EL PAPEL DE LA PROSPECTIVA ESTRATÉGICA EN LA PLANIFICACIÓN DEL ESTADO

¿A qué país no le gustaría anticipar su futuro y, de considerarlo pertinente, cambiarlo? ¿Cómo habrían modificado su historia los incas y demás pueblos americanos aborígenes que inicialmente trataron a los conquistadores europeos como invitados, o incluso aliados, si hubieran anticipado las consecuencias disruptivas que su llegada al continente iba a tener sobre su futuro? Tal vez mucho o quizás poco, pero anticipándolo sí habrían podido decidir si querían modificar, o no, su futuro.

La prospectiva estratégica es una herramienta que permite explorar y visionar futuros alternativos para escoger el más deseado e irlo construyendo a partir de la realidad presente. Las empresas que más éxito sostenido han logrado son aquellas que mayor visión de futuro han desarrollado, planificando cómo alcanzar lo que más les convenga y evitar o mitigar lo que más les perjudique, es decir, dejando lo menos posible al azar. Algo análogo también ha sucedido con los países que más se han desarrollado: no puede haber desarrollo sostenible con una improvisación sistemática.

Según Russell Ackoff, planificación es concebir un futuro deseado así como los medios necesarios para alcanzarlo. Sin embargo, en la región ha solido existir una falta de visión sobre el valor estratégico que tiene la planificación en el estado. Así, sin objetivos estratégicos ni metas de largo plazo, la asignación de recursos se vuelve miope y vulnerable al capricho de los políticos de turno y al de los intereses particulares de los grupos de interés que los rodean. Esto, a su vez, hace que no se aprovechen eficientemente los recursos públicos o se dupliquen esfuerzos por fallas de coordinación entre las diferentes entidades y niveles operativos del estado. ¿Siempre ocurrió esto así?

Aunque parezca extraño, uno de los primeros esfuerzos latinoamericanos para explorar opciones de futuros de desarrollo a largo plazo se produjo en el Séptimo Congreso de la Sociedad Interamericana de Planificación que se celebró en Lima en 1969. El evento se centró en la América del año 2000. Como producto de dicho evento, el estado peruano por primera vez elaboró un plan de largo plazo: diez años. El sistema nacional de planificación existente en el Perú había sido creado en 1962 y posteriormente fue mejorado con la promulgación de su ley orgánica en 1981. Sin embargo, tras el golpe de estado de 1992, su organismo técnico central fue disuelto y desactivado, y todo su personal fue transferido o puesto a disposición como excedente.

Como se recuerda en el manual de prospectiva de la CEPAL publicado en 2006, después del fin de la guerra fría hubo una falta de visión estratégica sobre la planificación en el estado en casi toda América Latina. Esto llevó a que la mayoría de las funciones de planeamiento pasaran a los ministerios de economía, los ministerios de finanzas, las secretarías de presidencia o simplemente se consideraran innecesarias y se suprimieran. Todo esto ocurrió a pesar de que, desde finales de los años 80, los principales países industrializados habían venido haciendo exactamente lo contrario.

En los países desarrollados la valoración de la investigación sobre el futuro se había plasmado principalmente a través de la exploración estratégica de los sectores tecnológicos que le convendría desarrollar a cada país, de su aplicación a los procesos de reconversión de su estructura productiva y de la promoción de nuevos sectores económicos. Es decir, la diversificación productiva no llegó sola.

Incluso desde entonces entre varios de esos países hubo una sistemática cooperación en su investigación estratégica sobre el futuro. Por ejemplo, desde 1990 el Programa International de Futuros de la OCDE mantuvo como objetivos: (i) mejorar la capacidad de diálogo entre los países miembros, (ii) compartir información calificada, (iii) generar apoyo para el establecimiento de agendas de políticas públicas mediante la elaboración de mapas estratégicos, (iv) vigilar problemas a largo plazo, identificar las fuerzas clave y tendencias del entorno, y (v) dar alertas tempranas y contribuir a la apreciación analítica sobre asuntos emergentes. Otro ejemplo de investigación internacional cooperativa fue el Instituto de Prospectiva Tecnológica de la Unión Europea creado en 1994.

Por tanto, el haber hecho creer que en el sector público de una economía de mercado, sea social de mercado o sea de libre mercado, no debía existir pensamiento estratégico ni planificación a largo plazo fue un completo embuste. En la práctica, durante más de dos décadas la estrategia del estado peruano fue no tener estrategia. De hecho, actuó sin siquiera un sistema de anticipación de las consecuencias a largo plazo de sus propias acciones y de las de su entorno. Los últimos lustros solo prueban que puede haber crecimiento espontáneo, pero no que habrá desarrollo sostenible.

 

Nota: Artículo basado en extractos parciales de Jiménez-Sotelo, R. (2016). Prospectiva estratégica aplicada a la hacienda pública: un ejercicio para la gestión de sus activos y pasivos al año 2030. Lima: Universidad del Pacífico. https://mpra.ub.uni-muenchen.de/80862/

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