El lucro es la ganancia o provecho que se saca de algo. De modo que lucrar es la acción de ganar o sacar provecho de un negocio. En este contexto, las “empresas” son sociedades que se crean con el objetivo de lucrar en un determinado negocio. En el otro extremo estarían entidades como las “fundaciones” que no se crean para lucrar sino para dedicarse a la beneficencia, la ciencia, la enseñanza o la piedad. Por tanto, una empresa no se dedica a hacer la caridad, perdiendo dinero, ni una fundación busca ganar dinero, repartiéndoselo a sus dueños. Una tiene fines de lucro, la otra no tiene fines de lucro.
A pesar de ello, conviene aclarar que el lucro no es un extremo en sí mismo. Toda persona, para vivir, necesita dedicarse a alguna actividad que le genere alguna ganancia con la cual pueda financiar la atención de sus necesidades y las de su familia. Y una forma de lucrar es a través de una empresa. Las empresas son solo vehículos a través de los cuales sus dueños lucran, pues, no tiene sentido que una empresa intente repartirse sus ganancias a sí misma. Por ejemplo, los bancos venden diferentes servicios con los cuales lucran para luego repartírselo a sus accionistas. De hecho, el servicio estrella de los bancos son los créditos, es decir, la concesión de préstamos de dinero, cuyo precio son las tasas de interés.