Seminarios o en las casas religiosas femeninas, o para acompañarlas en los retiros y en los Ejercicios Espirituales.
El arzobispo Hyginus no sabe cómo responder cuando se le pregunta si “la razón de estas peticiones es verdaderamente la formación misma o solo por propaganda”. Pero indica que cada año los líderes de las comunidades católicas presentes en China y en Corea se encuentran para “colaborar recíprocamente por la paz entre ambos países, y también por la paz en el mundo”.
Puesto que “los chinos consideran la confianza un elemento fundamental en cualquier relación, tanto humana como comercial y diplomática”, indica que la confianza recíproca es la clave para que maduren buenas y fructuosas relaciones entre la China popular y la Santa Sede. Y aconseja que se podría pedir ayuda “a otros países que tienen buenas relaciones diplomáticas con China”. Por esta razón espera con fuerza “una invitación al Papa para dialogar con los líderes chinos sobre la paz en el mundo”.
Fuente:
Vatican Insider