Bahasa Blues
En este post especial el joven historiador Fabrizio del Piélago (Universidad Nacional Mayor de San Marcos) nos presenta sus reflexiones en torno a la insularidad de muchos miembros de la comunidad de historiadores peruanos y sus experiencias aprendiendo bahasa indonesia.
Para nadie es un secreto que una de las características de largo plazo de la historiografía peruana ha sido su tendencia hacia la insularidad. Intentar ahondar en las razones de la permanencia de este rasgo suele traer tantas frustraciones como respuestas. En un país cuyo contacto pleno con la globalización —entiéndase, no sólo el ingreso al mercado global, sino al contacto con otras mentalidades y alteridades paralelas— es relativamente reciente e inacabado, resulta realmente complicado tener una sociedad cuyo ethos refleje adecuadamente la mentalidad de la era de la información. Las instituciones se parecen a sus sociedades y las universidades, al fin y al cabo, son instituciones que, como todas las demás, llevan la impronta de su ambiente psicocultural.
En esta clase de medio, el desconocimiento pasivo y activo del otro más allá de los márgenes de las fronteras nacionales es una consecuencia casi natural. Es como si la recalibración de alteridades se hubiera limitado a remplazar la visión eurocentrista de la historiografía de inicios del siglo XX por otra en la que las comunidades subalternas locales fueran incluidas en el corpus legítimo de lo que se podía estudiar y se hubiese pensado que este cambio era suficiente. Las diferencias generacionales y nacionalismos mal entendidos —como aquellos que creen que el estudio de cualquier otra realidad además de la peruana es un acto de alienación— hacen el resto.
Otra de las dificultades, ahora en el aspecto práctico, sobre todo para quienes buscan profundizar seriamente en el estudio de las comunidades no europeas, es la poca oferta educativa respecto a esas otras lenguas, limitando seriamente la capacidad de realizar una aproximación directa a las fuentes, situación muy incómoda para todo investigador.
Efectivamente, no son muchas las oportunidades que tiene alguien en el Perú de estudiar una lengua tan importante en la era de ASEAN como lo es el bahasa indonesia (el último curso del idioma en el país se dictó tres años atrás). Oportunidades como la que la Embajada de la República de Indonesia nos está otorgando no abundan. Lamentablemente, historiadores interesados en el tema, tampoco.
En este caso, la suerte ha querido que la profesora del curso, la encantadora Netti, sea a todas luces una profesional capaz de lidiar con las dificultades de enseñarle a casi una treintena de estudiantes y de hacerlo, además, utilizando el método de la inmersión, algo que pocos nos imaginábamos antes de empezar la primera clase y que ha resultado bastante útil, incluso para quienes no estamos familiarizados con el idioma.
Luego de la timidez inicial que siguió al “no Spanish nor English in the class” el idioma se ha mostrado amistoso —quienes hayan estudiado alemán comprenderán con facilidad— y en solo dos semanas ya podemos leer y escribir algunos breves diálogos, intercambiar algunos saludos y oraciones sueltas y realizar una presentación en público:
Nama saya Fabrizio. Umur saya dua puluh empat tahun. Profesi saya sejarawan. Saya tinggal di Lima.
El hecho de que el bahasa utilice el alfabeto latino con algunas pequeñas diferencias fonéticas no hace más que ayudar al investigador “occidental” y alivia los miedos de quienes suponen que todos los idiomas asiáticos tienen escrituras tan complejas como las del chino o el devanagari.
Finalmente, la gramática no resulta particularmente complicada. Las estructuras resultan fáciles de asimilar con un poco de práctica y un diccionario (más fáciles de descargar que de comprar, eso sí).
Estas facilidades —que no son pocas ni nimias— convierten al bahasa en una de esas raras llaves que permiten el ingreso al mundo asiático, a la mentalidad e historia de un pueblo diverso y a todas las fuentes documentales que permitan una aproximación franca a la historia contemporánea del sudeste asiático.
Quienes ya hemos estudiado algunas lenguas sabemos que estas solo perduran en la memoria cuando pasan de ser estudiadas a ser interiorizadas. El mismo principio aplica a las historias de esos otros muchos pueblos con los que compartimos la existencia. El monolingüismo, otro mal a erradicar, impide este mutuo conocimiento. Los tiempos cambian y el interés por Asia que ya se siente en otras disciplinas empieza a abrirse camino, lentamente, hacia nuestra comarca del reino Braudeliano. Para sobrevivir a la colisión el historiador peruano actual debe estar desde el comienzo preparado para escalar Babel, pese a que su cima no es humanamente alcanzable.
Por estos meses la escalada comienza en Indonesia, San Isidro. Nos vemos en la próxima parada. Terima kasih.
Fabrizio del Piélago. Egresado de la E.A.P. de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, actualmente escribe su tesis. Colaborador del Bangladesh-Peru Friendship Center. Entusiasta del aprendizaje de idiomas y del mundo asiático.