Cardenales Versaldi, Tobin y Farrell, por una Iglesia que acoge y dialoga
8:00 p m| 21 abr 17 (VN/RD/BV).- La semana pasada tres purpurados ofrecieron declaraciones en diferentes medios. El cardenal Giuseppe Versaldi ocupa, desde marzo de 2015, el cargo de prefecto de la Congregación para la Educación Católica. Es uno de los colaboradores más cercanos del Papa y es una de las personas más influyentes de la Iglesia católica. Además en noviembre del año pasado fue nombrado Gran Canciller de la PUCP. En una entrevista publicada en la revista Vida Nueva, sobre educación católica, Versaldi señaló que favorecer el diálogo entre la fe y la razón es una misión esencial para la Iglesia de hoy. Recalcó también la actitud de ir siempre al encuentro de la persona, “no para condenar, sino para salvar”.
Por otro lado, los cardenales Kevin Farrell y Joseph Tobin comentaron favorablemente el libro del jesuita James Martin, “Construyendo Puentes: cómo la Iglesia Católica y la comunidad LGBT pueden entrar en una relación de respeto, compasión y sensibilidad”, publicado hace algunos meses. “En demasiadas partes de nuestra Iglesia, las personas LGBT han sido forzadas a sentirse mal recibidas, excluidas e incluso avergonzadas”, lamentó el cardenal Tobin, por lo que ambos coincidieron en que el “inspirador” libro de Martin será de mucha ayuda para sacerdotes y líderes de la Iglesia en la forma de acompañar a la comunidad LGBT.
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Entrevista al Cardenal Giuseppe Versaldi
-El humanismo cristiano sigue teniendo hoy respuestas válidas para el hombre y la mujer de hoy y de mañana…
La historia de la Iglesia está cargada de testimonios de la atención que siempre se ha prestado a la educación; como nuestros misioneros, que han trabajado con la Iglesia en la construcción de escuelas y residencias. Por otro lado, en los países de tradición más antigua está la labor de las diversas órdenes religiosas, que han trabajado por acercar la educación a los más pobres, ofreciendo una enseñanza gratuita para quienes no se la podían costear en centros privados. Esto en cuanto a la historia. La Iglesia, hoy, particularmente en la sociedad occidental, está llamada a una nueva misión: favorecer el diálogo entre la fe y la razón, un diálogo al servicio de la razón y de la fe, para lograr elevar el progreso integral para todas las personas.
-Entre las reformas del Papa Francisco, ¿se prevén algunas que afecten al campo de la educación católica?
El Papa Francisco, dirigiéndose a la Congregación para la Educación Católica en un congreso celebrado hace dos años con más de 1.500 representantes de la escuela y la universidad católicas, animó no solo a continuar en esta labor tradicional de la educación formal, sino a unir esa forma tradicional buscando una formación, una escuela informal dirigida sobre todo a la periferia del mundo y de la Iglesia, en un impulso que aúne tradición y renovación.
-¿Podría abordar el futuro Sínodo sobre los jóvenes alguno de estos temas?
En el futuro Sínodo, sin duda, el tema de la educación será central, porque solo a través de la formación de las nuevas generaciones se logrará cambiar el mundo para no repetir errores y conflictos. Es una ocasión propicia que la Iglesia ofrece, no solo a los cristianos, sino al mundo entero.
-Como hombre cercano al Papa, ¿cree que las resistencias a sus reformas se han debilitado, siguen igual o están ganando adeptos?
Hay algo de mito en lo que se refiere a la resistencia que el Papa Francisco pueda estar encontrando a sus reformas, especialmente en la Curia. Reformas, por otro lado, que ya inició Benedicto XVI. No obstante, esas resistencias no se deben tanto a una mala intención, sino a la complejidad y dificultad del cambio. No son muchas las personas concretas que yo conozca que son abiertamente contrarias a las reformas del Papa Francisco. Son más bien personas en las que pesa la edad y la inercia de los hábitos adquiridos en algunas cuestiones.
La mayoría de las reformas están encontrando un respaldo, una colaboración. Al fin y al cabo, las reformas no solo las quiere el Papa Francisco, sino el Espíritu Santo, que sopla sobre nosotros y que nos pide vivir desde ese impulso que viene de lo alto.
