COACHING EMPRESARIAL EN EL PERÚ

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El coaching empresarial en nuestro país es una actividad profesional que viene ampliando significativamente su ámbito de desarrollo. Observamos que empresarios y emprendedores de todo nivel buscan mejorar sus habilidades de liderazgo. Y dada la extraordinaria y diversa realidad de la que somos parte, es necesario dar una mirada general para ubicar el coaching en el contexto económico nacional.

Lo primero que hay que decir es que las nociones de coaching usualmente son aprendizajes logrados en ámbitos internacionales, conceptos y métodos que al aplicarse en nuestro país se friccionan con las prácticas y culturas propias, no siempre encajando apropiadamente. Puedo decir, a partir de mi experiencia, que será más propicio el “match” mientras más vinculada sea la actividad de la empresa al entorno internacional y a la modernidad tecnológica. Pero no pasa lo mismo con las micro, pequeñas e incluso medianas empresas, muy influenciadas por la cultura y la historia locales.

Por lo tanto, una primera idea es que necesitamos profesionales que sepan adaptar la vastísima información que nos proporciona el entorno internacional del coaching con nuestra rica y dinámica realidad local. En esa necesaria mixtura se enriquecerá la teoría y práctica del coaching.

Una segunda idea es que el coach no puede ser monotemático. Puede ser originario de una profesión (por ejemplo, psicólogo) pero podría ser insuficiente para que su oferta o aporte sea enriquecedora para el coachee. Relato mi experiencia: soy abogado, un perfil profesional ligado a la formalidad de las leyes y la dinámica del poder, pero he tenido que ser autodidacta en psicología y neurociencias para involucrarme en una actividad que considero apasionante y prometedora. Y por historia personal bastante cercano a la actividad empresarial (desde los 8 años mi padre me llevaba a su pequeña empresa para “saber en el futuro cómo manejarla”).

De modo que el coach debe ser el primero en autoanalizarse y conocer sus propias fortalezas y debilidades. Dado los diversos campos que en la actualidad se despliega el coaching, es pertinente que el coach se especialice. Pretender ser todólogo por urgencias económicas, no es el mejor perfil. La mejor armadura de un coach es su prestigio profesional, no importa la carrera de procedencia. En mi caso, tuve que hacerme un FODA y definir mi camino y mis prioridades de adquisición de conocimiento y experiencia. Precisamente por lo arriba explicado, decidí la especialidad de coach empresarial. No soy un coach ontológico (por mencionar otro tipo de coaching) así que prefiero sugerir al eventual cliente otro profesional con el perfil que solicita.

Una tercera idea, sistematizada a partir de la experiencia y no de la academia, es que los factores culturales son indispensables para un servicio de éxito. En nuestro país hay por lo menos tres condiciones al respecto: una cultura de emprendimiento familiar, una cultura de informalidad y una cultura de liderazgo isoscélico.

No necesito fundamentar que más del 96% de las empresas en suelo peruano son micro y pequeñas empresas. Según el INEI, las empresas activas en el Directorio de Empresas y Establecimientos son más de 2,8 millones al 2021. La inmensa mayoría de ellas son emprendimientos familiares. Esto le da una dinámica especial a la cultura del núcleo directivo. Por ejemplo, primará la confianza antes que el mérito. Si la actividad económica es duradera requerirá inevitablemente pensar el relevo generacional. Y precisamente por tratarse de una familia, se incorporan a la actividad empresarial todos los componentes emocionales (positivos y negativos) que se arrastran desde los inicios de la familia. Si uno observa bien, cada uno de estos aspectos es todo un mundo para analizar y orientar. Puedo decir que el mundo emocional personal y familiar es uno de los aspectos esenciales a atender para orientar adecuadamente las soluciones. Y es tal vez el más complicado. Si el coach no se interesa por la historia familiar, le será difícil desatar los nudos mentales que se pueden formar entre los miembros de ella. Y por supuesto, cada familia tiene una única y gran historia, por lo que la intervención no puede ser similar en todos los casos. Asimismo, tendrá que disponer de toda su capacidad para lograr que cada familia reconozca la importancia de separar lo familiar de lo profesional.

Un nuevo elemento debo reseñar en este punto. Según el INEI, el 62% de las empresas creadas en el 2021 son del tipo personas naturales con negocios, y el 53% son conducidas por mujeres. Podemos entonces sugerir la siguiente hipótesis: que para los próximos años, las empresas personales con liderazgo femenino reforzarán la dinámica familiar de las empresas peruanas.

