Francisco llegó a EE.UU. pero para él no solo por los estadounidenses

3:00 p m| 23 set 15 (CRUX/BV).- Hace poco el Papa afirmó que prefiere dedicar sus visitas, siempre que sea posible, a países pequeños con conflictos u olvidados por el resto del mundo. Bajo esa premisa, el vaticanista Allen Jr. del portal católico Crux, cree que la visita de Francisco a los Estados Unidos puede parecer, a primera vista, incoherente con su declaración anterior, sin embargo expone dos importantes motivos que habrían sido decisivos y que demuestran lo contrario. Dos motivos que si bien involucran visitar geográficamente los EE.UU. en realidad para el Papa serán encuentros con la comunidad global, y en temáticas de alta trascedencia para su pontificado: El Encuentro Mundial de las Familias y su presencia en la Sede de la Organización de las Naciones Unidas (a un par de meses de la COP21).

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A principios de este mes, Francisco acogió al obispo francés Jacques Gaillot en su residencia en el Vaticano. La reunión fue notable, dado que Gaillot fue retirado de la dirección de la diócesis de Évreux por el Papa Juan Pablo II en 1995 por su respaldo a las uniones homosexuales y a la eutanasia, y su oposición al celibato clerical.

Ahora a los 80 años, Gaillot se pronunció “enamorado” de Francisco después de la conversación que sostuvieron por 45 minutos, en la que dijo que el pontífice le animó a continuar su activismo en favor de los migrantes y refugiados.

Con respecto al viaje de Francisco a los Estados Unidos esta semana, el elemento más interesante de la charla se dio cuando Gaillot preguntó si el Papa tiene previsto visitar Francia. Según el prelado francés, la respuesta fue “no en el corto plazo”.

Francisco le dijo a Gaillot que prefiere ir a “países pequeños que están teniendo dificultades”, y que actualmente está considerando otro viaje a los Balcanes después de haber visitado Sarajevo por un día en junio.

Su respuesta plantea una pregunta obvia: Si el Papa se propone visitar países pequeños y “alejados” -y revisando los lugares a los que ha ido desde que se convirtió en Papa en 2013, como Sri Lanka y Albania, ciertamente parece así- entonces, ¿qué está haciendo en los Estados Unidos?

Para los norteamericanos, la lógica de la gira de Francisco por Washington, Nueva York y Filadelfia del 22 al 27 de septiembre puede parecer obvia. Asumen que todos los líderes mundiales quiere figurar en el escenario estadounidense, porque ahí es donde está la acción.

Sin embargo, así no es como Francisco ve las cosas.

En un momento de sinceridad, probablemente diría que este ni siquiera es su viaje más importante del año. Francisco probablemente evaluará con mayor prioridad su visita en enero a la isla filipina de Tacloban para consolar a los supervivientes de un tifón, y a su inminente visita en noviembre a la República Centroafricana devastada por la guerra.

Como resultado, es probable que sea difícil para la mayoría de los norteamericanos comprender hasta qué punto este viaje saca a Francisco de su zona de confort, y lo complicado que puede ser para él. En cuanto a cómo evolucionó la decisión de viajar, parece que hay dos piedras angulares que, para Francisco, sellaron el acuerdo.

En orden de prioridad, el primero es el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia, donde el término “mundial” es la clave. Es un evento no sólo para los estadounidenses, sino también para los delegados de más de 100 países, entre ellos Vietnam, República Dominicana, Nigeria, Colombia, la República Democrática del Congo, Ecuador, Haití, Kenya, México, Mozambique y Pakistán.

Cuando Francisco reveló por primera vez su intención de visitar los EE.UU. en noviembre del 2014, fue durante un coloquio celebrado en el Vaticano. El anuncio fue redactado como la decisión de asistir al Encuentro Mundial de las Familias, y todo lo demás vendría después.

Durante los primeros dos años y medio de su papado, Francisco ha invertido una enorme cantidad de tiempo y dinero en la cuestión de la familia. Ha convocado a dos sínodos de obispos sobre el tema, ha dedicado una serie de audiencias generales a las reflexiones sobre la familia, y apenas la semana pasada su Consejo de cardenales asesores propuso la creación de una nueva congregación vaticana dedicada a los laicos, la familia y la vida.

Francisco claramente cree que la vida familiar es la base para una sociedad sana, y que hoy en día, las familias se enfrentan a amenazas de fuerzas variables -algunas económicas y políticas, otras culturales y morales. Él ha dicho una y otra vez que quiere movilizar a la Iglesia para llegar y apoyar a las familias que tratan de salir adelante.

La segunda piedra angular para el pontífice llegará el viernes, cuando se dirija a las Naciones Unidas en Nueva York.

Aparte del hecho de que Francisco es generalmente un creyente del multilateralismo y por lo tanto es un refuerzo de las Naciones Unidas, tiene una razón específica por querer su atención en este momento: Se avecina la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, denominado “COP21”, que se celebrará en París, del 30 noviembre al 11 diciembre.

Francisco dijo una y otra vez que ha publicado su carta encíclica sobre el medio ambiente, “Laudato Si” en las fechas en que se hizo, precisamente para que pueda tener un impacto en la cumbre de París, y sea una invitación a las naciones del mundo hacia lo que Francisco describe como opciones “más valientes” para luchar contra el calentamiento global y el impacto del cambio climático.

Hace pocos días, justamente Francisco comentó sobre la COP21, en una sesión con los ministros de medio ambiente de los países de la Unión Europea.

“Queridos ministros, la COP21 se acerca rápidamente, y hay todavía mucho por hacer para alcanzar un resultado capaz de responder positivamente a las numerosas recomendaciones que se han ofrecido como contribuciones a este importante proceso”, dijo Francisco.

“Les animo vivamente a intensificar su trabajo, junto con sus colegas, para que lo de París llegue al resultado deseado”, dijo.

Para que quede claro, esto no es retórica papal habitual.

Cuando los papas publican documentos de enseñanza, por lo general no vinculan su trascendencia con el resultado de una cumbre política específica, porque se expone al fracaso si los políticos se resisten. Francisco, sin embargo, cree con seguridad que algo lo suficientemente importante está en juego, y está dispuesto a tomar riesgos.

En ese contexto, el Papa sintió que no podía perder la oportunidad de hacer frente a las Naciones Unidas apenas dos meses antes de la COP21.

Teniendo en cuenta ambos factores explicados, la mejor manera de entender los motivos de Francisco en venir a Estados Unidos no pasa por centrarse en que su gran influencia y poder lo convierten en una prioridad evidente, sino porque está asistiendo a estos dos eventos mundiales -el Encuentro Mundial de las Familias y la Asamblea General de la ONU.

Y lo que pasa es que ambos acontecerá en los EE.UU., pero si su locación hubiera sido en Botswana o Bangladesh, Francisco probablemente habría estado más encantado de ir allá.

Todo lo demás en el itinerario del Pontífice, incluyendo su Misa en el Madison Square Garden, la canonización de Junípero Serra, incluso su presencia en una reunión conjunta del Congreso, se añadieron después de tomar la decisión de asistir a estos dos eventos.

Para los estadounidenses, acostumbrados a ser el centro de atención de todos, puede ser un pensamiento aleccionador que la única manera en que han conseguido que Francisco vaya, era convencerlo de que no iba a simplemente pasar un rato con ellos.

Para este “Papa de la periferia”, sin embargo, esa es probablemente la única manera en que alguna vez iba a funcionar.


Fuente:

Columna de John L. Allen Jr. publicada en el portal Crux.

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