-¿Qué debe estar presente en toda institución educativa que tenga el apellido de “católica”?
Distinguiría básicamente dos niveles: el primero marca que la educación ha de ser integral, que procure el crecimiento de toda la persona y de todas las personas. La educación integral no es la que solo impulsa los niveles intelectual y económico, sino también lo espiritual, lo trascendente. En el segundo nivel, lo que interesa directamente es que la identidad católica se configura como un diálogo, no solo con los creyentes, sino con los que no creen.
Un diálogo que es propuesta del mensaje evangélico, no una imposición; aunque desde una fuerte identidad, porque el Evangelio para nosotros no es discutible en lo sustancial, y lo sustancial del Evangelio es lo que se refiere a la persona, el amor a las personas, la cura de las debilidades, el testimonio de la caridad. Porque, para cada creyente en Cristo, el Dios en el que creemos es Amor. Un amor que propone la verdad que distingue entre lo bueno y lo malo.
En definitiva, el Papa Francisco está insistiendo en un mensaje de esperanza para todos y una apertura de la Iglesia que va al encuentro de la persona. La verdad y la caridad son una misma cosa para la salvación, porque –como dijo Jesús– la Iglesia está fundada para extender su misión; no para condenar, sino para salvar.
Preservar del mal, formar para el bien
Cree que “la Iglesia es la institución que más está haciendo para combatir la plaga” de la pederastia en la sociedad. Por eso, el cardenal Versaldi entiende que “concentrar todo el problema sobre la Iglesia es un error histórico”, lo cual “no quita para que deseemos eliminarlo, aunque fuese un solo caso”. En su opinión, “no se trata de una cuestión de números”, pero sí de seguir adelante con esta cruzada, que “ya comenzó el papa Benedicto XVI, y que Francisco ha continuado, con la reforma de las normativas que pretenden afrontar este problema, que es motivo de escándalo”.
Reconoce el prefecto para la Educación Católica que, “últimamente, se trabaja más en la idea de la prevención”, desde “la formación en seminarios, noviciados y centros educativos que se anticipe, que prevenga de esta plaga”. En este sentido, “las nuevas normas –advierte Versaldi– conciernen no solo a clérigos y religiosos, sino también a las familias”.
De ahí que Amoris laetitia invite a “caminar hacia la formación de una familia verdaderamente responsable del amor, de la transmisión de la vida, de la educación”. Se trata de “un verdadero impulso de prevención, para que los niños mañana no sean solo preservados del mal, sino formados para el bien”. Se busca, en fin, “que la familia sea el lugar en el que los niños sean amados, para poder ser luego capaces de amar”.
Tobin: “En la Iglesia, las personas LGBT han sido forzadas a sentirse excluidas e incluso avergonzadas”
Ni “homosexuales” ni gente “atraída por el mismo sexo”, sino personas LGBT. Llamemos a los católicos gays de una forma que afirme su orientación, y mostrémosles más respeto y compasión. Estos son los cambios que propone para la Iglesia el influyente jesuita James Martin, recogidos en un nuevo libro que cuenta con la bendición de los cardenales Kevin Farrell y Joseph Tobin.
“Necesario”, “valiente” e “inspirador”. Tal y como informa Religion News Service, con esas palabras recibieron los dos purpurados el tomo de Martin, Construyendo Puentes: cómo la Iglesia Católica y la comunidad LGBT pueden entrar en una relación de respeto, compasión y sensibilidad. El texto no aboga por ningún cambio en la doctrina, pero emplea cuatro letras que resultan controvertidas dentro de la religión: no dice “homosexuales” ni gente “atraída por el mismo sexo”, sino personas “LGBT”.
El cardenal Farrell, recientemente elegido por el Papa Francisco para dirigir la oficina del Vaticano en asuntos de familia y vida, elogió la escritura de Martin: “Es un libro bienvenido y muy necesario, que ayudará a los obispos, sacerdotes y líderes de la iglesia a acompañar más compasivamente a la comunidad LGBT. También ayudará a que los católicos LGBT se sientan más a gusto en lo que es, después de todo, su Iglesia”.
