Benedicto XVI: las religiones deben ser una fuerza para la convivencia
“Estoy contento – subrayó el Papa en su mensaje – de que el encuentro de este año tenga lugar en Münich, la ciudad de la que fui obispo, en la vigilia de mi viaje a Alemania y en preparación a la ceremonia por la memoria del vigésimo quinto aniversario de la oración mundial por la paz en Asís, que tendrá lugar el próximo mes de octubre”.
“El convivir – afirmó Benedicto XVI a propósito del título del meeting, que se puede traducir como “convivir es nuestro destino” – puede transformarse en un vivir unos contra otros, puede convertirse en un infierno, si no aprendemos a acogernos unos a otros, si cada uno no quiere ser otra cosa que él mismo”.
Si el vivir juntos es una simple predisposición que deriva de la condición humana, “es tarea nuestra darle un contenido positivo” e “encontrar el verdadero camino para convivir”.
El deseo de Dios es que los hombres formen una única familia en la que todos seamos hermanos y hermanas. El sentido fundamental de encuentros como el de Münich o el de Asís, para el Papa, es “dirigirnos a cercanos y lejanos en el mismo espíritu de paz que Cristo nos mostró”.
“Debemos aprender a vivir no unos junto a otros – exhortó a los participantes en el Meeting –, sino unos con otros”, lo que significa “aprender a abrir el corazón a los demás, a permitir que nuestros semejantes tomen parte en nuestras alegrías, esperanzas y preocupaciones”.
El corazón, de hecho, “es el lugar donde el Señor se hace cercano”, motivo por el que “la religión, que está centrada en el encuentro del hombre con el misterio divino, está conectada de modo esencial con la cuestión de la paz”.
“Si la religión fracasa en el encuentro con Dios – dijo Benedicto XVI –, si abaja a Dios a uno mismo, en lugar de elevarnos a nosotros hacia él, si hace de él, en cierto sentido, nuestra propiedad, entonces podrá contribuir a la disolución de la paz”.
Si ésta en cambio “conduce a lo divino, al creador y redentor de todos los hombres, entonces se convierte en una fuerza de paz”.
“Sabemos – advirtió el Papa – que también en el cristianismo ha habido distorsiones prácticas de la imagen de Dios, que han llevado a la destrucción de la paz. Tanto más somos llamados a dejar que el Dios divino nos purifique, para convertirnos en hombres de paz”.
No se trata de una invitación ingenua de entusiasmo fácil.
“El campo en el que debe prosperar el fruto de la paz debe estar siempre cultivado”. No sin esfuerzos que a veces parecen no conseguir cambiar mucho.
“A menudo – reconoció – no podemos hacer otra cosa que preparar incesantemente y con muchos pequeños pasos el terreno para la paz en nosotros y alrededor nuestro, también pensando en los grandes retos que debe afrontar no el individuo, sino toda la humanidad, como las migraciones, la globalización, las crisis económicas y la salvaguarda de la creación”.
Además: “Desde el primer encuentro de Asís hace 25 años, ha habido y hay muchas iniciativas por la reconciliación y la paz que llenan de esperanza, por desgracia también muchas ocasiones perdidas, muchos pasos atrás”.
“Terribles actos de violencia y terrorismo – dijo el Papa – han sofocado repetidamente la esperanza de la convivencia pacífica de la familia humana en el alba del tercer milenio, viejos conflictos se ocultan bajo las cenizas o explotan de nuevo, y a ellos se añaden nuevos enfrentamientos y nuevos problemas”.
Con todo, los cristianos saben que “la paz no puede simplemente ‘hacerse’, sino que siempre es también ‘dada’”.
“La paz es un don de Dios y al mismo tiempo un proyecto a realizar, nunca realizado del todo”, afirmado Benedicto XVI, recordando el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2011. Se trata por tanto de “un mandato permanente confiado a nosotros y al mismo tiempo un don que invocar”.
“Precisamente por eso – concluyó el Pontífice – es necesario el testimonio común de todos aquellos que buscan a Dios con corazón puro, para realizar cada vez más la visión de una convivencia pacífica entre todos los hombres”.
Imagen: Benedicto XVI