¿CÓMO INFLUYE EL MERCADO DE DEUDA PÚBLICA SOBERANA EN EL DESARROLLO FINANCIERO?

Cuando se habla de deuda pública soberana, nos referimos al endeudamiento que ha acumulado el Tesoro público de cualquier país para financiar los llamados déficits fiscales. Esos déficits se originaron porque el gobierno incurrió en mayores gastos que ingresos en uno o más años. Y ese endeudamiento se financió, en muchas ocasiones, con la emisión de valores de deuda pública soberana que luego se negocian en los mercados de valores.

Lógicamente, el respectivo Tesoro público tiene muchas formas cómo afectar el desarrollo del mercado que se crea con sus propios valores de deuda pública. La más importante es cuando el gobierno propone y su parlamento aprueba (en las leyes de presupuesto o de endeudamiento) qué fracción del déficit fiscal se financiará con la emisión de valores de deuda interna. Esta sola decisión afecta de varias maneras la forma cómo se desarrolla el sistema financiero.

Por ejemplo, esa decisión condiciona irremediablemente la forma como la política monetaria podrá operar para influir en el sistema financiero respectivo. De ello dependerá si el banco central podrá o no utilizar los valores de deuda soberana interna para efectuar todas o sólo una parte de sus operaciones en el mercado monetario, ya sea para afectar la tasa de interés del sistema interbancario local, como señal de postura para toda la estructura de tasas de interés del sistema financiero nacional o, inclusive, como prestamista de última instancia, proveyendo liquidez eventual a alguna entidad financiera.

Así, si la política del gobierno no prioriza el mercadeo interno de su deuda soberana o, peor aún, lo desincentiva, ya sea al reprimir directamente su monto o al ofertarlo con características inadecuadas para su mayor demanda, la política monetaria podría verse obligada a: 1) establecer límites máximos para racionar la operación con dichos valores; 2) implantar el requerimiento de reservas de encaje a fin de alterar la liquidez interbancaria; 3) emitir sus propios títulos de valores de deuda con el respectivo gasto de intereses y el subsidio de sus gastos de operación, o incluso 4) utilizar divisas extranjeras como colateral de sus operaciones monetarias.

Esto, a su vez, terminará haciendo que el mercado de valores de deuda soberana interna sea menos líquido y profundo de lo que podría ser, sin contar con el sobrecosto financiero que implica para el presupuesto de gasto público, como un todo, la mayor emisión de deuda pública agregada (la deuda del Tesoro más la deuda del banco central). Además, todo eso también terminará limitando el desarrollo potencial del resto del sistema financiero nacional, así como la efectividad de los propios mecanismos de transmisión de la política monetaria sobre el resto de la economía.

En cambio, si el Tesoro público prioriza el mercado primario de valores de deuda soberana interna a la hora de financiar sus déficits fiscales, el banco central podría a su vez fortalecer sustancialmente el desarrollo de su mercado secundario. Ese desarrollo no sólo debería fortalecer la canalización de operaciones de política monetaria, sino también sostener la estabilidad financiera y reducir los costos de financiamiento del propio Tesoro público en el mercado de valores, lo que brindaría simultáneamente beneficios más amplios a toda la economía.

El mayor desarrollo del mercado de deuda soberana interna, a su vez, permitiría la posterior introducción de otros mercados financieros relacionados, como los de operaciones de reporte y los de derivados. Esto también permitiría un mejor manejo de los riesgos financieros, aunque el progreso de estos mercados también necesitará de una infraestructura de mercado más apropiada, especialmente para que todas las entidades financieras puedan compensar, liquidar o registrar oportunamente los pagos, valores y derivados u otras operaciones financieras relacionadas.

Además, un mayor mercadeo interno de la deuda pública soberana también puede tener externalidades positivas en los mercados no mayoristas. Ésta es la razón por la que en muchos países sus gobiernos han puesto un especial interés en desarrollar un mercado minorista para la deuda pública, ya sea para ampliar la base de inversionistas para el financiamiento público, o ya sea para alentar el hábito de ahorro en su población, al mismo tiempo que se estimula el desarrollo de instrumentos y mercados financieros.

Aquí una opción es vender a los minoristas (el público de a pie) los mismos valores negociables de deuda pública que se venda a los mayoristas (en el mercado de valores). Otra opción es idear valores no negociables dirigidos específicamente a las familias. La experiencia del Reino Unido y algunos países de Europa central y oriental es amplia, por no hablar de las de Japón, los Estados Unidos, Brasil o México.

Por consiguiente, la relación entre la preferencia por el mercadeo interno de la deuda pública de cada país y el desarrollo de sus respectivos sistemas financieros es directa. Esto porque, ante una menor preferencia por el mercado de valores de deuda pública interna (que se reflejaría en menores liquidez y profundidad de ese mercado), el sistema financiero nacional enfrentaría mayores dificultades para preciar sus diferentes operaciones y cumplir más eficaz y eficientemente su función central.

Fuente: Jiménez-Sotelo, R. (2023). “La influencia del mercado de deuda pública interna en el desarrollo financiero: Evidencia de 52 países en 1990-2020”. El Trimestre Económico, 90(359), 773–804. https://www.eltrimestreeconomico.com.mx/index.php/te/article/view/1775

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