Newman, fundador y rector de una nueva Universidad Católica
Debido a demoras burocráticas, Newman tuvo largo tiempo para idear la institución. Consignó sus nociones en la obra “Idea de una universidad”, que sigue siendo leída hoy en día. Teniedo en su cabeza tres principales frentes que combatir:
1.- El utilitarismo de muchos que piensan que la educación liberal impartida por la universidad no es algo útil ni práctico.
2.- El estrecho dogmatismo de un catolicismo clerical a la defensiva.
3.- Los temores de grupos nacionalistas en cuanto a que la universidad no sería propiamente irlandesa.
Newman alaba la educación liberal abierta a la historia, la literatura, el arte, la música, la filosofía y la teología, pero a la vez es sistemáticamente consciente de sus límites. Se regocija en el hecho de que “la Iglesia no teme ningún conocimiento” ya que “todas las ramas del saber están interconectadas por
provenir del Creador de todas las cosas”. Por otro lado, piensa enfáticamente que el conocimiento no es el bien supremo y que es mejor tener una fe religiosa sencilla que una mente muy educada pero sin fe religiosa.
La función de una universidad católica es mantener un equilibrio creador entre estas tensiones. Presenta su célebre retrato del “gentleman” como el ideal de la educación liberal, pero para él está claro que hay una diferencia radical entre el “refinamiento mental” y la “genuina religión”, porque la historia
enseña que las élites intelectuales tienden a crear religiones ilegítimas.
Los años de Irlanda no fueron fáciles para Newman. Fue víctima de muchas envidias e intrigas. Desde el
recogimiento del Oratorio de Birmingham, sintetizó lo vivido en palabras muy propias del evangelio: “Cuando he sido más despreciado es cuando he tenido mayor éxito”. Uno de estos fue querer mucho a los irlandeses y valorar sus justas luchas contra el imperialismo inglés, hasta decir: “Si yo fuese irlandés, debería ser (de corazón) un rebelde”.
LA IDEA DEL LAICADO
En marzo de 1857 Newman anota en una hoja: “El comienzo de un gran trabajo”. Que se refiere a sus años de rector en Irlanda donde se había hecho más y más sensible a lo nuevo que se estaba gestando en el mundo. La comunidad católica de Inglaterra crecía en influencia por la ola de conversiones del Movimiento de Oxford; y también aumentaba en número, debido a los inmigrantes de Irlanda. La restauración de la Jerarquía católica dio a esta un nuevo estatuto y los ataques al Papa alinearon a
los fieles en torno a sus pastores. Entre tanto, el Imperio inglés crecía en poder y riqueza, se desarrollaban las ciencias y las industrias, y sus naves surcaban los mares. Fue entonces cuando Newman se hizo la pregunta de cómo ser católico en la mitad del siglo XIX. Se le planteó el desafío de “pensar la posición de la Iglesia en el mundo de este siglo frente a los enormes conocimientos y habilidades de sus científicos y filósofos”. Era la misma pregunta que cien años más tarde se impuso el Vaticano II en la Constitución Pastoral Gaudium et spes.
De la Universidad Católica de Dublin tenía la esperanza en que fuese “un lugar en que clero y laicado puedan encontrarse, aprendan a entenderse y ceder uno al otro, y que puedan trabajar al unísono en
una época que corre de cabeza a la increencia”.
Imagen: (Getty) Benedicto XVI delante del retrato de Newman el 19 de setiembre en Birmingham.