Mensaje ecuménico por el cuidado de la creación en medio de crisis climática
9:00 p m| 15 set 17 (RV/VI/BV).- Con un mensaje ecuménico para la Jornada Mundial de Oración por la Creación (1 de setiembre) el Papa y el Patriarca de Constantinopla reiteraron la apremiante urgencia y responsabilidad en todos los niveles sociales y políticos del cuidado del medio ambiente, por el bien de toda la humanidad, con especial atención a los más pobres del mundo. El llamado coincidió con un momento crítico de fenómenos climáticos, que en cierta medida se pueden asociar al descuido del medioambiente.
Y no solo apuntamos a la destrucción causada en América del Norte y del Centro por los huracanes Harvey e Irma -con amplia cobertura en los medios- sino también otros casos con balances aún más lamentables, como las inundaciones en Sierra Leona, que han dejado más de mil muertos y cientos de desaparecidos (cifras que siguen en aumento). Lo ocurrido en el país africano justifica esa preocupación prioritaria por los países pobres, mucho más vulnerables a catástrofes de cualquier índole.
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Francisco y Bartolomé: “Que Dios nos ayude a salvar su Creación”
La Tierra nos fue encomendada por el Creador como un don maravilloso. Pero el “escenario decadente” que marca la historia del mundo se ha manifestado también en nuestro “insaciable deseo de manipular y controlar los recursos limitados del planeta”, cediendo a la avidez por las “ganancias sin límites” prometidos por el mercado. Así nos hemos alejado del “propósito original de la Creación”, y los primeros que pagan la factura de esta traición del plan de Dios son “los que viven en pobreza en cada rincón del planeta”.
Por ello es necesario rezar a Dios para agradecerle por el don de la Creación, pero también para pedirle que sostenga el compromiso por el cuidado y la protección de la Creación. Y también es necesario que los que tienen responsabilidades políticas, económicas y sociales escuchen “el grito de la tierra” y la súplica de los millones que imploran “la curación de nuestra Creación herida”.
No es un simple manifiesto “verde”, sino un verdadero grito de oración el mensaje que el Papa Francisco y el Patriarca de Constantinopla Bartolomé suscribieron juntos para pedir a “todos los hombres de buena voluntad” que dediquen tiempo a rezar por el medio ambiente el viernes primero de septiembre, Jornada Mundial de Oración por la Salvaguardia de la Creación.
El Sucesor de Pedro y el Sucesor de Andrés invitan a reconocer que las historias del mundo se entrelazan con el misterio de la Creación y con el misterio de la naturaleza humana, herida por el pecado original. Y, al mismo tiempo, y propio por este motivo, sugieren también una mirada crítica y original sobre el modelo de desarrollo triunfante y sobre las responsabilidades de quienes tienen el poder.
Un don traicionado
Las Sagradas Escrituras, subrayan el Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé, revelan que desde el principio Dios quiso que la humanidad cooperara con la preservación y con la protección de la Creación. “Al comienzo, como se lee en el Génesis, ‘aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra ni había brotado ninguna hierba, porque el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra. Tampoco había ningún hombre para cultivar el suelo’ (Génesis, 2, 5). La tierra nos fue encomendada como un don sublime y una herencia, para la cual el género humano fue llamado a compartir hasta que, ‘al final’, todas las cosas del cielo y de la tierra sean restauradas en Cristo”.
Pero, a pesar de este plan bueno, la historia del mundo ha hecho que surgiera un contexto diferente, marcado por “un escenario moralmente decadente”, en el que la actitud de los hombres hacia la Creación ha obscurecido progresivamente la vocación de los hombres de ser “cooperadores de Dios”. La pulsión de interferir en el “delicado y equilibrado ecosistema del mundo”, el insaciable deseo “de manipular y controlar los recursos limitados del planeta”, y la avidez por las “ganancias sin límites del mercado” nos han alejado “del objetivo original de la Creación”.
Ahora, prosiguen Bartolomé y Francisco, “ya no respetamos la naturaleza como un don compartido. En cambio, la consideramos una posesión privada”. No nos ponemos de acuerdo con la naturaleza para sostenerla y, por el contrario, la dominamos “para afirmar nuestras construcciones”.
Pagan los pobres
Las consecuencias de este proceso de alejamiento, se lee en el mensaje suscrito por el Papa Bergoglio y el Patriarca ecuménico, son “trágicas y duraderas”. “El ambiente humano y el ambiente natural se deterioran juntos, y este deterioro del planeta pesa sobre los pueblos más vulnerables”. El impacto del cambio climático “golpea principalmente a los que viven en la pobreza en cada rincón del planeta. Nuestro deber de usar los bienes de la tierra de manera responsable —escribieron el Papa y el Patriarca— implica el reconocimiento y el respeto por todos los pueblos y todas las criaturas vivas. La llamada urgente es el desafío para cuidar la Creación son una invitación a toda la humanidad para que lleve a cabo un verdadero desarrollo sostenible e integral”.
