Comentarios sobre John Henry Newman a pocos días de su beatificación
¿Por qué este vínculo entre Ratzinger y Newman? ¿Qué llevó a Ratzinger, ya en 1990, a definir a Newman “gran doctor de la Iglesia”? Se pueden dar muchas respuestas. Una la da Roderick Strange, rector del Pontificio Colegio Beda de Roma, instituido para la formación de las vocaciones adultas de área inglesa, desde hace años estudioso de Newman. En su último trabajo salido recientemente en Italia, “John Henry Newman. Una biografía espiritual”, Strange habla de un momento preciso en el cual se hizo evidente la deuda de Ratzinger hacia Newman. Ratzinger, el día antes del cónclave que luego lo habría elegido, predica frente al colegio de los cardenales. Aquí capta la atención de todos utilizando la imagen de la Iglesia como una barca sacudida por las olas creadas por corrientes ideológicas, “del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc.”
Dice Strange: “En ese momento fue considerado extremadamente pesimista, en particular en la conclusión: «Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos». La expresión «dictadura del relativismo» puede parecer severa, sin embargo se vincula al «mundo sencillamente no religioso» de Newman. Y no necesariamente el vínculo es una coincidencia”.
El relativismo es para Benedicto XVI una amenaza. Porque cuando la verdad es abandonada, se abandona también la libertad. Y se encamina hacia el totalitarismo. Ratzinger habla de ello en el cónclave (2005), pero en 1990 ya había expuesto el tema, durante la conferencia para el centenario de la muerte de Newman.
Dice Strange: “En aquella ocasión, Ratzinger hizo referencia al vínculo entre verdad y conciencia personal. Habló de cuando, siendo joven seminarista, poco tiempo después del final de la segunda guerra mundial, fue introducido al pensamiento de Newman y prosiguió subrayando cuán importante fue para él su enseñanza sobre la conciencia. Newman enseñaba que la conciencia debía ser cuidada como «un modo de obediencia a la verdad objetiva». Y toda la vida de Newman testimonia tal convicción.
Ian Ker, profesor de teología en la Universidad de Oxford y autor de “John Henry Newman: a biography”, “han sido muchos los Papas que han deseado canonizar a Newman porque lo consideran una persona que ha dado la bienvenida a la modernización pero permaneciendo fiel a la autoridad de la iglesia”. Benedicto XVI ha dado una importante aceleración al proceso de beatificación. Ciertamente, el milagro atribuido a Newman, gracias al cual Jack Sullivan ha superado una grave enfermedad en la espina dorsal, ha abreviado los tiempos. Pero es indudable que la causa debe mucho al Papa, a su empuje para que la Fábrica de los Santos llegase lo más pronto a una conclusión.
La idea de una universidad
El legado más importante de lo que llama Newman “Mi campaña en Irlanda” fue la clásica proclama de la educación liberal: La idea de una universidad. Al igual que muchos de los escritos de Newman surge de circunstancias históricas que determinaron su enfoque. Tenía él que dirigirse a clérigos irlandeses, a las autoridades de Roma y al elemento laico anticlerical, nada ansioso de ver el establecimiento de una universidad católica de alto nivel en las Islas Británicas.
El más destacado biógrafo de Newman, el padre Ian Ker, de Oxford, explica de este modo la esencia de los primeros Discursos que formaron La idea de una universidad: “La religión y el conocimiento no se oponen mutuamente –y no porque sean mutuamente indiferentes, sino porque están relacionados indivisiblemente, o más bien porque la religión forma parte de la materia del conocimiento. Lo que confiere a los Discursos su carácter especial es… la tensión entre la insistencia, genuinamente incondicional, en el valor absoluto del mismo conocimiento y la convicción, igualmente firme, de que el conocimiento no es, categóricamente, el bien más elevado”. Newman afirma: “La Recta Razón, es decir, la razón rectamente ejercitada, lleva a la mente a la fe católica, y siembra ésta en todas sus reflexiones religiosas para que actúen bajo su guía. Pero la razón, considerada como un agente real en el mundo, y como un principio operativo en la naturaleza del hombre, está muy lejos de tomar una dirección tan recta y satisfactoria.” Las observaciones del P. Ker sugieren la importancia de la aportación del cardenal a la armonía entre fe y razón, tan abismalmente malentendida en aquella época, situación que continúa en la actualidad.
La idea de una universidad nunca ha dejado de reeditarse y siguen escribiéndose libros en respuesta a sus clásicas definiciones y razonamiento. La práctica totalidad de las universidades católicas y un buen número de pequeños centros superiores seculares y de origen protestante de los Estados Unidos, han utilizado las teorías de Newman como cimiento de sus programas de estudios. Siempre resultará controvertida para aquéllos que no consideran “el conocimiento como un fin en sí mismo” sino que más bien conciben la educación simplemente como formación para una carrera profesional o como un medio de preparar a los jóvenes para que sean ciudadanos útiles de un Estado.
Imagen: (Getty) Fotografía de John Henry Newman, sobre su escritorio y junto a sus artículos personales que han estado sin tocar desde su muerte en 1890, y serán visitados por Benedicto XVI durante su viaje a Birmingham, para la beatificación de Newman.
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