Hacia el nuevo concilio. El paradigma de la modernidad en la Era de la Ciencia
Desde que Thomas S. Kuhn publicara su Estructura de las revoluciones científicas, el término ‘paradigma’ se ha convertido en huésped de muchos megarrelatos que pretenden ofrecer una visión global de la evolución (y revolución) de los modelos culturales. A pesar de que tal concepto adolece de una notable imprecisión, no se puede negar su utilidad, si bien hay que adoptar todas las cautelas para evitar que se convierta en talismán abusivo que fomente visiones rupturistas de la historia.
Haciendo esta salvedad, Monserrat pone el dedo en la llaga al señalar cómo gran parte del pensamiento teológico, incluso actual, está conformado con estructuras cognitivas correspondientes a una visión precientífica del mundo.
Ciencia, teoría política, ética y filosofía de la historia
Pero el libro trata de otras muchas cosas. En sus más de 700 abigarradas páginas se van desgranando temas de ciencia y de teoría política, de ética y de filosofía de la historia, y en el último capítulo llega a simular cómo se desarrollaría ese hipotético concilio.
Es imposible aquí dar una idea aproximada de un libro de tales dimensiones. Solo por ofrecer un atisbo al posible lector, enunciaremos los títulos de sus capítulos: “La crisis de lo religioso en la modernidad”, “El kerigma del cristianismo”, “El cristianismo desde el paradigma greco-romano”, “La moderna imagen de la realidad en la era de la ciencia”, “El paradigma de la modernidad en el cristianismo”, “Paradigma de la modernidad y religiones”, “Paradigma de la modernidad y filosofía de la historia”, “El nuevo concilio”.
Ni que decir tiene que, al ser tan complejo el proyecto, está expuesto a generalizaciones o, por el contrario, a desarrollos demasiado minuciosos en cuestiones secundarias. Además, su volumen podría disuadir a más de uno de la lectura. Lamentablemente, porque no son pocas las reflexiones pertinentes para un repensamiento del cristianismo adecuado a los tiempos modernos. Y aunque no todo lo moderno es igualmente asumible, ya va siendo hora de que la Iglesia deje de enarbolar como propias banderas que corresponden a la cosmovisión que durante siglos estructuró el pensamiento y el proyecto social cristianos, más bien que a su propia naturaleza.
Si bien es bastante improbable que el concilio aquí perfilado se verifique algún día en los términos propuestos, no deja de ser un ejercicio imaginativo, a la par que ambicioso, dar concreción a las ideas expuestas por el autor.
Imagen: Portada del libro.