El Señor y el corazón de los que tienen poder
Frente al escenario descrito los dos pastores cristianos, unidos también “por el común cuidado de la Creación de Dios, y reconociendo la tierra como un bien compartido”, invitan con fervor a todos los hombres de buena voluntad “a dedicar un tiempo de oración por el ambiente el primero de septiembre”. Una oración para agradecer al Creador amoroso” por el “noble don de la Creación” y también para pedirle que apoye un renovado compromiso por el cuidado y la preservación de la Creación: “después de todo, sabemos que trabajamos en vano si el Señor no está a nuestro lado”.
ENLACE: Mensaje conjunto en la Jornada Mundial de Oración por la Creación (Completo)
A Dios, Bartolomé y el Papa Francisco piden cambiar la manera con la que los hombres se relacionan con el mundo. Y la oración que dirigen a Dios, para que toque los corazones de los hombres, está implícitamente relacionada con el llamado que el Papa Francisco y Bartolomé, en su mensaje, dirigen a los que tienen el poder: “Apelamos con urgencia a todos los que están en posición de responsabilidad de tipo social y económica, o política y cultural”, escribieron los dos pastores, “para que escuchen el grito de la tierra y presten atención a las necesidades de los marginados, pero, sobre todo, para que respondan a la súplica de millones de sostener un común compromiso del mundo por la cura de nuestra Creación herida”.
“Estamos convencidos —añadieron— de que no puede haber una solución sincera y duradera al desafío de la crisis ecológica y del cambio climático si la respuesta no es concertada y colectiva, si la responsabilidad no es compartida y confiable, si no da prioridad a la solidaridad y al servicio”.
En Sierra Leona se requiere una “conversión ecológica”
El balance de las víctimas de los aluviones que afectaron duramente la capital de Sierra Leona entre el 13 y el 14 de agosto pasados parece no detenerse. Las últimas informaciones refieren que hay más de 1000 muertos. Pero muchos siguen desaparecidos y hay otros tantos sumergidos desde hace ya dos semanas entre escombros. El Papa Francisco mandó hace algunos días un telegrama, firmado por el cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin, al arzobispo de Freetown, monseñor Charles Edward Tamba, para expresar su cercanía y llamando a la solidaridad tanto entre los ciudadanos de Sierra Leona como de los países vecinos y occidentales.
Al llamado del Papa se sumó el del presidente Ernest Bai Koroma, quien, durante el conmovedor funeral de cientos de personas, pidió públicamente ayuda tanto desde el punto de vista técnico como desde el punto de vista financiero. Nigeria respondió inmediatamente, así como España, Japón y China. La Caritas italiana abrió una cuenta dedicada en su sitio oficial mediante el que se pueden hacer donaciones.
Pero los obispos de la Sierra Leona no se limitan a pedir ayuda y sostén. En una nota de tonos fuertes denunciaron los efectos de la explotación sin visión de la tierra, además del excesivo uso del cemento y de la deforestación salvaje, citando, evidentemente, la encíclica Laudato si del Papa Francisco: “Nuestros corazones –escribió la Conferencia Episcopal en su declaración del 22 de agosto– y nuestras oraciones se dirigen a las familias de los difuntos y a todos los que se quedaron sin casas, así como a los que fueron arrojados en la escuálida pobreza por este desastre”.
Después de haber denunciado la negligencia, la deforestación salvaje y el abusivismo de las construcciones como causas de los desastres, los obispos recordaron que “la encíclica del Papa Francisco, Laudato si, obliga a nuestras conciencias colectivas a promover la verdadera conversión ecológica y vivir en paz con la naturaleza. Los ciudadanos de Sierra Leona tienen la responsabilidad de cuidar ‘nuestra casa común'”.
Sierra Leona ha debido afrontar los terribles flagelos de la guerra civil (desde 1991, cuando explotó la campaña armada del Revolutionary United Front, RUF, de Foday Sankoh en contra del presidente Joseph Saidu Momoh, hasta 2002, cuando la misión de las Naciones Unidas anunció que el desarme de 45 mil combatientes había concluido), golpes de Estado, enfrentamientos feroces, asesinatos en masa (que provocaron la muerte de decenas de miles de personas y la fuga de alrededor de 2 millones de civiles) y del virus del Ébola (que cobró casi 4000 vidas).
Además, se trata de una zona del mundo que también ha debido afrontar desastres naturales. En particular, Freetown, ciudad en la costa con alrededor de 1,3 millones de habitantes y con algunas zonas bajo el nivel del mar, se ve constantemente afectada por inundaciones y aluviones en las estaciones de lluvia. Y, como consecuencia, ha debido afrontar también difusiones de pandemias como el cólera.
