Hildegard von Bingen, una mujer admirable y versátil en tiempos oscuros
Además de brillar en diversos campos del conocimiento, es interesante reconocer que Hildegard nació en la época más oscura de la edad media, casi 400 años antes que Da Vinci. Su vida sumó a la curiosidad por el conocimiento natural, la destreza musical y de artes plásticas, el gobierno y la capacidad política y profética una dimensión más; era una persona religiosa, una abadesa guiada por Dios a través de visiones que la acompañaron desde niña.
Fue la décima hija de Hildebert y de Mechtild de Bermersheim, y entregada como “diezmo”, de muy niña, a la vida religiosa. Desde joven empezó a mostrar su liderazgo, lo que la llevó a ser elegida como abadesa de su monasterio de manera unánime aún siendo de las menores. Comprometida con la reforma de la Iglesia, enfrentó muchas veces a autoridades eclesiásticas, incluido el Papa, denunciando situaciones irregulares o la ostentación que los hacía olvidar el pueblo de Dios.
Así como Leonardo sobresalió en la pintura más que en cualquier otra disciplina, von Bingen lo hizo con la escritura y esto queda muy vinculado con el hecho que tuvo visiones desde niña. Recién pasados los cuarenta años empezó a plasmarlos en un papel, todo gracias a un episodio fuerte de visiones, durante el cual recibió la orden sobrenatural de escribirlas de ahí en adelante. En sus obras ella se identifica con una pluma, que movida por el viento de la voluntad de Dios, recibe revelaciones y conocimiento para la humanidad.
De las obras religiosas que escribió von Bingen destacan tres de carácter teológico: Scivias, sobre teología dogmática; Liber vite meritorum, sobre teología moral; y Liber divinorum operum, sobre cosmología, antropología y teodicea. Esta trilogía forma el mayor corpus de las obras y pensamiento de “la visionaria del Rin”.
A pesar de las varias actividades y su dedicación a la escritura, no dejó de lado la predicación; hizo cuatro viajes para comunicar sus perspectivas sobre redención, conversión y la reforma del clero, con la esperanza de acercar más la Iglesia a la gente.
Hildegard también fue médica, y no solo sistematizó conocimientos tradicionales, sino fue reconocida también por sus estudios en tratamientos alternativos. Dos obras la respaldan, una de contenidos físicos (Physica) y otro sobre medicina (Cause et cure), fundamentados en el funcionamiento del cuerpo humano, de la herbolaria y de otros tratamientos médicos de su época basados en las propiedades de piedras y animales. Su reputación trascendió fronteras y era común que incluso autoridades políticas de la época consideraran sus recomendaciones.
Una actividad que siempre acompañó su espíritu religioso fue la música. Tenía la capacidad de componer y su inspiración fue la de atender las necesidades litúrgicas de su comunidad. Según uno de sus escritos, para ella el canto era una manifestación del espíritu divino en el hombre. Si bien la naturaleza de esa música, los cantos litúrgicos, obligaba a que no fuera compleja, ella ponía énfasis en utilizar amplios rangos tonales y jugar con frases melódicas que impulsan la voz a ser más rápida para luego ralentizarse.
Su espíritu creativo reserva todavía una sorpresa. Creó una “Lingua ignota”, la primera lengua artificial de la historia, anticipando por siglos a otras similares y poniéndola a la altura de iniciativas como la creación del Esperanto o de genios creativos de nuestros tiempos, como J.R.R. Tolkien. Si bien no se ha determinado con precisión el propósito de esta creación, se cree que la empleaba con fines místicos. Para escribirla, empleaba un alfabeto de 23 letras, las litterae ignotae y la describió parcialmente en un trabajo titulado Lingua Ignota per simplicem hominem Hildegardem prolata.
Esta mujer admirable fue canonizada el 10 de mayo del 2012 por el Papa Benedicto XVI. Habiendo fallecido hace 800 años, hay que declarar que el tiempo que tomó el proceso de canonización ha marcado un récord. El pasado 7 de octubre de 2012, durante la apertura de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los obispos, el mismo Papa le otorgó el título de Doctora de la Iglesia.
Son solo 4 mujeres en la lista de 34 Doctores de la Iglesia. Durante la misa, Benedicto XVI se refirió a ella como poseedora de una gran autoridad espiritual y teológica, y remarcó la forma en que armonizó su pensamiento con la cultura de su tiempo, acercándose siempre cada vez más a Dios.
Fuentes:
– Hildegarda de Bingen, una pluma en las manos de Dios (Vida Nueva).
– Hildegard von Bingen (Wikipedia).
Muy Bueno odo el comentario sobre esta mujer extraordinaria, que es Hildergard. GRACIAS!