“Star Wars”: la batalla entre la fe y el lado oscuro
3:00 p m| 27 ene 16 (VIDA NUEVA/BV).- Más allá de todo el ruido y la multimillonaria recaudación de la sétima entrega de la saga de Lucas, incluso de la leyenda que rodea a las seis películas anteriores, es posible resumir la nueva cinta en torno al concepto que movió la trilogía inicial: la esperanza. Si hay esperanza, permanece la fe. Y la fe en Star Wars germina alrededor de lo que Lucas bautizó como la “fuerza” en la primera película, estrenada en 1977, ese Episodio IV titulado, no en vano, Una nueva esperanza.
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Esa “fuerza” es la sinonimia con la que Lucas denomina la fe y la gracia, según el profesor de Sociología y Comunicación Política, Luis García Tojar, autor del ensayo “La ideología de Star Wars”, aunque, como afirma, “ahora tenga una extraña explicación naturalista y microbiana”, en la que se funde religión y ecología, eclecticismo muy del gusto del cineasta estadounidense.
Es esa religión jedi la que sostiene desde el punto de visto político y social el combate ante el Lado Oscuro, que va imponiéndose en la batalla interestelar. Y es fácil acudir al propio Lucas para entender que la saga nació como una especie de fábula sobre el bien y el mal, a partir de un Dios ecléctico, pero muy visible: “Cuando tenía ocho años, un día que mi madre me estaba metiendo en la cama, le dije: Mamá, si hay un solo Dios, ¿cómo hay tantas religiones?”.
“Y esa cuestión me ha seguido fascinando hasta hoy”, confesó en una conferencia el año pasado en Chicago, donde también expuso que, en el fondo, creó un mundo narrativo –y muy atractivo desde el punto de vista visual– marcado por la presencia de la religión, protagonista en esta guerra galáctica, como lo ha estado en la historia del mundo: “Cada religión lo expresa de forma diferente –explicó Lucas–, pero todas lo que proclaman es básicamente no matar a la gente y ser compasivo, amar a las personas. Y eso es lo que es en esencia Star Wars”, agregó.
“Desde Tocqueville sabemos que la religión está en la base de la cultura norteamericana -explica García Tojar-. También de esta saga, que mezcla originalmente elementos del cristianismo (el mesías), el gnosticismo (el bien y el mal), el judaísmo (el golem, el armagedón) y de un budismo suave (el naturalismo, la moral estoica, el autoconocimiento y el abandono del mundo) tan de moda entre la juventud progresista de los años 60. Finalmente, contiene dos representaciones del héroe –es decir, del hombre–, dos formas de identidad que expresan las visiones que tenían de sí mismos los occidentales de 1977-83 y 1999-2005”.
Es en la segunda saga (los capítulos I, II y III) donde cobra, especialmente, predominio el tema de la religión. García Tojar enumera, por ejemplo, dos referencias muy directas al cristianismo. La primera sostiene toda la segunda saga y aún va más allá: la referencia a Anakin Skywalker, que es encontrado aún niño viviendo como esclavo con su madre en el planeta Tatooine, como el elegido, como “el salvador”, como quien “devolverá el equilibrio a la Fuerza” frente a la Oscuridad que se cierne sobre ella. Sin embargo, el Consejo Jedi no lo ve así, y desconfía de ese niño.
“Lo que me parece más sugerente es que Qui-Gon Jinn decide adiestrar al pequeño Skywalker aun sin contar con el beneplácito del Consejo Jedi, con lo cual sitúa en el origen de la maldad de Darth Vader (en el que se convertirá Skywalker en las próximas entregas) una desobediencia religiosa. En este caso, el símil con la narración bíblica del pecado original es más sutil e inteligente”.
En la saga, la batalla entre el bien y el mal resume el conflicto entre la Fuerza y el Lado Oscuro, entre la convivencia y la venganza, entre la compasión y la ira, entre la paz y la guerra, entre la democracia y la dictadura. Sus guiones durante casi cuarenta años –y este Episodio VII no es más que un nuevo epígono– se concretan, primero, en que el trasfondo de lo que sucede en la pantalla es una “guerra de religión” frente al Imperio, donde gobiernan con mano de hierro los sith porque la ira, el miedo, la venganza, la ambición, el poder y, sobre todo, el fanatismo les ha corrompido.
Una vez fueron jedi, pero sucumbieron: le sucedió a Darth Vader y, ahora, a Kylo Ren. Ellos son el rostro negro del Imperio, de la dictadura, del mal. Enfrente, los caballeros jedi, con Yoda y con Luke Skywalker, junto a la princesa Leia y ese Han Solo que Harrison Ford vuelve a interpretar y que encierra la clave de esta nueva entrega: cómo en la “familia elegida” para salvar a la Galaxia, el mito de Edipo vuelve a interponerse.
Son muchos los paralelismos, especialmente con la primera trilogía de la saga, en los que no es posible adentrarse sin desvelar la trama de la última entrega: con el protagonismo de Ren en la búsqueda de un Luke Skywalker que ha decidido convertirse en un eremita interestelar y esconderse de su destino.
En busca del verdadero salvador
Star Wars es, según el sociólogo Luis García Tojar, mucho más que un entretenimiento: George Lucas claramente reivindica “el imperio de la ley, la moral y la democracia parlamentaria, ayudados por una vivencia moderada de la religión”. En este Episodio VII, lo religioso queda en un trasfondo menos evidente, pero sigue siendo, pese a las cualidades sobrenaturales de los caballero jedi, ante todo un medio de autoconocimiento y cierto racionalismo dirigido al bien de la comunidad, aunque sea interestelar y universal. Así se puede leer también en el ensayo “Star Wars y las grandes religiones orientales”, de la profesora de Estudios Religiosos de la Universidad de Nebraska Omaha, Julien R. Fielding, publicado ahora en España dentro del libro “Star Wars. Filosofía rebelde para una saga de culto” (Errata Naturae).
Aunque Fielding abunda en las “raíces orientales” de la saga, del budismo al taoísmo, insiste en que la elección del nombre de “Luke” para el hijo de la reina Amidala y Anakin Skywalker es una referencia al evangelio de Lucas y a cómo el propio padre de Star Wars “detestaba la devoción interesada de la religión y, en particular, de la catequesis”. Sea como sea, esta entrega dirigida por J. J. Abrams sostiene, más allá de sus predecesoras, que, pese a la oscuridad, “la fuerza siempre te acompañará”. No entramos en detalles por razones obvias. Pero lo que se nos dice es que nunca hay que perder la esperanza frente al Lado Oscuro. Ese es el mensaje final.
El estreno navideño no fue, visto así, una casualidad, sino pensado por George Lucas y Abrams para jugar, otra vez, con la referencia católica del que viene a salvarnos. Y ahora sí. Habrá que esperar a las otras dos películas de esta tercera y definitiva saga.
Enlace recomendado:
– Vatican newspaper says Star Wars: The Force Awakens’ villains are not evil enough (The Guardian)
Fuente:
Revista Vida Nueva