La cultura de informalidad es el segundo gran universo en el que viven las empresas peruanas. Es frecuente la ausencia de una información contable fiable, es escasa la cultura financiera primando masivamente el manejo de efectivo, mientras se pueda se evita la entrega de comprobantes de pago, no existen protocolos de producción, no hay plan de negocios o presupuesto, la dirección de los recursos humanos está marcada por la incertidumbre, la improvisación y la alta rotación. Entonces, ¿por qué es tan atractiva? Porque facilita las cosas y la rentabilidad. Pero tiene un límite.

La informalidad es el enemigo feroz de la productividad y la competitividad. He brindado coaching a empresas que empezaron de cero en el mercado local, con los años se abrieron a la exportación y se dieron de cabeza contra la realidad: no cumplir con los plazos y con la calidad acordada les significó pérdidas millonarias. De modo que un coach empresarial no solo tiene que lidiar con el proceso material que significa pasar de la informalidad a la formalidad y del ejercicio informal a la gestión profesional de la empresa. Tan o más importante es lidiar con el proceso mental de ese cambio en los líderes de la empresa.

¿A qué llamo liderazgo isoscélico? Es el tipo de conducción de una empresa, que cual triángulo isósceles recto, concentra excesivamente las decisiones en el vértice superior de la estructura. Este tipo de liderazgo al comienzo puede ser muy útil, básicamente por la dimensión de la empresa. Pero es casi una ley divina que cuando la actividad se complejiza, ese tipo de liderazgo empieza a ser una traba para el crecimiento de la empresa.

Se hace más difícil cuando el emprendedor está convencido que ha llegado adonde ha llegado por hacer así las cosas. Para él, en su modo extremo (más frecuente de lo que se cree) delegar es imposible y confiar en los subordinados una locura. Puede llegar a ser consciente de su limitación o del perjuicio que ocasiona dicha práctica a la empresa (y por eso se anima a requerir un coach), pero esa cultura y costumbre de liderazgo vertical están tan arraigadas que se hace imperativo acompañar un proceso de deconstrucción mental de ese tipo de liderazgo.

Una cuarta idea que exponer es sobre la dinámica del coaching. Tiene que haber un propósito, un plan y un plazo. El propósito se resume en la pregunta ¿para qué el servicio? Lógicamente, no podrá conocerse por anticipado los objetivos precisos. Tomará una primera fase de acercamiento para lograr determinarlos, pero es imperativo que el coach clarifique qué quiere lograr, cómo y en qué tiempo lo hará. Me gustaría contar el siguiente caso: una pareja propietaria de una empresa me contactó para preparar a sus hijos para que ellos en corto tiempo puedan hacerse cargo de la empresa. Pronto fue más que evidente que no eran los hijos los únicos que necesitaban el servicio, sino ellos mismos. Al entender eso y fijar los objetivos con más claridad, los logros fueron más certeros.

En cuanto al plan, requiere una dosis combinada de fijación consciente como de plasticidad cognitiva. El plan te permite hacer realidad los objetivos propuestos, por ello es deseable que todos sepamos cómo van a hacerse las cosas, pero también es cierto que la realidad puede ser también un océano tempestuoso en que los planes pueden volar en mil pedazos. El desarrollo del servicio, para resumir la idea, no puede estar solo en la mente del coach, todos tienen que estar al tanto para buscar el compromiso compartido, porque el tiempo de cada uno tiene hoy tanto valor como cualquier otro recurso o riqueza.

Finalmente, soy absolutamente contrario al coaching vitalicio, no sólo lo considero contrario a la ética de un coach sino a la esencia del coaching. El coaching es un entrenamiento para la motivación y la voluntad y un acompañamiento para la decisión y la ejecución de carácter temporal. El coach tiene que tomar distancia del coachee y ser el primero en entender que su trabajo es como darle alas para que pueda volar solo después. Y mientras más pronto, mejor. Trato a lo más, de que mi servicio, dependiendo del propósito, dure entre tres meses a un año. No más.

Hay varios elementos más por contar, pero nos quedaremos aquí, no sin antes prometer que esta entrega es el inicio de un compartir que puede ser útil para empresarios interesados en contar con un servicio idóneo de coaching, como para coaches interesados en esta fascinante actividad.

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Vicente Sánchez Vásquez

Presidente del Instituto de Neurociencias para el Liderazgo. Abogado y Magister en Gerencia Pública.

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