Un Papa que inquieta -y divide- a la derecha católica
7.00 p m| 15 ago 13 (NCR/BV).- Durante más de tres décadas, el Vaticano de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI operó aproximándose a una versión de la máxima conservadora “sin enemigos a la derecha”. Mientras que los teólogos de izquierda eran silenciados y los obispos liberales y moderados dejados de lado, los tradicionalistas y conservadores fueron cortejados con diligencia y se les dió acceso directo al palacio apostólico.
Sin embargo, en unos pocos meses, el Papa Francisco ha puesto de cabeza esa dinámica, alejando a muchos de la derecha católica, al negarse a tener favoritos y hacer caso omiso de sus temas preferidos de agenda, mientras resalta por otro lado la importancia de cuestiones de justicia social que resultan cercanas a los progresistas. Artículo de David Gibson publicado en el NCR.
“Personalmente he encontrado molestos muchos aspectos de este papado, y he luchado contra esa sensación desde el principio. Estoy seguro que no soy el único que se siente así”, escribió Jeffrey Tucker, editor del blog del “New Liturgical Movement”, mientras Francisco disfrutaba de los reflectores y de la cobertura mediática en su reciente viaje a Brasil. “Todos los días y en todas las formas nos dicen cuán glorioso es que los malos tiempos se hayan ido y que los nuevos buenos tiempos hayan llegado”.
Tucker y otros tradicionalistas que se dedican a los rituales de la Iglesia solemne se han sentido especialmente ofendidos por el estilo sencillo -hasta le podrían decir simplista- de Francisco desde el momento en que el excardenal Jorge Bergoglio fue presentado al mundo en marzo como nuevo Papa. “¿Cómo puedo amar a un Papa que ni siquiera quería ser Papa?” escribió sobre su desilusión la bloggera conservadora Katrina Fernández.
Desde la elección de Francisco, la ansiedad de la derecha solo ha empeorado mientras el Papa ha ido construyendo un pontificado radicalmente diferente: predicando sobre los males de la economía globalizada, mientras recuerda a sus seguidores repetidamente que deben cuidar de los pobres y marginados. Es más, apenas si ha tocado directamente el tema del aborto o de los derechos de los homosexuales, hasta que durante la improvisada rueda de prensa en el vuelo de regreso de Brasil, se le preguntó sobre sacerdotes gays, y en una frase, que se difundió por todo el mundo, dijo, “¿Quién soy yo para juzgar?”.
Católicos en “el ala derecha de la Iglesia”, dijo el arzobispo de Philadelphia, Charles Chaput, en la víspera del viaje a Brasil “no han quedado contentos con la elección de Francisco”. Chaput, un conservador en la jerarquía de EE.UU. dijo a la revista “National Catholic Reporter” que Francisco “tendrá que cuidar de ellos también, por lo que será interesante ver cómo funciona esto en el largo plazo”. De hecho, los riesgos son altos para Francisco si decepciona a los conservadores católicos, dada su desproporcionada presencia entre los peones y las altas esferas de la Iglesia.
“Ellos han apoyado lealmente a la Iglesia con donaciones y activismo, y se puede esperar que se opongan a cualquier cambio en la dirección que Francisco ha señalado” escribió Michael D’Antonio (autor de un libro sobre los escándalos de abusos del clero) en la revista “Foreign Policy”, en un ensayo que tituló: “¿Es Francisco demasiado radical para su rebaño?”.
“Pero este grupo no puede sostener a la Iglesia en el largo plazo”, dijo D’Antonio, “y en estos tiempos la Iglesia necesita una figura capaz de cerrar la brecha entre su movimiento de derecha y la realidad de que los europeos y otros occidentales están abandonando la Iglesia en masa. Ese problema requiere un Papa astuto con la habilidad y carisma para lograr el equilibrio en la ‘cuerda floja’ que implica la unificación de estos dos impulsos dispares”.
Sin embargo, no todos en la derecha están dispuestos a reconocer una decadencia de su influencia o que Francisco es realmente diferente a Benedicto. En cambio, muchos están desarrollando argumentos detallados, que pretenden demostrar que los medios y la opinión pública interpretan equivocadamente lo que Francisco realmente quiere decir, y que la luna de miel del Papa acabará en una ducha de agua fría, cuando los liberales descubran que Francisco es tan ortodoxo como sus predecesores.
Algunos incluso sugieren, como la escritora Elizabeth Scalia explicó a la revista conservadora “First Things”, que Francisco podría estar manipulando a los periodistas con el fin de introducir doctrina católica tradicional en los principales informes de la prensa.
“Al contrario de lo que ocurrió con el Papa Benedicto XVI, que ya desde la época en que era el cardenal Ratzinger era menospreciado por la prensa, Francisco resulta aún un personaje sorprendente, no del todo conocido por la prensa, al que por lo tanto está poco preparada para contrarrestar”, dijo Scalia que compara las tácticas del Papa con las del antiguo manual chino del “El arte de la guerra”.
Pero otros católicos conservadores dicen que estas lecturas suenan más bien como excusas antes que explicaciones. “Las huellas de puño y letra están en la pared”, dicen –lo que podría no ser tan malo para una derecha católica tan acostumbrada al trato preferente que a menudo identifica al Papa con la misma Iglesia.
“En la medida en que los católicos conservadores de Estados Unidos se encuentran activamente en desacuerdo con los énfasis del Papa Francisco… esto podría ayudar a curarlos/curarnos de la recurrente tentación católica de papolatría”, escribió en el New York Times el columnista Ross Douthat.
“En la historia, la oficina papal ha sido mucho más ocupada por incompetentes que por genios”, concluyó, “y hay alguna razón por la que solo algunos ocupantes de la silla de Pedro figuran en las letanías de los santos”.
Fuente:
“Pope Francis is unsettling -and dividing- the Catholic right” en el National Catholic Reporter