“En demasiadas partes de nuestra Iglesia, las personas LGBT han sido forzadas a sentirse mal recibidas, excluidas e incluso avergonzadas”, agregó el cardenal de Newark, Joseph Tobin. El religioso aseguró que “el valiente, profético e inspirador libro del padre Martin marca un paso esencial para invitar a los líderes de la iglesia a ejercer el ministerio con más compasión y a recordar a los católicos LGBT que forman parte de nuestra iglesia”.
“El Evangelio exige que los católicos LGBT sean genuinamente amados y atesorados en la vida de la iglesia. Pero no lo son”, aseguró el obispo de San Diego Robert McElroy, una figura en ascenso en la jerarquía eclesiástica estadounidense.
McElroy dijo que Martin “nos proporciona el lenguaje, la perspectiva y el sentido de urgencia para reemplazar una cultura de alienación con una cultura de inclusión misericordiosa”.
El propio Francisco provocó una polémica cuando utilizó el término “gay” el año pasado al decir que la Iglesia Católica debería pedir disculpas a las personas LGBT, entre otras, por haberlas “ofendido”.
Los comentarios del Papa se produjeron después de la masacre en un club nocturno gay en Orlando, Florida, el pasado junio, donde resultaron 49 personas muertas. También el libro de Martin surgió de esa tragedia.
Martin, cuyos libros sobre Jesús, la espiritualidad católica y temas relacionados han estado en las listas de best-seller, ha escrito a menudo sobre el papel de gays y lesbianas en la iglesia, y sobre la necesidad de darles la bienvenida.
“Estaba encantado de que el cardenal Farrell y el cardenal Tobin encontraran el libro útil”, dijo Martin. “Para mí es un recordatorio de que muchos en la jerarquía apoyan un acercamiento más compasivo a los católicos LGBT”.
El autor de Construyendo puentes apoyó que los líderes de la iglesia se dirijan a las personas LGBT por el término que ellos prefieren, y pidió el fin de los despidos indiscriminados de los empleados de la iglesia que son descubiertos como homosexuales o que hacen pública su orientación sexual.
Al mismo tiempo pidió a gays y lesbianas que sean considerados y respetuosos con la jerarquía de la Iglesia: ambas partes pueden escuchar y aprender unos de otros.
James Martin, S.J.: Necesitamos construir un puente entre la comunidad LGBT y la Iglesia católica
La relación entre la comunidad LGBT católica y la Iglesia católica en los Estados Unidos ha sido en ocasiones contenciosa y combativa, y en otras acogedora. Gran parte de la tensión que caracteriza esta relación complicada proviene de una falta de comunicación y, tristemente, de una cierta desconfianza entre los católicos LGBT y la jerarquía. Lo que hace falta es un puente entre esta comunidad y la Iglesia.
Les invito a caminar conmigo por este puente importante. Teniendo esto en cuenta, quisiera reflexionar sobre tanto el acercamiento de la Iglesia hacia la comunidad LGBT y aquel de la comunidad LGBT hacia la Iglesia. Porque los buenos puentes llevan a las personas en ambas direcciones.
Como saben, el Catecismo de la Iglesia católica dice que los católicos están llamados a tratar a la persona homosexual con “respeto, compasión y delicadeza” (No. 2358). ¿Qué es lo que esto significa? Meditemos sobre eso y sobre una segunda pregunta también: ¿Qué es lo que significa para la comunidad LGBT tratar la Iglesia con “respeto, sensibilidad y compasión”? Por supuesto, los católicos LGBT forman parte de la Iglesia, así que, en cierto sentido, estas preguntas implican una falsa dicotomía. La Iglesia es el pueblo entero de Dios y es extraño discutir sobre cómo el pueblo de Dios puede relacionarse a otra parte del pueblo de Dios. Entonces, según la buena costumbre jesuita, permítanme refinar nuestros términos. Cuando me refiero a la Iglesia en esta discusión quiero decir la Iglesia institucional – o sea, el Vaticano, la jerarquía, los oficiales de la Iglesia y el clero.
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Fuentes:
Vida Nueva / Religión Digital / America Magazine