Una mirada actual a las propuestas de ‘Caritas in Veritate’
9.00 p m| 18 set 14 (NCR/BV).- La enseñanza social católica es, por desgracia, “el secreto mejor guardado de la Iglesia”. Pero, ya que aborda directamente las cuestiones de justicia social y de paz más urgentes del mundo, más bien necesita salir de su escondite y ser descubierta, leída, proclamada y vivida en nuestras parroquias, escuelas, universidades, medios de comunicación, los hogares y la sociedad.
Hace cinco años, el Papa emérito Benedicto XVI dio a la Iglesia y al mundo una contribución muy valiosa a la enseñanza social católica. Su carta encíclica Caritas in Veritate (“Caridad en la Verdad”) recibió una respetable -aunque breve- difusión, para después quedar en el olvido. La propuesta de este texto es sacudir cinco años de polvo y apreciar su aporte.
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El amor incondicional es lo fundamental para todas las soluciones justas a los males del mundo. Y como escribió nuestro ya retirado Santo Padre, “amor -caritas- es una fuerza extraordinaria, que mueve a la gente a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y la paz. Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y la Verdad absoluta”.
Benedicto insiste en que la auténtica caridad o amor necesitan de la asistencia de la verdad. “Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo, y el amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena de manera arbitraria”, escribió.
Enseñó que la verdad contenida en los valores del cristianismo son “esenciales para la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano integral”.
Enfatizó en “la verdad del amor de Cristo en la sociedad” y añadió: “El desarrollo, el bienestar social, la búsqueda de una solución satisfactoria a los graves problemas socioeconómicos que afligen a la humanidad, necesitan esta verdad”.
“Sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia ni responsabilidad social, y la acción social se deja a merced de intereses privados y de lógicas de poder, lo que resulta en la fragmentación social, especialmente en una sociedad globalizada en momentos difíciles como el presente”.
Las ideas del Papa Benedicto dan justo en el blanco. Debido a que la búsqueda del amor, un amor influenciado por la verdad, no está en la agenda de tantas personas -especialmente en la mayoría de aquellos que detentan el poder político y corporativo- la acción social termina sirviendo en gran medida los intereses privados y de lógicas de poder.
Basta considerar cómo los ingresos y la riqueza en los últimos 30 años han aumentado de manera espectacular para un pequeño porcentaje de la población, mientras que para la clase obrera la porción que le corresponde se ha estancado, y varios programas de asistencia a los pobres se han reducido significativamente.
Aunque algunos afirman que la gran recesión ha terminado, esa afirmación carece de consuelo para incontables seres humanos que luchan contra la pobreza, el hambre, la indigencia, el desempleo y el subempleo. Y toda esta dolorosa injusticia continúa mientras que las ganancias corporativas se encuentran cerca de sus máximos históricos y sus CEOs están ganando sueldos astronómicos.
Un codicioso, injusto y tóxico ambiente económico sofoca incontables personas en el mundo entero. La conciencia social y responsabilidad no parecen estar en el aire, al alcance. Aún en ese enrarecido entorno, como discípulos del Señor, estamos llamados a ser hombres y mujeres de esperanza.
Porque así como la contaminación del aire se puede revertir, la contaminación económica también se puede combatir. Como cristianos, tenemos un remedio poderoso: el Evangelio de Jesucristo.
Como nuestro Papa emérito escribió: “El Evangelio es un elemento fundamental del desarrollo porque, en él, Cristo, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre”.
Cristo se hizo humano para mostrarnos lo que la verdadera humanidad debe reflejar: amor divino y absoluta verdad.
Fuente:
“A fresh look at ‘Caritas in Veritate’, a valuable gift” de Tony Magliano (columnista internacional sobre temas de justicia social y paz). Publicado en National Catholic Reporter.