Maura O’Halloran, Monja Zen Cristiana
Sus diarios y cartas ofrecen un registro inusitado de su experiencia, la que incluía prolongados períodos de meditación, arduo trabajo manual, y una ascética disciplina mental y corporal. Bajo la guía de su roshi (maestro), luchó para resolver su koans asignados, esas famosas adivinanzas zen concebidas para liberar la mente, de la ilusión dualista y conducir al novicio en el camino de la iluminación. En el frío del invierno se unió a otros monjes en su expedición mendicante anual. Con la cabeza afeitada y la túnica de monje, llevando sólo sandalias de paja en la nieve y la ventisca, se unía a los demás monjes a medida que pasaban por las calles, tocando una campana y sosteniendo sus cuencos para las limosnas y donaciones de alimento.
Luego de seis meses de entrenamiento intensivo, Maura experimentó una extática ruptura. Mientras era interrogada por su roshi se vio repentinamente desbordada por lágrimas y risas. “Es la iluminación” exclamó su roshi. Luego, al salir, se sintió invadida por un sentimiento de compasión por todo lo que existe.
En los meses que siguieron se concentró con más energía que nunca en su meditación y el dominio de sí misma. Para el año siguiente su roshi le hizo una oferta extraordinaria. Si accedía a casarse con un compañero monje, le confiaría su templo. Desgarrada entre el deseo de obedecer a su roshi y la convicción de que éste no era el lugar en el que intentaba permanecer, experimentó una extraño colapso físico. En este punto el roshi aceptó su plan de abandonar el monasterio al final de su entrenamiento. Algunos meses más tarde, Maura reflexionó sobre su vocación.
Maura no consideraba la iluminación como algo que debía ser obtenida para ella sola. Deseaba vaciarse, más bien, para servir a otros en el camino de la compasión. Éste era el deseo de Maura. Pero no era su karma. Luego de dejar el monasterio, en viaje de vuelta inicia Irlanda, murió en un accidente de ómnibus en Tailandia, el 22 de octubre de 1982. Tenía veintisiete años.
En una carta de condolencias a la madre, su roshi escribió: “Ella logró, en veintisiete años, lo que al Shakuson (Shakyamuni Buda) le tomó ochenta. Fue capaz de graduarse en el entrenamiento Dogen de mil días. ¡Luego abandonó esta vida de inmediato para comenzar con la salvación de las masas en la vida próxima! ¿Conoce alguien un Buda tan valiente y que trabajara tan duramente como Maura? No puedo expresar mi asombro en forma adecuada” .
A través de una memoria que su madre publicó en un periódico católico, y de la publicación última de sus diarios, la historia de Maura le ganó seguidores devotos, tanto cristianos como budistas. Seguramente Maura se hubiese identificado con las palabras de Teresa de Lisieux, quien decía que esperaba pasar su Cielo haciendo el bien en la Tierra.
Imagen 1: Maura O’Halloran. Imagen 2: Portada del libro”Corazón puro, iluminando la mente: Revista Zen y cartas de Maura “Soshin” O’Halloran”.
Soy practicante de meditación desde hace muchos años y me interesa tener lo que escribio la monja Maura.