Se retuerce el dedo caracólico en tu esfínter escatológico
Grita la bocina de la lechuza: “Calor”, “Conmoción”
El feto del homínido desemboca de la boca de la boa fálica
Es un dragón grosero, abrupto, perro, demoniaco
que ingresa eróticamente por el corpúsculo de Malpighi
y revienta en mucosidad el martillo, el yunque y el estribo
A ritmo de hiena la palanca humana corrompe la anatomía críptica
Se desliza el sudor por las dunas masculinas en plena posición canina
Asoma las feromonas aovuladas por las fauces titánicas del placer
Un caleidoscopio guía el combate carne a carne,
se despelleja el hueso adánico, particularmente el fémur devoto y el esternón lloroso,
evaporando el fuego acuático bajo el romance genital nocturno
El gallo canta y evita caer en sueño a las gruesas falanges
que se intercambian los espeléologos los toros el búfalo y el rinón