‘En el principio’: Un Génesis contemporáneo para la Bienal de Venecia
4.00 p m| 27 jun 13 (VIDA NUEVA/BV).- El Vaticano participa por primera vez, con su propio pabellón, en la Bienal de Venecia, la principal feria de arte italiana y una de las mejores del mundo, que se celebra desde 1895. El pabellón lleva por nombre “En el principio” y es una interpretación del Génesis.
Lejos de reacciones de rechazo a un arte contemporáneo cada vez más alejado de Dios, el Consejo Pontificio para la Cultura, que preside el cardenal Gianfranco Ravasi, ha querido incentivar el diálogo entre fe y cultura.
Lo más sorprendente de la decisión del dicasterio no es, sin embargo, esta aparición en el seno de una feria popular y prestigiosa, que cumple su 55a edición, sino la elección de los artistas, a los que les ha dejado completa libertad para abordar el Génesis.
El mensaje es de esperanza, como corresponde a la Iglesia. Y eso es lo que trata, en definitiva, de transmitir el Vaticano. “La opción de trabajar, razonar, reflexionar y reelaborar en torno a los primeros once capítulos del Génesis ha sido del cardenal Gianfranco Ravasi. Ha sido una intuición absolutamente fundamental para ofrecer una columna vertebral a esta iniciativa y a este pabellón. Dentro de los primeros once capítulos, hemos seleccionado tres argumentos: el de la creación, el de la de-creación -inspirándonos en el juicio universal- y el de la re-creación, es decir la apertura hacia una nueva humanidad, una nueva vida, un nuevo viaje, una nueva esperanza”, explica Micol Forti, directora de la sección de Arte Contemporáneo de los Museos Vaticanos, que ha formado parte también del comité científico del pabellón de la Santa Sede.
El pabellón ha recibido por nombre “En el principio”. La interpretación del Génesis ha partido de tres áreas -a la que se ha llegado, según Ravasi, después de “amplias discusiones sobre la multiplicidad de temas ofrecidos por estos capítulos”- en las que se ha dividido el pabellón: “Creación” (de Studio Azzurro, un histórico grupo experimental creado en 1982 y formado en Milán por Fabio Cirifino, Paolo Rosa y Leonardo Sangiorgi), “De-creación” (del fotógrafo checo Josef Koudelka) y el hombre nuevo o “Re-Creación” (del pintor australiano Lawrence Carroll).
La Creación se centra en la primera parte del Génesis y se muestra con un prólogo con tres lienzos del italiano Tano Festa sobre “La Creación” de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Detrás de ese umbral se encuentra la vídeo-instalación del Studio Azzurro, compuesta por cuatro pantallas, tres en la pared y una en el suelo, que ponen al hombre en el centro de la escena y que estimulan al observador con movimientos físico-sensoriales “alrededor del reino animal, el vegetal y el dominio de la palabra pronunciada por el hombre”, según los autores.
De ahí, se pasa a la De-creación de Josef Koudelka, fotógrafo del caos y de los desprotegidos, que nunca había imaginado, según confesó a sus 76 años, que recibiría una invitación semejante del Vaticano. “Lo que era importante para mí es que mi obra no fuese vinculada a la religión, que nadie preguntase si soy o no soy católico. Mi religión es la libertad -explica Koudelka-, pero me entendieron y me dieron la garantía de que podía hacer lo que quisiera”.
Lo que ha hecho es colocar 18 de sus famosas panorámicas en blanco y negro, presentadas a modo de tríptico, que resumen la desolación, el abandono, la destrucción reunidas en tres grandes temas: la guerra, el declive industrial y la naturaleza. “La De-creación aborda la decisión del ser humano de contraponerse al proyecto original de Dios a través de formas de destrucción ética y material”, explicó Ravasi.
Finalmente el escenario de la Re-creación que protagoniza la instalación de Carroll, famoso por la reutilización de materiales usados. Bajo el nombre de “Another Life” (Otra vida), presenta cuatro grandes paneles y dos esculturas compuestos de redes, cuerdas, bombillas encendidas, ceras, en el que invita a reflexionar sobre la idea de humanidad y sobre el concepto de reconstrucción. “La Re-creación es la etapa del viaje, de la búsqueda y de la esperanza -dijo Ravasi-, representada en la Biblia por Noé y su familia y, más tarde, por Abraham y su descendencia, que lleva a esbozar una humanidad nueva y una creación renovada”.
La primera reflexión que suscita el pabellón está vinculada al propio fin de la participación del Vaticano: no se trata de experimentar con una obra abiertamente sagrada o religiosa, sino de enfrentar con el lenguaje del arte contemporáneo, laico si se quiere llamar así, la trascendencia de la fe. “No hemos pedido a los artistas crucifijos o vírgenes”, aclaró Ravasi.
“Me parece –añade Forti– una respuesta extremadamente moderna. Las indicaciones del cardenal Ravasi han sido muy claras: es una respuesta de apertura. El elemento importante es recordar a todos que la Iglesia ha sido un lugar de encuentro, de intercambio, de continua incluso contaminación y diálogo entre culturas diferentes, entre civilizaciones diferentes. Esta es una ocasión, dentro de un lugar que representa a muchísimos países, a todos los continentes, a muchas civilizaciones, además de muchos tipos de fe, para estar presentes con obras que ofrecen y se ofrecen a la reflexión; no quieren afirmar, sino comunicar y abrir un diálogo”.
Extracto de texto de Juan Carlos Rodriguez. Publicado en Vida Nueva.