(Re)creando corrientes en el Sudeste Asiático: Conferencia en la Universidad de Cornell
Tras algunos días movidos en que los fujimoristas me han tildado de rojete y me han mandado a comer perro (un divertido eco de la Exposición de San Luis de 1904, al que llevaron a algunas familias de igorotes desde las montañas de Luzón, e hicieron un espectáculo del hecho de que consumieran canes) por un artículo que publiqué en el Philippine Daily Inquirer y que después fue rebotado por el Útero y Diario Uno, podemos regresar a los temas académicos que predominan en la Bitácora del tornaviaje. Lo hacemos con unos comentarios sobre la conferencia (Re)creando corrientes en el Sudeste Asiático, organizado por el Programa del Sudeste Asiático de la Universidad de Cornell, en la que tuve el honor de que mi ponencia fuera una de las quince seleccionadas de entre las sesenta ponencias enviadas desde todas partes del mundo.
La Universidad de Cornell es uno de los principales centros para el estudio del Sudeste Asiático en el mundo, y Benedict Anderson alguna vez comentó que probablemente fue ahí donde los mismos intelectuales de la región empezaron a verse mutuamente como copartícipes de un mismo proyecto. Su Proyecto de Indonesia Moderna es un esfuerzo enormemente importante en el estudio de aquel enorme archipiélago. Por ende, no puede haber habido mejor lugar para una conferencia de este tipo.
El discurso inaugural fue dado por la destacada historiadora de Tailandia, Tamara Loos, autora de Subject Siam. Trató del príncipe Prisdang de la familia real de Tailandia, quien fue diplomático y defensor de ideas reformistas que habrían llevado al reino hacia el camino de la monarquía constitucional. Durante mucho tiempo se asumió que estas ideas llevaron a que fuera exiliado por el rey Chulalongkorn, pero Loos señala que hay un espacio de tiempo demasiado grande entre su apoyo a la reforma y el inicio de su exilio como para que tal hipótesis tenga mucho sentido. Más bien señala que fue víctima de una serie de rumores (que en realidad no eran tan atípicos entre la nobleza tailandesa) que lo llevaron al exilio, y que su autobiografía elide esa parte, lo cual es señal del poder de la monarquía para imponer incluso la auto-censura.
Habiendo habido una gran gama de ponencias interesantes, por cuestiones de espacio he de limitarme a comentar sobre aquellas que provinieron de la disciplina de la Historia propiamente dicha. El historiador singapurense Lin Hongxuan, actual estudiante de doctorado de la Universidad de Washington, presentó una ponencia Hoz como medialuna: Islam y comunismo en las Indias Orientales Neerlandesas, 1915-1927 en la que exploró el tema de cómo intelectuales indonesios como Tan Melaka y Haji Misbach combinaron el islam y el comunismo. Estos consideraban que ambos modelos compartían la búsqueda de la equidad en la sociedad y el deseo de luchar por alcanzar el objetivo de derrocar al sistema colonial neerlandés. Las investigaciones que Lin hace de los escritos de estos y otros autores indonesios resultan muy sugerentes, ya que tradicionalmente se ha entendido a la religión islámica y la ideología comunista como antitéticos.
Asimismo, el historiador vietnamita Hoang Vu, actual estudiante de doctorado en la Universidad de Cornell, presentó un trabajo titulado Justificando la ‘liberación’: la construcción de la ‘década camboyana’ de Vietnam, 1979-1985, en que trató el tema de la invasión y ocupación vietnamita de Camboya. Mientras que mucha historiografía tradicional ha ubicado esta acción en algún punto de un espectro que va desde el altruismo (según el cual los vietnamitas desearon ponerle fin al genocidio perpetrado por Pol Pot) hasta la idea de que eran títeres manipulados por la URSS, Vu es interna en los archivos vietnamitas para verificar estos planteamientos. Para empezar, Vietnam había perdido tanta gente en la guerra vietnamita-estadounidense que les era difícil asumir otra guerra por razones puramente altruistas, pero por otra parte, encuentra que el gobierno vietnamita hacía poco caso a los emplazamientos de Moscú o Beijing. Vu más bien propone que esta guerra tiene que ser entendida desde una lógica propiamente vietnamita: los ataques camboyanos en la frontera -en que masacraban a los habitantes de las aldeas vietnamitas- ameritaban una reacción militar, y la permanencia vietnamita en Camboya obedecía a la necesidad de establecer un gobierno estable que justificara ex post facto su acto de ‘liberación’. Vu se asegura de enfatizar que para cuando empezó a llegar la ayuda occidental a Camboya, Vietnam ya había establecido las bases para una reconstrucción futura.
Finalmente, por mi parte, tuve la oportunidad de discutir mi trabajo de maestría y el concepto de destino heredado. El comentarista del panel en el que participé, el antropólogo Erick David White de la Universidad de Cornell, hizo varios comentarios interesantes, entre los cuales me gustaría discutir uno en particular: ¿Se puede aplicar el concepto de destino heredado a las pretensiones territoriales de Tailandia o de Vietnam? ¿En qué se diferencian de las pretensiones territoriales de Indonesia o las Filipinas? Si bien las pretensiones territoriales de muchos países colonizados (o cuasi colonizados, como en el caso de Tailandia) podrían ser caracterizados como una suerte de imperialismo de segundo orden, no todos actúan bajo la lógica de destino heredado. Sus reclamos sobre territorios en los actuales estados de Myanmar/Birmania, Laos, Camboya, Vietnam y Malasia no provienen de una organización territorial colonial, sino de una historia propia. No han ‘heredado’ ello de ninguna potencia colonial. La guerra franco-tailandesa de 1940 y su cooperación con los japoneses a partir de 1941 muestra hasta qué punto el reino de Tailandia estuvo dispuesto a ‘recuperar’ dichos territorios. Es cierto que las historias sobre las que basan sus ‘derechos’ a dichos territorios son tan antojadizas como las que articulan los estados que recurren a la idea del destino heredado, pero por lo menos parte de la lógica es distinta.
Otro tanto ocurre con Vietnam en el caso de Cochinchina. En las muchas idas y venidas entre los nacionalistas vietnamitas y los franceses, estos propusieron que este territorio fuera separado de un posible estado independiente de Vietnam y fuera considerado un territorio metropolitano de Francia (como lo es ahora la Guiana francesa). Esto fue rechazado de plano por los vietnamitas, quienes basaban su derecho sobre dicho territorio no sobre su incorporación al territorio de “Indochina” por parte de la potencia colonial, sino sobre la conquista del último reino Champa por parte de Vietnam en el siglo XIX, poco antes de la llegada de los franceses a la región. El elemento que hace del caso de Vietnam particularmente interesante como contraejemplo para la idea del destino heredado es que pese a la superioridad numérica de la etnicidad vietnamita, no intentaron hacerse de Camboya y Laos en una suerte de “República de Indochina” gobernada desde Hanoi por vietnamitas, tal como describe Christopher Goscha en Vietnam or Indochina? Contesting concepts of space in Vietnamese nationalism, 1887-1954.
En general, fue una experiencia muy positiva. Pude intercambiar ideas con algunos de los más prometedores investigadores de la región, provenientes tanto de Estados Unidos como del Sudeste Asiático. Yo era, por supuesto, el único latinoamericano, pero no hay razón por la que ello tenga que seguir siendo así en años futuros. Desde acá les reitero mis agradecimientos a los organizadores, al Kahin Center for Advanced Research on Southeast Asia, y a mi anfitrión quien generosamente me alojó en su vivienda.