El padre Paul Morana Sandi, Secretario general de la Interterritorial Bishops Conference of the Gambia and Sierra Leone, ofreció a Vatican Insider las últimas noticias y un análisis sobre el contexto, además de información sobre las actividdes de la Iglesia católica: “Las estadísticas, desgraciadamente, todavía no son definitivas. Hay un número incierto de muertos entre las personas que fueron hospitalizadas. Pero creo poder decir con certeza que nunca sabremos el número exacto de víctimas, puesto que los servicios para encontrar a las víctimas, a pesar de su eficacia, no han logrado llegar a las personas que se encuentran desde hace dos semanas enterradas entre escombros y fango. El proceso para registrar a las víctimas ya está muy avanzado y esperamos que en los próximos días lleguen otros cálculos oficiales de las autoridades competentes”.
-Más que con la naturaleza, los obispos parecen culpar al abuso de la tierra. ¿Qué tan grandes son las responsabilidades del hombre?
Estamos convencidos de que la responsabilidad del desastre puede ser atribuida ampliamente al hombre y a la explotación indiscriminada de los recursos, además de la degradación en el uso de las fuentes de energía que la naturaleza nos ofrece. La declaración de los obispos le pide a todos los sierraleonenses que vuelvan a la encíclica Laudato si y que emprendan un proceso de conversión ecológica, además de vivir en paz con el medio ambiente y con la naturaleza. Tal conversión debe ser tomada en serio por todos los sectores de la sociedad de todos los países.
-¿Cuáles son los principales efectos del cambio climático y de la explotación salvaje de los recursos en Sierra Leona y en el África occidental?
Las investigaciones nos confirman que los resultados del uso impropio de los recursos y del medio ambiente son devastadores. Los efectos y las consecuencias, en realidad, son globales, en sentido de que los países del mundo deben comprometerse (y lo están haciendo) para reducir los gases de efecto invernadero, para frenar el crecimiento del agujero de ozono, para monitorear rápidos cambios en relación con el clima y limpiar todo lo que en la jerga se define como “estrato de suciedad” que cubre al mundo.
Pero también debemos decir que cada uno de nosotros está llamado a cambiar de actitud a nivel local y personalmente. En nuestro caso, tendremos que tener leyes, reglamentos en contra de la deforestación, de la degradación ambiental, del uso indiscriminado de los recursos, del uso erróneo o para fines privados de las presas y de los cursos de agua, en contra de las aglomeraciones desorganizadas y sin regulación y de la gestión inadecuada de deshechos, por citar algunos.
-¿Cuáles son las actividades que han puesto en marcha la Iglesia y las organizaciones católicas para favorecer una “conversion ecológica”?
Antes que nada, los católicos han respondido a la emergencia mediante las propias organizaciones. En primer lugar, la Caritas, después las parroquias, pero también gracias a muchos individuos que han donado ropa y comida. Por el momento también están trabajando psicólogos y agentes que ofrecen asistencia a los supervivientes y a los que perdieron a sus seres queridos o familiares.
Son esfuerzos que pretenden integrarse con los que han puesto en marcha el gobierno y varias ONG del país. A largo plazo, deberíamos trabajar cada vez más profundamente para que se difunda y se ponga en práctica la Laudato si entre nuestros compatriotas. Esperemos que todos escuchen las palabras del Santo Padre y que todos se comprometan, empezando por mí, por nosotros, para hacernos cargo de nuestras responsabilidades personales y colectivas en la defensa y el cuidado de nuestra Madre Tierra.
¿Crónica de una catástrofe anunciada en Sierra Leona?
Cambio climático, mala planificación urbanística, deforestación y corrupción se alían en Freetown y provocan inundaciones letales para sus habitantes
El domingo 3 de septiembre llovía fuerte en Freetown, la capital de Sierra Leona, desde bien temprano y en pocas horas empezaron a sonar las voces de alarma: una nueva zona de la ciudad se inundaba, esta vez se trataba de Congo Cross. Justo bajo el puente que une el este con el oeste de la urbe, el río se desbordaba y el agua llegaba a la altura de las ventanas de las casas. Fuera de la ciudad, en Ogoo Farm, las lluvias se cobraban la vida de dos niños y destruían cientos de casas.
Una semana antes, el sábado 25, los residentes de Kroo Bay tuvieron que subirse a los tejados de sus viviendas para no ser llevados por el agua. Todos tenían en el recuerdo lo sucedido el 14 de agosto cuando las lluvias provocaron enormes inundaciones por toda la ciudad y un corrimiento de tierra en la montaña conocida como Loaf of Bread que se llevó por delante a un número indeterminado de viviendas y que causó más de mil muertos y desaparecidos y que unas 5.000 personas perdieran todas sus posesiones (leer más).
Otros enlaces:
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Fuentes:
Radio Vaticano / Vatican Insider / El País